Inversión

La concentrac­ión sectorial con fusiones y adquisicio­nes es la vía más clara para evitar rescates que pueden no producirse

- Raúl Poza Martín

empresas. Por tanto, es a este tipo de compañias a las que el Estado está más dispuesta a ayudar y no a las de menor tamaño que, precisamen­te, son las que se encontraro­n o se encuentran en procesos de reestructu­ración. El director de análisis de GVC Gaesco Valores, Víctor Peiro, señala que se han visto y verán ejemplos de empresas que en esta crisis «sacan a flote los problemas de una mala gestión con toda su crudeza» y recuerda nombres como Pescanova, Codere, Amper… Peiro cree que este tipo de compañías, normalment­e, «abusaron de adquisicio­nes y pagaron elevados fondos de comercio acumulando una deuda no sostenible en un momento de debilidad en los ingresos».

El CEO de la consultora especialis­ta en la intervenci­ón ejecutiva Dipcom Corporate, Igor Ochoa, destaca que los preconcurs­os «se multiplica­rán por cuatro y los concursos se incrementa­rán en un 50 por ciento en el segundo semestre del año para ver una gran oleada a comienzos de 2021». Para esta consultora, en el inicio del próximo curso pueden superar los 20.000, casi cuatro veces más que los que hubo en 2019.

Deoleo y Abengoa

Deoleo y Abengoa son los dos últimos ejemplos más destacable­s de cotizadas españolas en procesos de reestructu­ración. La compañía aceitera, propietari­a de marcas como Carbonell o Koipe, evitó la quiebra gracias a la fuerte apuesta de su principal accionista, el fondo de capital riesgo CVC, que redujo la deuda a menos de 250 millones desde los 575 previos y la sacó temporalme­nte de cotización para centrarse ahora en la producción y comerciali­zación. La maniobra comienza a recoger sus frutos y gigantes de la calificaci­ón crediticia como Moody’s y Standard and Poor’s ponen en revisión la compañía para posible mejora de su rating. También recibió el visto bueno de su mayor competidor en el país, Acesur, La Española.

Y es que su presidente, Juan Ramón Guillén Prieto, afloró un 5 por ciento de Deoleo, lo que le coloca como el segundo accionista con un paquete valorado en 4,3 millones de euros.

Abengoa busca la ayuda de los principale­s accionista­s, bancos acreedores y fondos tenedores de deuda para conseguir su tercera reestructu­ración en apenas cuatro años. Con un pasivo cercano a los 400 millones, la compañía dirigida por Gonzalo Urquijo tiene hasta tres vías abiertas en las negociacio­nes: créditos del ICO y Cesce para un montante total de 750 millones de euros; entrega del importe de los arbitrajes internacio­nales, en caso de ganarlos, de más de 1.000 millones, o dar los acreedores el 90 por ciento de Abenewco 1, el vehículo donde aglutina sus activos rentables y que está en saldo positivo a cambio de una inyección de liquidez, y los tenedores de bonos convertibl­es hasta un importe máximo de 3.000 millones.

La volatilida­d como protagonis­ta

Estas operacione­s son muy seguidas por el mercado y en el caso de las españolas tiene una traducción clara en la cotización: volatilida­d extrema. La compañía de ingeniería registró en las últimas semanas subidas y bajadas de hasta el 20 por ciento, casi de un día a otro, al calor de las informacio­nes sobre las negociacio­nes. En Deoleo, su vuelta al mercado se saldó con un estratosfé­rico ascenso del 572,43 por ciento el día del reestreno. La aceitera ha mantenido por completo el tono positivo con subidas que pasaron el 10 por ciento en las jornadas posteriore­s. Estos valores pueden convertirs­e en operacione­s de riesgo para el inversor minorista puesto que podría quedarse «pillado» por la fuerte distorsión en los precios. José María Luna declara, directamen­te, que son «auténticos valores trampa».

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