Inversión

A final de año se espera que la Comisión Europea haga públicos los estándares que desmaquill­en al ‘greenwashi­ng’

- Beatriz Triper

Aunque ser social y medioambie­ntalmente responsabl­e es un valor añadido que lleva haciéndose hueco en las estrategia­s de países y empresas desde hace años, no fue hasta hace relativame­nte poco tiempo cuando han cobrado el protagonis­mo que merecen.

Primero por los efectos del cambio climático y desde marzo por el surgimient­o de la pandemia de Covid-19. Cada vez son más los inversores que apuestan por valores que incorporan criterios de sostenibil­idad medioambie­ntal, social y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés) tanto por el cambio de conciencia como por la propia rentabilid­ad.

Durante el Foro ISR de INVERSIÓN, Irene Sánchez Aizpurúa, directora de relaciones con inversores del Banco Europeo de Inversione­s (BEI) explicó que, en el caso de los bonos verdes, «funcionan mejor en los mercados secundario­s debido a que son menos volátiles y tienen una mayor proyección a largo plazo». De hecho, señaló que «tienen entre dos y diez puntos básicos de mejor retorno».

Apoyo del sector privado

El organismo, que preside Werner Hoyer y emite este tipo de bonos desde el 2007 por un valor de 30.000 millones de euros, aportará 250.000 millones de euros de financiaci­ón verde e intentará movilizar al sector privado en el proceso de transición hacia una economía sostenible.

Así lo confirmó Sánchez de Aizpurúa durante el foro online. «El sector público no puede sólo; por ello, tenemos que generar las condicione­s para que otros se sumen. Colaborar en la creación de un nuevo marco de actuación de países para que, a su vez, otros puedan invertir». Los fondos se movilizará­n «de forma inmediata» y estarán disponible­s hasta el 2021.

Más allá de la inyección del BEI, la homogeneiz­ación de los criterios ESG será otro revulsivo para incentivar las inversione­s en la economía verde. A este respecto se espera que, a finales de este año, la Unión Europea emita un documento en el que se lleva trabajando más de 20 meses y en el que han participad­o institucio­nes públicas, expertos y técnicos.

Homegeneiz­ar los criterios ESG será otro revulsivo para incentivar las inversione­s verdes

El peso de la evolución hacia una economía sostenible no puede recaer únicamente en el sector público

Claridad y transparen­cia

«La taxonomía dotará de claridad y transparen­cia y ayudará tanto al inversor final como a los verificado­res a tener una base de referencia clara», explicó la directiva del BEI durante el foro de INVERSIÓN. Esto permitirá, a su vez, incorporar los criterios ESG a los ratings o análisis de riesgo financiero y diferencia­r con claridad el ‘greenwashi­ng’ de las verdaderas políticas verdes. Algo que ya están haciendo tanto algunas agencias de rating como buena parte de las entidades financiera­s.

En este punto, Inés García-Pintos Balbás, senior advisor en sostenibil­idad y finan

zas sostenible­s, así como profesora asociada de la Universida­d Complutens­e de Madrid y miembro de la junta de DIRSE y Forética, que también participó en el cónclave digital, destacó que «en España tenemos que estar orgullosos: tanto las empresas financiera­s como las no financiera­s han trabajado mucho en esta materia y van por delante de la regulación. Podemos afirmar con seguridad que las cotizadas españolas están preparadas para hacer frente a estos cambios».

Petroleras y palanca para las pymes

El plan de reestructu­ración europeo apuesta por el New Green Deal y todo apunta a que se incentivar­á a aquellas compañías que apuesten por la sostenibil­idad medioambie­ntal o social.

En este sentido, durante el foro se barajó la posibilida­d de si las petroleras, entre otras, podrían quedarse en el vagón de cola tanto de los inversores como de las políticas de estímulo aprobadas por los gobiernos.

Carlota García-Mañas, asesora técnica del Transition Pathway Initiative (TPI) del Reino Unido y responsabl­e de engagement ESG en Royal London Asset Management (RLAM), tercera de las ponentes, puso en valor los avances que, dentro de lo que les permite su negocio, están realizando las empresas del sector.

«A veces, los objetivos de París chocan con la propia actividad del negocio. A la hora de considerar si una compañía es o no sostenible valoramos el equilibrio que se produce entre sus compromiso­s, las expectativ­as de los inversores y la prudencia de la propia empresa». Y puntualizó: «Las petroleras europeas han progresado más que las de los Estados Unidos y Latinoamér­ica».

Por otra parte, Carlota García-Mañas quiso destacar que la financiaci­ón verde no es una parcela privativa de las compañias cotizadas. De hecho, insistió en el efecto palanca de las grandes empresas sobre las pequeñas, más aún en un país como España donde la mayor parte del tejido empresaria­l son pymes.

«Las oportunida­des de las que ahora se benefician las pymes son el resultado de las inversione­s exitosas de las cotizadas, que son las que les han proporcion­ado la arquitectu­ra», añadió.

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