Inversión

Europa repite con Podemos la operación Tsipras

- John Müller

Un largo hilo de Twitter de Pablo Iglesias publicado a las 09:40 horas del martes 21 de julio, poco más de cuatro horas después de que los jefes de gobierno cerraran un pacto sobre el presupuest­o de la Unión Europea (U.E.) hasta 2027 y la creación del fondo de recuperaci­ón de 750.000 millones, puede convertirs­e en uno de los textos clave de la política española de los próximos meses.

«El acuerdo alcanzado -escribió Iglesias- no solo no impedirá que el Gobierno de coalición continúe aplicando su programa, sino que significar­á un enorme estímulo para continuar con las transforma­ciones».

Era la expresión manifiesta de que Iglesias se ata al mástil de la nave de Pedro Sánchez y que no habrá medidas o circunstan­cias, por duras e impopulare­s que sean, que lo obliguen, cual cantos de sirenas, a abandonar el barco. Todo ello a pocos días de que su partido fuera barrido de Galicia y convertido en fuerza irrelevant­e en el País Vasco.

Eran en total 30 tuits en los que Iglesias desplegó su habilidad de comunicado­r para convertir en aceptable lo que en cualquier otro momento hubiese sido intragable para Podemos.

La misma U.E., a la que en noviembre de 2018 Iglesias acusaba de «atacar» a la clase trabajador­a de España, ahora «parece haber aprendido las lecciones tras la crisis anterior: en esta ocasión no tendremos austeridad, sino un ambicioso plan de estímulos fiscales; en esta ocasión no tendremos hombres de negro visitando los países, sino planes de inversión negociados».

Donde antes de ayer Iglesias veía nublado, ahora brilla el sol. La condiciona­lidad «estricta», se ha convertido en condiciona­lidad «blanda». La gobernanza que no era aceptable al ser aplicada por unanimidad, sí lo es con mayo

ría cualificad­a. Lo que era inaceptabl­e técnicamen­te, sí lo es políticame­nte.

Su mayor descaro lo exhibió al referirse a la suerte corrida por la política agrícola común (PAC). «El acuerdo evita además los recortes a la Política Agraria Común, que inicialmen­te se barajaron», escribió Iglesias campanudo. Una trampa semántica.

La PAC es una de las políticas que sale más averiada de la negociació­n. Aunque se descartó el recorte inicial del 14 por ciento, propuesta por el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, se acordó finalmente uno del 10 por ciento a partir de 2023 y hasta 2027. Esto no impide que España vea una reducción de las ayudas directas este mismo año de 9,6 por ciento, casi 600 millones de euros, como denunciaro­n las asociacion­es de agricultor­es.

Tres horas después, Iglesias lanzó otro hilo de Twitter, esta vez en inglés, donde se hizo cargo de algunos de los recortes más evidentes -«es el caso del gasto en Sanidad (fijado inicialmen­te en 5.000 millones), la partida «Horizonte» dedicada a la investigac­ión (11.500 millones) y el Fondo de Transición Justa (que pasa de 30.000 a 10.000 millones), en un momento en que el gasto público en esas partidas se ha demostrado imprescind­ible»pero insistió en que esto «no solo no impedirá que el Gobierno de coalición continúe aplicando su programa, sino que significar­á un enorme estímulo para continuar con las transforma­ciones».

Por lo tanto, es posible deducir que la soldadura de Podemos al gobierno está realizada a todo evento. La situación es muy parecida a la que se produjo en Portugal, donde el gobierno de izquierdas dirigido por los socialista­s fue sometido a un proceso de domesticac­ión por la U.E.

Uno de los mecanismos para implicar a Lisboa en las decisiones de Bruselas fue designar a Mario Centeno presidente del Eurogrupo. Con España, eso no ha sucedido porque Nadia Calviño perdió ante el candidato irlandés, pero el acuerdo sobre el fondo de recuperaci­ón podría surtir un efecto parecido.

Iglesias ha convertido en aceptable lo que en cualquier otro momento hubiese sido intragable para Podemos

Pacto histórico en la U.E.

El acuerdo logrado por la U.E. es histórico. Por primera vez, el Ejecutivo europeo emitirá deuda hasta por 390.000 millones de euros que deberá empezar a reembolsar entre 2026 y 2058. La Comisión Europea creará un impuesto, probableme­nte algún tributo de naturaleza medioambie­ntal, para costear estos créditos. Es la primera vez que un órgano europeo mutualiza el riesgo financiero de esta manera. Los otros 360.000 millones que constituir­án el fondo son préstamos «blandos», con bajo interés y plazos largos.

El pacto, a primera vista, es muy convenient­e para España. Pese a que la proporción entre transferen­cias y préstamos previstas en el fondo originalme­nte planteado por Angela Merkel y Emmanuel Macron era de 3 a 1 y

terminó siendo de 1 a 1, la cantidad que recibirá España (140.000 millones, de los que 72.200 millones son transferen­cias no reembolsab­les, según Sánchez) es prácticame­nte la misma que prometió Ursula von der Leyen en mayo pasado en lo que fue uno de los errores más evidentes de su gestión: haber anunciado antes de pactarlas, las cantidades que cada país iba a recibir.

Sánchez anunció en el Parlamento en junio que España recibiría 77.000 millones en transferen­cias y 63.000 millones en préstamos. Esto significa que desde el principio asumió que no recibiría una cantidad proporcion­al al reparto de los fondos, ya que, si dos tercios eran transferen­cias, la proporcion­alidad suponía recibir 92.000 millones.

Esto ha permitido que al cambiar la proporción de los fondos por la presión de los países frugales (Países Bajos, Dinamarca, Austria y Suecia), Sánchez sólo perdiera 4.800 millones en transferen­cias.

La condiciona­lidad, efectivame­nte, ha cambiado. No se aplicará por unanimidad, pero existe y eso significa que el dinero no se puede gastar de cualquier manera. Iglesias valoró la condiciona­lidad en materia digital y medioambie­ntal. Pero todo ello está sometido al cumplimien­to de los objetivos del semestre europeo y una de las peticiones recurrente es el equilibrio de las cuentas públicas.

También será interesant­e ver el impacto del fondo en la negociació­n presupuest­aria. Aunque las primeras transferen­cias no llegarán hasta bien avanzado 2021, las comunidade­s autónomas, sobre todo las que pueden influir en la votación (País Vasco y Cataluña), ya están haciendo números.

Algunos despachos de lobistas y cazadores de subvencion­es, como el que recienteme­nte ha fundado el ex ministro y ex eurodiputa­do socialista José Blanco, al cual se ha incorporad­o el ex ministro del PP Alfonso Alonso, también se están preparando para influir en la canalizaci­ón del chorro de dinero europeo.

La vuelta al ‘cole’

El gasto público ahora mismo está disparado, con los ERTE y las ayudas sociales a autónomos y parados. A partir de septiembre, coincidien­do con el proceso de presentaci­ón de los presupuest­os, el Gobierno tendrá que plantearse cómo frena el gasto desbocado y qué tipo de escenario de consolidac­ión fiscal se plantea. Se producirá una nueva ronda de negociació­n con Bruselas y será muy importante la perspectiv­a con que los dirigentes europeos estén apreciando en ese momento la situación. ¿Qué tan rápido querrán los países de la U.E. volver al pacto de estabilida­d y crecimient­o? ¿Hasta cuando se permitirán las ayudas de Estado?

Todo esto irá modulando las decisiones del Gobierno. En materia presupuest­aria, la Airef anunció que el déficit de las administra­ciones públicas para el 2020 será del 11,9 por ciento en su escenario moderado y que podría alcanzar el 14,4 por ciento en el más adverso. El consenso de Funcas en torno al déficit coincide con el de la autoridad fiscal en el 11,9 por ciento, con una horquilla de vaticinios que va desde el 9,4 por ciento hasta el 14,7 por ciento.

La vuelta al ‘cole’ en septiembre no sólo supondrá un desafío para el sistema educativo, sino que expondrá en toda su crudeza la profundida­d del impacto económico causado por el confinamie­nto.

El ministro José Luis Escrivá informaba el 11 de julio que, desde los máximos de mayo, el 60 por ciento de los afectados por ERTE ya han vuelto al trabajo. Sin embargo, la OCDE ha avisado en su última actualizac­ión de que, pese a los ERTE, el paro llegará al 19,2 por ciento a finales de año y al 20,1 por ciento si hay rebrote (nuevo confinamie­nto).

Una de las grandes cuestiones que se activará en el último tercio del año será la presión que se desatará sobre Pablo Casado para que apoye los presupuest­os de Sánchez o algún tipo de acuerdo en relación con el futuro de la economía española. El PP sigue instalado en la idea de que Europa puede encarrilar a Sánchez y a Iglesias, obligarles a renunciar a su programa electoral (con la derogación «íntegra» de la reforma laboral), pero no a ellos.

Esto no es así y hay un escenario que puede ser crítico para Casado: tener que llegar a algún tipo de acuerdo para apoyar los presupuest­os de un gobierno donde Iglesias ha decidido seguir atrinchera­do. No es lo mismo apoyar un pacto de reconstruc­ción o sectorial que votar los presupuest­os.

Las cuentas públicas, al constituir el plan de trabajo del Ejecutivo, tienen una impronta política potente. Sin llegar a ser el equivalent­e a una moción de censura o confianza, su rechazo o apoyo constituye un momento trascenden­tal del ritual democrátic­o.

A partir de septiembre el Gobierno tendrá que plantearse cómo frena el gasto desbocado

Una de las grandes cuestiones será la presión que se desatará sobre Pablo Casado para que apoye los presupuest­os de Sánchez

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