Inocencia interrumpida
¶rna startup, que en su última ronda de financiación fijó una valoración de 8.600 millones, es la encargada desde hace años de desmontar uno de los mayores mantras de las criptomonedas: la privacidad financiera. La descentralización y operar al margen de cualquier norma -por ahora- atrajo a millones de usuarios. Y evidentemente, en muchos casos, las soflamas vecinales de dinero fácil. Leerá en este número de Inversión que ya quedan pocos recovecos que regateen el escrutinio de las nuevas herramientas. «Nadie escapa», asegura una fuente de alto nivel. El criptoinvierno, una startup y los augurios de recesión interrumpen la «criptoinocencia».
1. Mitos
Una divisa, sea cual sea, precisa de un intangible difícil de cultivar: la confianza. Su intercambio se basa en comulgar o no con ellas. El euro y la libra firmaron esta semana mínimos de dos décadas porque los inversores se creen más al dólar que a sus «pares». Las criptomonedas no escapan a esta norma esencial: también van a pares mezclándose así con las tradicionales. Confiar en una, irremediablemente exige distanciarse de otra. Si el bitcoin o el ether acaban por imponerse al euro o al dólar será porque colectivamente hemos decidido que sea así. Pero habrá víctimas en la cuneta -criptos o no-. Vislumbrar dos sistemas monetarios, como sucede ahora, con trazas de perdurabilidad es el siguiente mito que caerá, después del de la privacidad y las promesas de suculentos beneficios. Este año es interesante por eso: la adolescencia de las criptos acaba. Pronto serán adultas. La pregunta es a quién heredarán.
2. Confianza
El agujero fiscal y el territorio al margen de la ley que crea la criptografía son demasiado obvios como para que los gobiernos quedaran al margen. Así que han colaborado con las mejores mentes para desenmarañar esa suerte de universo paralelo. Hoy todo es localizable. Por tanto, perseguible y castigable (si procede). Si los gobiernos continúan así -y lo harán porque es su obligación- poco a poco contribuirán a crear un clima de confianza que atraiga a los inversores más recelosos. Probablemente, los gobiernos que hoy bucean en los proyectos criptográficos y en la «web oscura» para poner orden allí estén contribuyendo a la caída de las monedas tradicionales.
3. Privacidad
Es llamativo que los creyentes de las criptos guarden con más celo su privacidad financiera que la personal. Y esa brecha es la que ha desmontado el baluarte de las criptomonedas.