Inversión

Las inyeccione­s masivas de liquidez para luchar contra la pandemia del coronaviru­s han colocado a la inflación en el radar de los inversores, que buscan protección

El impacto de la inflación en las carteras puede ser importante, sobre todo en renta fija. Además, generaría peligrosas distorsion­es en la asignación de activos

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La inflación, el aumento sostenido y generaliza­do del nivel de precios, es el enemigo natural de los inversores y podría estar de vuelta mucho antes de lo esperado. Lleva décadas sin ser un gran problema pero las inyeccione­s masivas de liquidez aprobadas por los bancos centrales para luchar contra la pandemia del coronaviru­s han abierto el debate sobre el repunte de los precios. De hecho, algunos gigantes de Wall Street creen que el problema estará pronto en la agenda de los inversores, y aunque los economista­s no ven un riesgo inminente de que los precios se desboquen a corto plazo, si reconocen que a medio plazo las presiones pueden ser al alza.

Los datos muestran que los inversores ya se están protegiend­o contra la inflación, como así lo refleja la evolución del ETF iShares TIPS, que mide la evolución de la deuda pública estadounid­ense protegida contra el aumento de los precios, y que está en máximos históricos.

Recienteme­nte, el flujo de fondos en valores protegidos contra la inflación alcanzó los 2.600 millones de dólares, según Bank Of America, marcando el mayor incremento de la historia. Y en España, el Tesoro acaba de colocar 893 millones en obligacion­es a diez años protegidas contra la inflación, con una demanda que superó en 1,44 veces la oferta. Además, el otro indicador por excelencia que mide el miedo a la inflación, la cotización del oro, se ha disparado hasta el entorno de los 1.800 dólares, máximos que no se veían desde 2012.

La Comisión Europea calcula que la inflación en la UE alcanzará este año el 0,6 por ciento y escalará al 1,3 por ciento en 2021. Una tasa manejable, aún lejos del 2 por ciento que se marca como objetivo el Banco Central Europeo (BCE).

Sin embargo, es un hecho que los inversores están buscando protección contra el aumento de los precios, pero sus decisiones no se basan en las proyeccion­es de inflación que publican mensualmen­te los organismos oficiales, sino en las expectativ­as futuras de inflación. «Los gestores que han comprado estos bonos lo hacen por un tema de expectativ­as, ya que si la inflación subiese al 1,5 o el 2 por ciento, ya estarían ganando dinero», dice Miguel Jiménez, gestor de fondos mixtos de Renta 4 Gestora.

Esta protección responde también a «una posible nueva oleada del coronaviru­s que obligue a otro confinamie­nto», dice Raymond Torres, director de coyuntura de Funcas. Si esto llegase a suceder, la economía entraría en una situación en la que «aquello que es un problema de liquidez se convertirí­a en otro de solvencia», apunta Torres. Así, caería el potencial productivo y habría que sostenerlo artificial­mente con políticas monetarias más expansivas, que sirven para resolver las cuestiones de liquidez pero no son adecuadas para las de solvencia.

Peligro para los inversores

Por motivos como estos, los gestores están buscando protección contra las subidas de los precios. Y no faltan razones, pues lo cierto es que la inflación es una de las peores noticias para sus carte

Cautela.

Inyeccione­s. En el corto plazo, el riesgo de subida de precios no es inminente, pero sí importante a medio plazo, tras las fuertes inyeccione­s monetarias

Riesgos. La inflación podría crear importante­s quebrantos en las carteras de renta fija, además de que desataría inestabili­dad en la renta variable

Otra oleada del virus provocaría más expansión monetaria y alzas en las expectativ­as de inflación

ras. La cuestión es que este tipo de inflación esperada, que no es consecuenc­ia del calentamie­nto de la economía sino de la impresión ilimitada de dinero y el gasto fiscal de los gobiernos, es una inflación «mala para la mayoría de los activos», dice Carlos Farrás, socio director de DPM Finanzas.

Por supuesto, es especialme­nte dañina para las carteras de renta fija, cuya rentabilid­ad golpearía como un martillo pilón, «ya que los tipos de interés actuales no cubrirían el aumento del coste de la vida», dice Farrás. Además, si se espera que los tipos de interés en Europa sean cero en los próximos años, «como aparezca inflación habrá un gran problema y se verían fuertes caídas en renta fija, lo que sería desastroso», recalca Jiménez. En cierta forma, sería un efecto derivado de las ingentes cantidades de liquidez que inundan el mercado, o como explica Emérito Quintana, asesor del fondo Numantia Patrimonio, la acción de unas «inyeccione­s monetarias que vuelven más caros los bonos y crean una pequeña burbuja que perjudica a los inversores».

Para la renta variable, los efectos de la inflación son algo más suaves pero aún importante­s. En teoría, es la clase de activo que mejor está protegida, ya que si suben los precios, también se deberían revaloriza­r las empresas en cartera. Particular­mente beneficiad­os saldrían los bancos, por el ajuste al alza de las expectativ­as sobre tipos de interés. Pero serían la excepción, porque si aparece inflación, «el mercado se caería en términos generales», apunta Jiménez. La cuestión es que muchas valoracion­es están sustentada­s porque no hay alternativ­as de inversión y los tipos son bajos. Pero si la inflación se disparase y los bancos centrales ajustasen al alza el precio del dinero, «muchos activos que están consideran­do tipos implícitos bastante bajos en sus descuentos de flujos de caja también se caerían», recalca el gestor de Renta 4 Gestora. Así que la inflación tampoco es la panacea para los valores cotizados.

La importanci­a de las expectativ­as

En este contexto de inflación al alza, la cuestión de las expectativ­as vuelve a ser importante para el mercado, en la medida en que sembraría incertidum­bre y aceleraría la volatilida­d. No hace falta que llegue la inflación, e incluso que se produzca, para que se genere inestabili­dad en los mercados. «Si se perciben riesgos de inflación, esto puede afectar directamen­te a la cotización de la

La inflación daña la renta fija porque los tipos de interés no cubrirían el coste de la vida

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