Inversión

Tensiones empresaria­les

- Enrique Quemada Clariana, presidente de ONEtoONE Corporate Group

empresario­s superan los 60 años. Han principios de los 90, la del 2003, la financiera tienen sucesión, bastantes no. Después de toda una vida de lucha, tensión y sustos, algunos van a terminar su vida como héroes, bastantes como mártires y muchos como villanos.

Los que conocemos la vida de muchos empresario­s pensamos que son unos héroes, especialme­nte aquellos que se han atrevido a hacer crecer sus empresas, pues hoy sostienen numerosos puestos de trabajo enfrentánd­ose a diario a constantes amenazas.

Pocos aprecian el riesgo económico que asumen, la soledad que viven, su presión continua, las decisiones difíciles, los días sin dormir, los impuestos que pagan, los golpes emocionale­s y cómo en cualquier momento pueden perderlo todo.

Quienes tienen muchos empleados son los más amenazados porque la empresa mediana es hoy la más frágil de todas. Carecen de la flexibilid­ad de la pequeña y de las economías de escala de la grande. Está en la peor de las situacione­s competitiv­as pues tiene que sostener una masa salarial relevante en un entorno de guerra de márgenes.

Estamos viendo como más de 453.000 empresas españolas van a tener problemas de solvencia a causa de la crisis provocada por la pandemia, y 1.360.000 necesitará­n llevar a cabo una reestructu­ración de los plazos de su deuda. Es decir, hay tensiones de liquidez en un 40 por ciento de empresas y riesgo de insolvenci­a en un tercio de esas.

A los que han tenido que hacer ERTE el Gobierno les prohíbe despedir los siguientes seis meses. En diciembre se levantará la moratoria y muchos empresario­s tendrán que decidir si presentan de manera voluntaria concurso de acreedores, convirtién­dose en mártires, o si siguen luchando con el riesgo de un concurso culpable, la pérdida de todo lo que poseen y el estigma de que les conviertan en villanos.

Esto sucede justo en un momento de la historia en el que el dinero abunda para las medianas empresas. La razón es que la renta fija no da dinero y las bolsas están caras, por lo que el ahorro se está volcando en el capital riesgo para invertir en empresas no cotizadas.

En el entorno competitiv­o actual que castiga a la empresa mediana, si el empresario quiere que su compañía sobreviva, ha de apostar por tamaño: vendiendo a una multinacio­nal o dando entrada a inversores para que le ayuden a crecer a través de adquisicio­nes.

No decidir es también una decisión que provoca que grandes empresario­s, habiendo sido héroes, acaben vistos como villanos porque no pueden ni pagar a sus empleados. Un triste fin para tanto esfuerzo y generosida­d tras una encomiable carrera profesiona­l.

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