En algunos países han dejado de lado las aplicaciones de contacto y han apostado por los rastreadores humanos
esos planes en segundo plano y han apostado por los rastreadores humanos. A esta situación tampoco han ayudado los teóricos de la conspiración, que afirman que el rastreo de contactos forma parte de un plan siniestro para empujar a los niños a los campos del Gobierno, según el Instituto para el Diálogo Estratégico, un grupo de expertos que investiga los extremismos. Las publicaciones que apoyan estas falsas afirmaciones han recibido cientos de miles de visitas y opiniones.
Señales débiles
Otra razón por la que el rastreo de contactos digitales no ha tenido éxito es la propia tecnología. El Bluetooth utiliza ondas de radio, el mismo espectro que emplea la radio FM, Wi-Fi y los teléfonos móviles. Obtener una señal fiable puede ser complicado porque las ondas de radio pueden verse interrumpidas por diferentes obstáculos, como postes de teléfono, paredes o mesas. Un teléfono móvil en el bolsillo de atrás del pantalón o en el fondo del bolso entre muchos otros artilugios, no es capaz de transmitir una señal tan fuerte como un dispositivo que vaya en la mano.
Por ejemplo, si una persona está de pie a un lado de una mampara de plexiglás, y otra está de pie al otro lado, el Bluetooth puede decirnos por error que la persona está expuesta al virus, afirma Phil Zimmermann, un informático americano que creó Pretty Good Privacy, el software de encriptación de correo electrónico más utilizado en el mundo.
«Es es un problema de eficacia», afirma. «No es fácil conseguir que todo el mundo ejecute la aplicación, e incluso si se consigue, existe una capacidad de rastreo que podría utilizarse después de la pandemia con resultados distópicos».
Rastreo humano