Los principales inversores extranjeros en España son los institucionales, que se decantan por las ‘utilities’ y las renovables
de la economía española tras la crisis financiera de 2008 y la posterior crisis de deuda soberana en Europa en 2012, que atraen hacia ellas a los inversores foráneos. Según fuentes de BME, las principales empresas españolas no solo han internacionalizado su actividad sino también su capital y su financiación a través de los mercados de capitales, lo que juega a su favor y aumenta su atractivo.
¿Quién invierte más en España?
Entre los inversores extranjeros que más se decantan por la bolsa española se encuentran empresas internacionales con participaciones relevantes en cotizadas en nuestro país, pero son los inversores institucionales los mayores accionistas, asegura Carlos Fernández, profesor del IEB, como las gestoras de fondos de inversión y de planes de pensiones, compañías de seguros y bancos de inversión.
Según un informe elaborado por la OCDE en octubre de 2019, un 41 por ciento del capital de las empresas cotizadas en todo el mundo está en manos de los inversores institucionales. Y un ejemplo es el Fondo Noruego de Pensiones, cuya inversión en cotizadas españolas alcanzó a cierre de 2019 los 12.770 millones de euros, a los que se suma una inversión en deuda pública española de 6.900 millones de euros.
España es el tercer país de la eurozona donde más invierte este fondo y el peso en su cartera de activos españoles aumentó una décima en 2019, hasta el 1,9 por ciento del total. Controla participaciones en compañías del IBEX 35: el 3,4 por ciento de Iberdrola, el 2 por ciento de Telefónica, el 2,6 por ciento de Santander y de BBVA y el 0,9 por ciento de Inditex, y su participación alcanza el capital de hasta 84 cotizadas españolas.
Pero no es el único. También la gestora Blackrock tiene participaciones en empresas españolas. A finales de 2019 superaba el 3 por ciento en Aena e incrementó su posición en BME un 3,5 por ciento. Otros grandes inversores institucionales globales como el fondo soberano de Catar o las gestoras Fidelity, Invesco y Capital Group también están muy interesadas en la bolsa española.
Y este interés tiene un efecto arrastre sobre otros inversores que vienen de compras a España. Entre ellos, los minoristas, «que también están muy interesados por nuestras cotizadas», asegura Darío García, analista de XTB, aunque «dado el ‘expertise’ del inversor institucional y su capacidad de inversión, en términos nominales, son los institucionales los que más están apostando por nuestras cotizadas».
Las más deseadas
No todas las compañías del IBEX 35 son codiciadas por igual por los extranjeros. Tienen sus favoritas. En líneas generales, los grandes ‘blue chips’ del selectivo español han perdido cierto brillo, salvo Iberdrola, que continúa imparable, y buscan nuevas compañías como MásMóvil o
Cellnex. También están depositando su confianza en el sector de las ‘utilities’ y en el energético renovable debido a sus expectativas de largo plazo y al cambio de modelo energético.
En cualquier caso, según Aitor Méndez, «los inversores extranjeros tratan de aprovechar la situación para invertir en aquellos valores más castigados por las últimas caídas».
Los foráneos prefieren cotizadas
Otra característica que define la inversión extranjera en España es su apuesta creciente por compañías cotizadas frente a las no cotizadas.
Según las Cuentas Financieras de cierre de 2019 publicadas por el Banco de España, del valor total de las acciones cotizadas en nuestro país, los inversores internacionales eran propietarios del 50,2 por ciento y del 23 por ciento de las acciones de empresas
no cotizadas. Esta cifra permanece prácticamente en los mismos niveles desde hace 25 años.
Freno de la inversión
Pero este interés de los inversores extranjeros por acciones españolas podría tener los días contados debido al impuesto sobre transacciones financieras aprobado este año por el Gobierno y que se está tramitando en el Congreso.
Este tributo no ha sido consensuado en el ámbito de la UE, por lo que, según fuentes de BME, «esa falta de consenso hará perder atractivo y competitividad al mercado de capitales español frente a otros competidores cercanos que también pugnan por ganarse la confianza de los inversores internacionales, especialmente en un escenario críticamente distorsionado por la pandemia del Covid-19».