Planes de pensiones: un producto para toda la vida laboral
Los planes individuales se pueden contratar a cualquier edad. Ahora, con los cambios fiscales, aparecen las dudas
Durante más de 30 años, los planes de pensiones individuales se han convertido en el producto de ahorro finalista preferido por los españoles para complementar su pensión pública de jubilación.
Su gestión profesional y la diversidad de planes aptos para los distintos perfiles de ahorradores han hecho que cerraran enero con un patrimonio de 81.724 millones de euros y más de 7.527.810 cuentas de partícipes.
Otro de sus atractivos son sus retornos, mayores que los de otros productos de ahorro destinados a la jubilación. A largo plazo registran una rentabilidad media anual del 3,2 por ciento y en el medio plazo -entre 10 y 15 años- del 3,1 y el 2 por ciento, respectivamente. Además, presentan rentabilidades positivas en todos los periodos, que llegan al 7 por ciento en la categoría de renta variable a 10 años.
Pero el principal imán que atrae a los partícipes hacia estos productos de ahorro es su fiscalidad. «Sin duda el tratamiento fiscal que tienen los planes de pensiones configura a este instrumento como el óptimo para canalizar el ahorro de cualquier persona y a cualquier edad que quiera acumular capital para la jubilación y no ver mermado su poder adquisitivo cuando llegue su retiro», señala Elisa Ricón, directora general de la Asociación de Instituciones de Inversión Colectiva y Fondos de Pensiones (Inverco.)
Recorte de incentivos
Hasta 2020, el importe máximo deducible en el IRPF por aportaciones a planes de pensiones individuales era de 8.000 euros. En realidad, se trata de un diferimiento de la tributación, ya que, al rescatar el plan, el partícipe tiene que tributar el capital recibido como rendimiento del trabajo.
Pero, a partir de este año, según recogen los Presupuestos Generales del Estado, la desgravación fiscal por aportaciones se reduce hasta los 2.000 euros. A cambio, los planes de pensiones de empleo aumentan esta deducción en 2.000 euros, pasando de los 8.000 a los 10.000. Así, además de los 2.000 euros que puede aportar el trabajador a su plan de empleo, la empresa puede realizar aportaciones hasta un límite de 8.000 euros anuales, o hasta 10.000 euros si el trabajador no hace ninguna aportación.
Esta desviación de incentivos realizado por el Ministerio de Seguridad Social, debida, según su titular José Luis Escrivá, a que los planes de pensiones individuales no cumplen su objetivo de aumentar el ahorro para la jubilación, tiene sus consecuencias.
A juicio de Isabel Casares, secretaria general de la Organización de Consultores de Pensiones (Ocopen), «la reducción del límite de las aportaciones privadas a los planes de pensiones supondrá una importante reducción de la inversión en estos productos de ahorro, que verán mermado considerablemente su patrimonio».
Pero no promoverá un aumento del ahorro finalista en planes de empresa como prevé el Gobierno, al menos a corto plazo, ya que, según señalan los expertos, hasta ahora los planes de pensiones de empleo no han tenido una sólida implantación en España, debido que nuestro tejido empresarial está compuesto principalmente por pequeñas y medianas empresas que no tienen músculo financiero suficiente como para ofrecer
Los planes de pensiones privados cerraron enero con un patrimonio de 81.724 millones y 7.527.810 cuentas de partícipes
planes de empleo a sus trabajadores, y menos en tiempos de crisis como el actual.
Solo 12.000 empresas están acogidas en España a este sistema, que cuenta con 1.961.787 partícipes, de los cuales 800.000 son funcionarios. Esto hace que tras el recorte fiscal el 90 por ciento de los españoles verán limitada de forma drástica su posibilidad de ahorro, ya que no disponen de planes de empleo en sus empresas, señala Elisa Ricón.
Además, su patrimonio a cierre de 2020 era de 35.681 millones de euros muy lejos de los 81.724 millones de volumen de activos acumulados por los planes de pensiones privados. Esta escasa implantación se hace más patente si se compara con la de países de nuestro entorno. En Bélgica, Francia o Alemania uno de cada dos trabajadores es partícipe de un plan de pensiones de empresa, mientras que en España es uno de cada seis.
A la busca de nuevos productos
Tras el hachazo del Gobierno a los beneficios fiscales de los planes de pensiones, los cerca de 700.000 partícipes que aportaban más de 2.000 euros anuales a sus planes individuales están buscando otros productos de ahorro e inversión a los que dirigir el excedente de los 2.000 euros, entre ellos, los planes de empleo, los fondos de inversión o los seguros de ahorro destinados a la jubilación. Según Rafael Villanueva, manager de retirement en Willis Towers Watson, «a partir de este año sería recomendable maximizar las posibilidades de aportación a los planes de pensiones de empleo en el caso de aquellos trabajadores que cuenten con ellos, tanto las aportaciones propias como las de la compañía». Y para aquellos que no tengan un plan de empleo, Rafael Villanueva recomienda «aprovechar los 2.000 euros anuales para aportarlos a un plan individual, que serían deducibles en el IRPF siempre que no excedan el 30 por ciento de los rendimientos anuales. Además, es posible aportar en favor del cónyuge hasta 1.000 euros anuales siempre que no tenga rentas superiores a los 8.000 euros al año». Otra forma de canalizar este ahorro son los fondos de inversión, apunta Paula Satrústegui, socia de asesoramiento patrimonial de Abante, ya que «desde el punto de vista financiero es el producto de inversión por excelencia debido a su gestión profesionalizada, a su diversificación y las ventajas que aporta su traspaso fiscal».
PIAS y SIALP
Los Planes Individuales de Ahorro Sistemático (PIAS) y los Seguros Individuales de Ahorro a Largo Plazo (SIALP) se han convertido en otra opción, según Carlos Esquivias, responsable de la Comisión de Vida y Pensiones de la patronal del seguro UNESPA. Considera que son productos adecuados para aquellos partícipes que hasta hora aportaban más de 2.000 euros a sus planes individuales y cuyo objetivo es ahorrar para no perder poder adquisitivo durante su retiro y aprovechar al máximo los beneficios fiscales que aportan.
Prevé que «los PIAS y los SIALP pueden verse reforzados por las aportaciones de los ahorradores que buscan una buena fiscalidad que ya no les dan ni los planes de pensiones individuales ni los Planes de Previsión Asegurados (PPA) y no quieren asumir el riesgo que les exige invertir en fondos de inversión».
A largo plazo los planes de pensiones individuales registran una rentabilidad media anual del 3,2%