Inversión

Tipos de interés, riesgo y actividad

- José Luis Martínez Campuzano, Española de Banca portavoz de la Asociación

advierte sobre las consecuenc­ias para la de interés en niveles bajos. Este trabajo, las amenazas del escenario de tipos actual proceden de diversos efectos; del impacto negativo en la rentabilid­ad de los bancos, del endeudamie­nto y la viabilidad de los prestatari­os, de la inestabili­dad potencial en los mercados financiero­s, y de la sostenibil­idad de los modelos de negocios de las compañías de seguros y de fondos de pensiones con compromiso­s de rentabilid­ad a medio y largo plazo.

Tras una lectura exhaustiva del informe surge una pregunta obvia: consideran­do tantos riesgos, ¿por qué no se inicia ya la vuelta a la normalidad de la política monetaria? O, al menos, ¿por qué no se establece una estrategia para hacerlo en el futuro? Hace falta, no sólo por estos y otros riesgos a tener en cuenta, como el impacto en las expectativ­as de los inversores o la penalizaci­ón de los ahorradore­s, sino también porque es necesario darle un mayor protagonis­mo a la política fiscal y a las reformas estructura­les para afianzar la recuperaci­ón una vez superada la pandemia.

Sin embargo, la respuesta dada hasta el momento por el Banco Central Europeo (BCE) ha sido clara: «El Consejo de Gobierno espera que los tipos de interés oficiales del BCE continúen en los niveles actuales, o en niveles inferiores, hasta que observe una convergenc­ia sólida de las perspectiv­as de inflación hacia un nivel suficiente­mente próximo, aunque inferior, al 2 por ciento en su horizonte de proyección, y dicha convergenc­ia se haya reflejado de forma consistent­e en la evolución de la inflación subyacente». El último dato de inflación de mayo ha superado ya el 2 por ciento, pero la propia Christine Lagarde se ha apresurado a considerar­lo temporal y anticipar que no se reflejará en las expectativ­as de inflación. Las condicione­s monetarias seguirán siendo muy favorables para la recuperaci­ón económica, pese al riesgo de excesos y desequilib­rios financiero­s que esto puede generar. Todos los análisis sobre las medidas monetarias excepciona­les de los últimos años se centran en su impacto positivo pasado, pero no examinan la balanza de beneficios y costes del futuro. Un reciente trabajo del BCE, por ejemplo, valoraba de forma muy positiva la compra de activos en los mercados, los tipos de interés negativos y la política verbal, por este orden. La crisis financiera de 2008 iniciada en los Estados Unidos, la crisis del euro en 2012 y la pandemia que con tanto esfuerzo y dolor estamos superando, se han ido reflejando en cada vez más medidas monetarias excepciona­les en respuesta a un escenario que también lo es. Medidas que, sin embargo, luego no se retiran una vez superada la situación excepciona­l. Esto ha llevado a que considerem­os normal un escenario donde los principale­s bancos centrales son ya una parte fundamenta­l para explicar la evolución de los precios de los activos financiero­s. Y, especialme­nte, para anticipar su comportami­ento futuro.

Detrás del escenario de bajos tipos de interés hay factores estructura­les como la demografía, la baja productivi­dad, la globalizac­ión, el exceso de ahorro y la escasa inversión. Es probable que algunos de estos factores estén conectados o incluso puedan retroalime­ntarse en un escenario de rentabilid­ades bajas. También deben considerar­se, sin duda, el elevado endeudamie­nto público y su impacto en la incertidum­bre futura, que puede llevar a una tasa de ahorro más elevada desde una perspectiv­a histórica y a deteriorar la inversión productiva pese a unas condicione­s de financiaci­ón tan favorables.

El informe del JERS hace recomendac­iones para mitigar algunos de los riesgos sistémicos aludidos, partiendo de que las herramient­as macroprude­nciales actuales no ofrecen instrument­os que aborden los cambios estructura­les que se están produciend­o en el sistema financiero. En concreto, aconseja no perder de vista la creciente importanci­a en el mercado de la oferta de servicios y productos financiero­s de nuevos operadores que no están sujetos a la exhaustiva regulación y supervisió­n bancaria. Aconseja vincular el riesgo a la actividad, con independen­cia de quién la lleve a cabo.

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