Disney cede a presiones de los accionistas
Cualquier consejo de administración que presente a un nuevo CEO tiene una tendencia a sobreremunerarlo. Sin embargo, en el caso de Disney se han encontrado con una vuelta a la realidad
Fantasía es un concepto que fácilmente puede unirse a la factoría Disney. No solo por el centenar de películas que han acompañado a cada generación de niños desde los años 30 hasta hoy, sino por la remuneración de su CEO, Bob Iger, durante los últimos años.
El año pasado, el 45,9 por ciento de los accionistas de Disney votaron en contra del punto de remuneración a sus ejecutivos durante la Junta General de accionistas celebrada a principios de marzo.
En 2019, el rechazo era ya del 40 por ciento. Sin embargo, este año puede ser diferente.
Teniendo en cuenta que el tema de remuneración era un aspecto que se estaba convirtiendo en un riesgo reputacional, el consejo de administración de la compañía estadounidense ha hecho un giro importante en su política de remuneración y ha aprovechado el nombramiento del nuevo CEO en 2020, Robert Chopek, para reducir significativamente el salario de su primer ejecutivo.
Bob Iger ha sido el CEO de The Walt Disney Company desde el año 2005. La llegada de Iger a Disney fue consecuencia de una operación corporativa por la cual Disney compró la compañía de medios de comunicación Capital Cities/ABC Inc. en 1996, en la que Iger era el presidente y responsable de operaciones.
Una de las figuras más importantes del sector
Desde entonces, Iger ha sido una de las figuras más importantes del sector. Durante su mandato se han producido importantes adquisiciones como la compra de Pixar en 2006 por 7.4oo milones de dólares, Marvel Entertainment en 2009 por 4.000 millones, Lucasfilm en 2012 por 4.004 millones y, más recientemente, la compra de 21st Century Fox por 71.300 millones de dólares en el año 2019, en el que también se produjo la compra del 67 por ciento de Hulu, portal de contenido en streaming.
Como consecuencia de estas compras y de la estrategia llevada a cabo por Iger, la capitalización bursátil de Disney ha pasado de los 50.000 millones de dólares de 2005 a los 320.000 millones de dólares en los que cotiza actualmente la compañía.
Y es este el principal motivo por el que la compañía ha justificado durante años la astronómica remuneración pagada su CEO.
El sesgo de confirmación
Sin embargo, creernos esta justificación sería, en el mejor de los casos, caer en el sesgo de confirmación. El sesgo de confirmación hace que nos creamos toda aquella información que encaja con nuestras teorías preconcebidas y que despreciemos toda aquella información que no encaja.
Por un lado, es cierto que la evolución de Disney en bolsa ha sido positiva. Sin embargo, si nos fijamos en los últimos 5 años en los que el salario de Iger ha sido más elevado, esta evolución no ha batido en ningún momento al S&P500.
Mientras que su compensación siempre ha sido mucho más elevada que el resto de las compañías de su tamaño y sector. En el caso de Disney, el concepto payfor-performance ha sido una excusa para sobreremunerar a Iger durante los últimos años. Por un lado, los objetivos financieros que se establecían para el cálculo de su remuneración variable han sido sistemáticamente poco exigentes. Ello ha permitido que año tras año Bob Iger alcanzara el nivel máximo de remuneración variable posible. Por otro lado, la remuneración de Iger fue desde sus inicios un ejemplo claro de lo que se denomina efecto Lake Wobegon (Schaefer, Hayes 2009).
Espiral de salarios
El efecto Lake Wobegon es una de las explicaciones a la espiral de salarios crecientes entre los CEOs de las principales compañías cotizadas.
Cualquier consejo de administración que presente a un nuevo CEO tiene una tendencia a sobrepagar a su nuevo candidato puesto que es una forma de trasladar al mercado que ha elegido a un candidato que está por encima de la media de gestores posibles.
De este modo, lo que sucede es que todos los nuevos candidatos están «por encima de la media» y se entra en una dinámica de sueldos crecientes. En el caso de Iger, la diferencia de retribución respecto su antecesor fue en el menor de los casos el doble.
Por último, otra lógica que se propone a menudo es que, si el CEO ha sido capaz de generar X mil millones de valor para los accionistas, es normal que esté remunerados de forma excepcional.
Una lógica con grietas
Esta lógica tiene alguna grieta. Por una parte, es muy difícil valorar cuál es el impacto real de un CEO en el resultado de una compañía, viendo que hay muchas otras variables que intervienen.
Por otra, la misma compañía puede estar valorada de forma muy diferente en el mercado en función de variables que no son puramente medidas financieras de la compañía, sino consecuencias de los ciclos del mercado. De este modo, vincular fuertemente la remuneración a la evolución de la cotización puede llevar a una disociación entre valor generado real y valor cotizado en bolsa.
Por ejemplo, Disney está cotizando en bolsa actualmente en unos múltiplos de 5,5 veces ventas, mientras que históricamente se había valorado en torno a 3 veces ventas.
Las críticas de la nieta del fundador de Disney
Las críticas a la remuneración de Iger tuvieron su momento álgido en los medios cuando una de las accionistas y nietas del fundador de la compañía, Abigail Disney, criticó en 2019 el salario desorbitado de Bob Iger en 2018, que alcanzó los 65 millones de dólares.
Ese salario representaba 1.400 veces el salario medio de un trabajador de la compañía.
Fantasía es lo que durante años ha vendido Disney a sus accionistas explicándoles los motivos por los que se sobreremuneraba a su CEO.
Votación tras votación, los accionistas han mostrado su descontento, forzando a la compañía a dejar la fantasía para el cine y los parques temáticos. Bienvenido Disney a la realidad.