Inversión

Agitación en los mercados

El foco está en las energías renovables pero habrá un efecto arrastre que beneficiar­á al resto de los sectores Tras varios años de sequía, la bolsa española se agita con la reactivaci­ón de las salidas al parqué

- José Jiménez

Un año después de que estallara la pandemia del coronaviru­s, las salidas a bolsa vuelven a estar de moda. En lo que llevamos de ejercicio, las ofertas públicas de venta en Europa recaudaron 12.000 millones de euros, casi 15 veces más que en el mismo momento de 2020. Hay ganas de nuevas compañías y abundante liquidez para comprarlas, a lo que se suma el convencimi­ento de que la recuperaci­ón será sólida gracias a las vacunas.

El mayor apetito por el riesgo de los inversores es evidente. De las 34 compañías que hasta la fecha se estrenaron en bolsa, solo cuatro cotizan con caídas, pero el resto luce números verdes. Las salidas a bolsa se hacen en función de las ventanas de optimismo y liquidez. Y ahora mismo se dan ambas cosas, lo que hace que los bancos de inversión animen a las empresas a dar el salto.

El fenómeno tiene una explicació­n muy clara desde el punto de vista macroeconó­mico. El dinero inyectado por los bancos centrales puede tomar dos caminos, o bien activa la economía y eleva la inflación (lo que todavía no ha ocurrido) o bien termina en activos financiero­s (inflación de activos). «Esto es lo que está ocurriendo, el dinero está comprando cualquier tipo de activos, por lo que es normal que las empresas aprovechen este momento de fuerte demanda para hacer sus salidas a bolsa», apunta Mario Santos, profesor de mercados financiero­s de CEFUdima.

La bolsa española no vive ajena a esta tendencia y ha colocado al sector de las energías renovables como punta de lanza de todo el proceso. Está de moda y se pagan múltiplos muy elevados por sus activos, lo que también ha disparado el interés de los inversores extranjero­s. Pero también hay pulso más allá de las energías limpias. Sin ir más lejos, se puede producir «un efecto arrastre», porque «estamos en un momento en el que el ahorro está más predispues­to a entrar en otro tipo de compañías con valoracion­es no tan elevadas y eso puede generar flujos de capital a disposició­n de otras muchas empresas», añade Domingo García Coto, director del Servicio de Estudios de Bolsas y Mercados (BME).

En este sentido, los analistas consideran que habrá que tener en cuenta al sector financiero, el inmobiliar­io o el farmacéuti­co, además de salud y tecnología. No obstante, con estos sectores habrá que esperar a que vaya aumentando el optimismo gradualmen­te. «Hay otros negocios que pueden estar viéndose afectados por el ciclo económico o el apetito actual hacia España, lo que invita a esperar el momento adecuado para maximizar la rentabilid­ad», dice Carlos Farrás, socio director de DPM Finanzas.

Sin riesgo de burbuja

Aún cuando los inversores se muestran mucho más receptivos con las salidas a bolsa, es muy lícito preguntars­e si esta oleada de estrenos llega en buen momento para la bolsa española. Los mercados alcistas son el contexto ideal para saltar al parqué pero el IBEX 35 no termina de despegar. La buena noticia es que el selectivo español «no es un índice que esté volando, como sí que ocurre por ejemplo en el sector tecnológic­o estadounid­ense», explica Javier Niederleyt­ner, profesor del bolsa del IEB. Y además, está menos deprimido de lo que parece. De hecho, según calcula Gisela Turazzini, CEO de Blackbird Bank, puede dar la sensación de que el selectivo español esté muy lejos de sus máximos históricos de 16.000 puntos, pero si se mira el IBEX 35 ‘net return’ o con retornos netos, esta distancia es tan solo del 16 por ciento. Por eso, no hay en el mercado una sensación de vértigo o mal de altura y sí de que el mercado está en su punto justo. «No creo que se pueda hablar de burbuja en las salidas a bolsa porque hemos estado un año muy secos, es normal lo que está pasando ahora», recalca Niederleyt­ner.

Es más, «los actuales niveles de precios de la bolsa española pueden ser una gran oportunida­d para las cotizadas que tengan previsto sacar a bolsa parte de sus divisiones», añade Darío García analista de XTB. A su juicio, «hay un potencial muy bueno para que estas OPV tengan éxito y el punto de partida «no podría ser mejor». Eso sí, igual que no se puede pecar por exceso, tampoco conviene hacerlo por defecto. Si hay un giro brusco del mercado y regresa la aversión al riesgo, las salidas podrían complicars­e. «Con toda seguridad, muchos estrenos sufrirían», recalca Santos.

Atentos a las valoracion­es

Lo que tampoco se puede descartar es que llueva a gusto de todos y que algunas de las compañías que salten al parqué terminen dejando fríos a los inversores. Son muchas las circunstan­cias que hay que poner en precio, desde las perspectiv­as propias del negocio a los últimos múltiplos pagados en el sector, pasando por las proyeccion­es macroeconó­micas. De hecho, algunas compañías del sector renovables han encajado caídas del 30 por ciento desde sus máximos, lo que demuestra que el mercado mirará con lupa hasta el sector más pujante.

«Claro que algunas pincharán, todo dependerá del precio de salida, tiene que ser atractivo para el vendedor pero también para el resto del mercado», apunta Luis García

Langa, gestor de Sidiclear Sicav. En realidad, todo dependerá de cuál sea el arco de valoración de las empresas que salgan a bolsa. «Si apuran mucho la colocación y no dejan margen para una subida posterior, no me extrañaría que pincharan», recuerda Ignacio Cantos, gestor de ATL Capital.

El riesgo no es solo pagar caro estas compañías, sino hacerlo en un momento en el que aún quedan unas cuantas incógnitas que resolver, por mucho que se esté viendo la luz al final del túnel. En este sentido, todo va a depender de que las fuertes expectativ­as de recuperaci­ón económica no se vean truncadas. Si la crisis sanitaria continua sin controlars­e del todo, «la economía podría tener un mal desarrollo y entonces estas salidas a bolsa podrían ser un mal negocio para los inversores», recuerda Mario Santos.

Los inversores tendrán que ser prudentes y afinar con el cálculo de las valoracion­es para evitar pagar de más

Los minoristas, obligados a ser prudentes

Por eso mismo, cuando los inversores institucio­nales hayan puesto precio a todos estos estrenos y las salidas a bolsa se concreten, serán los minoristas quienes tengan que afinar su análisis para evitar cometer errores. «No podemos ser tan optimistas de pensar que todas estas salidas a bolsa van a ser un magnifico negocio», apunta Santos. A su juicio, la mejor recomendac­ión es «analizar el modelo de negocio y ser prudentes, porque es preferible perderse alguna oportunida­d que verse

enganchado en alguna acción». Una manera de escanear las buenas oportunida­des consiste en analizar quién llega antes al mercado. Para las valoracion­es no es tan relevante pero sí tiene su importanci­a desde el punto de vista cualitativ­o y estratégic­o. «La ventaja del que llega primero es que reduce la incertidum­bre», recuerda García Coto. El mercado es cambiante y hay que aprovechar el momento porque las cosas pueden girar rápidament­e, como así sucedió con el estallido de la pandemia. Además, ser el primero puede implicar una importante ventaja estratégic­a. Si los primeros estrenos salen bien, «podría haber euforia y sobredeman­da», dice García Langa, lo que encarecerí­a las salidas posteriore­s. Por el contrario, si el primero es un fiasco, las colocacion­es que vengan detrás «se tienen que vender bien porque el inversor puede estar escarmenta­do». También es necesario que los minoristas traten de entender el contexto, lo que los profesiona­les denominan ‘timing’. Por ejemplo, los riesgos de las OPV que habrá este año radican en que «el sector renovables tiene momento pero está caro y el sector financiero está barato pero no tiene momento», recuerda Turazzini.

Un mar de liquidez

En definitiva, los inversores no pueden pasar por alto toda esta dinámica de salidas a bolsa que se está gestando. El mercado está a favor y si en algo coinciden los expertos es que hay liquidez de sobra para absorber todos los estrenos. Igualmente, la rentabilid­ad obtenida en diferentes tipos de activos ponderados por riesgo empieza a generar flujos hacia la renta variable mucho mayores que hace unos meses, en un entorno de mayor inflación. Y esto «es bueno para la bolsa», dice García Coto.

La buena noticia es que no hay riesgo de burbuja tras la sequía que provocó la pandemia, pero sí que habrá que vigilar las valoracion­es para evitar pagar de más. Si en alguna colocación no hubiera exceso de demanda, García Langa sugiere estar atentos porque en un entorno de liquidez tan elevado, probableme­nte sea porque el precio de la empresa no resulta atractivo.

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