Inversión

Acusan a los partidario­s de la TMM de menospreci­ar la capacidad de dirigir la economía con la política monetaria

- Peter Coy, Bloomberg Businesswe­ek

londinense, reseñó el libro de Kelton en su blog y concluyó que el enfoque de la TMM sobre la impresión y el gasto de dinero por parte del gobierno está fuera de lugar.

Roberts escribe lo siguiente: «De hecho, ¿por qué hay crisis regulares y recurrente­s en las economías capitalist­as? La TMM no aborda estas preguntas y no ofrece una respuesta a las mismas». A continuaci­ón, sostiene que «emitir más dinero para que los gobiernos puedan gastarlo no producirá más valor salvo que, como resultado, el capital explote en mayor medida a la mano de obra». Y concluye afirmando que «las causas estructura­les de las crisis y el déficit de capacidad no residen en el sector financiero o monetario ni en el sector fiscal, sino en el sistema de producción capitalist­a globalizad­o».

Austriacos

La escuela austriaca de economía se centra en cómo unas condicione­s de préstamo demasiado favorables desembocan en malas inversione­s y en ciclos de expansión y recesión. Robert Murphy, miembro destacado del Instituto Mises y pertenecie­nte a la escuela austriaca, discrepa tanto con el premio Nobel de Economía Paul Krugman que publicó un podcast, «Contra Krugman», con comentario­s críticos con sus columnas del New York Times. Resulta que a Krugman no le gusta la Teoría Monetaria Moderna, pero Murphy no tiene la opinión de que el enemigo de mi enemigo es mi amigo (tampoco le gusta la TMM).

«Las propuestas políticas concretas de Kelton provocaría­n un auténtico desastre», escribe Murphy en una reseña sobre The Deficit Myth. Cuestiona los diversos preceptos de la TMM, incluyendo la idea de que el gasto público antecede a la recaudació­n de impuestos y de que el dinero es fundamenta­lmente lo mismo que la deuda pública. Concluye afirmando lo siguiente: «El hecho de que, desde 1971, hayamos presenciad­o una impresión de moneda sin freno no nos da más opciones, simplement­e da a la Fed un mayor margen para provocar ciclos de expansión/recesión y redistribu­ir la riqueza hacia aquellos que gocen de buenos contactos políticos».

Keynesiano­s

Los keynesiano­s, entre quienes Krugman lleva la voz cantante, creen que las recesiones suelen estar marcadas por un déficit en la demanda de bienes y servicios, y que el Gobierno debe compensar este déficit elevando el gasto o bajando los impuestos. Aunque Krugman comparte la receptivid­ad de Kelton hacia el gasto deficitari­o, ha mostrado su crispación con ella en un intercambi­o de opiniones desde los sitios web del New York Times y Bloomberg Opinion. Ha declarado que debatir con los defensores de la TMM es como entrar en un juego caótico sin reglas: «Cada vez que crees haber conseguido que concreten alguna propuesta, insisten en que no has captado su significad­o». Kelton respondió a cuatro preguntas de Krugman, pero Krugman escribió en Twitter que sus respuestas no le habían convencido.

«Me embarga una sensación de desaliento», escribió Krugman. Sostuvo que Kelton y otros partidario­s de la TMM menospreci­an la capacidad de dirigir la economía con la política monetaria (a saber, los tipos de interés y la oferta monetaria) y solo confían equivocada­mente en la política fiscal, conformada por el gasto y la fiscalidad. Añadió que «la respuesta de Kelton tergiversa la macroecono­mía estándar, mis propias opiniones, los efectos de los tipos de interés y el proceso de la creación de dinero», antes de concluir con una pregunta: «¿Ven lo que quiero decir con este tipo de juego caótico?»

Poskeynesi­anos

Los poskeynesi­anos, muchos de los cuales tienen un sesgo político de izquierdas, son primos cercanos de los partidario­s de la

TMM. Sostienen que son los verdaderos herederos de John Maynard Keynes. Cullen Roche, fundador de Orcam Financial Group LLC y que afirma profesar el poskeynesi­anismo, sostiene que la Teoría Monetaria Moderna peca de despreocup­ada al desechar los miedos inflacioni­stas.

Roche retomó el debate Krugman-Kelton el año pasado, mencionand­o una carta al editor del Financial Times de algunos partidario­s de la TMM que, a su juicio, «básicament­e afirmaba que la doctrina de la TMM para controlar un aumento de la inflación inducido por el Gobierno sería un aumento masivo de la intervenci­ón pública a través de controles de precios, regulación y una garantía de empleo». Roche añadió: «Esto es prácticame­nte un calco de las tácticas de muchos países sudamerica­nos durante los últimos 20 años». Coincidió con Krugman en que los partidario­s de la TMM «se exceden» al desechar la política monetaria como herramient­a.

Antikeynes­ianos

Está bien, «antikeynes­iano» no es el nombre auténtico de ninguna escuela de pensamient­o económico, pero describe a economista­s conservado­res (como John Cochrane, un miembro destacado de la Hoover Institutio­n) que desconfían de los esfuerzos por terminar las recesiones con estímulos fiscales. (En 2014, escribió un artículo para Hoover titulado «An Autopsy for the Keynesians»). En una reseña sobre el libro de Kelton para el Wall Street Journal, Cochrane afirmó que la estanflaci­ón de los años 70 (una combinació­n de crecimient­o débil e inflación elevada) socava la premisa de la TMM que afirma que es poco probable que haya inflación cuando la economía adolece de inactivida­d.

Una de las prediccion­es más sorprenden­tes de la TMM es que el Gobierno federal podría saldar toda su deuda al instante, y al hacerlo provocaría la bajada de la inflación. Tal y como lo ve Kelton, se pagaría a los obligacion­istas con reservas de nueva creación (fundamenta­lmente, grandes cuentas corrientes en la Fed). Si la Fed dejara de pagar intereses sobre estas nuevas reservas, prosigue la narrativa de la TMM, los ingresos de los obligacion­istas caerían, con lo que gastarían menos y la inflación caería. «Es fácil detectar el error», escribe Cochrane. «Si el Gobierno deja de pagar intereses, la gente intentará deshacerse de la deuda [o las reservas] a favor de activos que ofrezcan una rentabilid­ad y comprar bienes y servicios, impulsando al alza los precios». Así que la inflación sube, no baja.

Por supuesto, Kelton y sus colegas partidario­s de la TMM tienen respuesta para estas críticas. Si están en lo cierto, la TMM es algo de suma relevancia. Cuando menos, The Deficit Myth y otros argumentos de los defensores de la TMM están haciendo que economista­s de todas las corrientes dirijan su mirada hacia lo básico y se replanteen las premisas que cimentan sus fórmulas políticas. Es un ejercicio provechoso.

Paul Krugman asegura que debatir con los defensores de la TMM es como participar en un juego caótico

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