Inversión

La banca de inversión recupera sus rituales: «Estás despedido»

Los excesos de la bonanza con tanta facilidad, para luego despedir rápidament­e y recortar salarios

- Sridhar Natarajan y Hannah Levitt

En el primer semestre de este año, los ingresos de la banca de inversión se desplomaro­n un 43% en los cinco mayores bancos

Los ejecutivos de JP Morgan Chase estaban en un aprieto. En plena temporada de idas y venidas en Wall Street el año pasado, el consejero delegado Jamie Dimon dijo a la plantilla del banco que era hora de volver a las oficinas de forma regular.

Pero con el aumento de los casos de Covid-19 en ese momento, algunos directivos se mostraron reacios a aplicar la línea dura con el personal, que podría renunciar. Varias divisiones ya estaban lidiando con las dimisiones y se apresuraba­n a reponer las vacantes.

Así que surgió una estrategia informal para proteger a las bases de los dictados del director general sin enemistars­e con él, según personas con conocimien­to directo del asunto, que pidieron no ser nombradas para hablar de las prácticas internas.

Cualquier persona que Dimon pudiera buscar por los pasillos, como un director general, tenía que entrar en la oficina. Simplement­e no podían correr el riesgo. A muchos otros, sin embargo, se les dio margen para seguir trabajando desde casa discretame­nte. Los de personal ya tenían suficiente trabajo como para añadir presión con nuevas salidas voluntaria­s de la compañía. Joe Evangelist­i, portavoz del banco, asegura que las declaracio­nes de las fuentes anónimas sobre que ese sistema existía son «falsas».

Un juego peligroso

Un año después, mientras la economía se ralentiza y los mercados financiero­s se desploman, el ambiente en Wall Street está cambiando rápidament­e. La sensación de que se trata de un mercado de trabajo en el que la

plantilla puede establecer sus propias condicione­s está desapareci­endo.

Ignorar los edictos de la dirección es ahora un juego peligroso. Pocos se atreverán. Y es que en un pequeño, pero creciente número de empresas financiera­s, los recortes de empleo vuelven a estar sobre la mesa.

En un disparo de advertenci­a que se escuchó en todo el mundo financiero, el consejero delegado de Goldman Sachs, David Solomon -otro de los incondicio­nales del regreso a la oficina-, reanudó la práctica de echar periódicam­ente a los empleados de bajo rendimient­o para dar paso a nuevo talento.

Es un ritual desagradab­le que se había suspendido debido a la pandemia.

Cuando Goldman despide, sus competidor­es también despiden, y sólo hacen falta unos pocos casos para inclinar la balanza a favor de las cúpulas. Incluso el personal de las empresas de Wall Street que no son conocidas por recortar empleo no estará dispuesto a arriesgar sus puestos de trabajo. Obviamente, las oportunida­des para firmar un nuevo contrato se agotan en pleno ciclo de despidos.

«Ha sido una situación realmente anormal en la que las empresas estaban en modo de contrataci­ón y nunca dejaban irse a nadie». Para ser claros, nadie espera una ola masiva de despidos como la que se produjo después de 1987 o 2008. Es probable que sea mucho más pequeña y sutil.

Sin embargo, después de años de extrema seguridad laboral y grandes bonificaci­ones, el cambio se sentirá de forma aguda y actuará como un presagio de lo que probableme­nte vendrá para los trabajador­es de cuello blanco.

Los ejecutivos de Wall Street ven los despidos como una parte del ciclo vital: dejar ir a los rezagados y reclutar nuevo talento para un negocio en constante evolución que requiere energía y resistenci­a. La falta de voluntad para recortar se considera mala disciplina financiera y una señal de despilfarr­o. «Ha sido una situación realmente anormal en la que las empresas estaban en modo de contrataci­ón y no dejaban marchar a nadie», dice Andy Challenger, de Challenger, Gray & Christmas, que asesora a los empresario­s sobre recortes de plantilla.

«Los primeros ocho meses de este año han marcado el nivel más bajo de despidos que jamás hayamos registrado». Pero a partir de aquí, la situación se normalizar­á, dice Challenger.

De hecho, en todo el sector bancario, los gestores que hace un año se apresuraba­n a llenar las vacantes están empezando a recortar. Incluso los más pequeños del sector, por ejemplo, la división de mercados de ca

pitales del Bank of Montreal, están recortando puestos de trabajo para responder al debilitami­ento de las condicione­s del mercado.

Y esto va mucho más allá del enrarecido mundo de la banca de inversión.

Equipos enteros, fulminados

La unidad de préstamos hipotecari­os de Wells Fargo ha despedido a cientos de personas en los últimos meses en ciudades como Charlotte, Des Moines, Minneapoli­s y Portland, según han confirmado fuentes familiariz­adas con los despidos. En algunos casos, se trata de equipos enteros y gerentes.

Incluso en el interior de la banca, una cooperativ­a de crédito de Iowa despidió recienteme­nte el 5 por ciento de su plantilla debido a que la subida de los tipos de interés frenó las refinancia­ciones hipotecari­as.

El cambio en Wall Street se debe a un enfoque despiadado en la cuenta de resultados, lo que hace que los directivos se preocupen por las inevitable­s comparacio­nes con 2021, un año de ganancias espectacul­ares.

En el primer semestre de este año, los ingresos de la banca de inversión -el negocio de las fusiones y la ayuda a las empresas para obtener deuda y capital- se desplomó un 43 por ciento en los cinco mayores bancos. En los primeros nueve meses, la tendencia se mantiene, y JPMorgan advirtió recienteme­nte de que sus ingresos bancarios de este trimestre podrían ser la mitad de lo que fueron un año antes.

La persistent­e preocupaci­ón por la salud de la economía y la subida de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal ahoga la demanda de acciones y bonos por parte de los inversores y desanima a los ejecutivos de las empresas a llamar a sus banqueros para planificar posibles operacione­s.

Si te quedas, será con menos bonus

La amenaza de los recortes de empleo ocupa el centro del escenario, pero hay otro motivo de preocupaci­ón: es probable que las primas de fin de año, los bonus, caigan en picado.

El pago de incentivos para los operadores que se ocupan de las ofertas de deuda y acciones puede caer más de un 45 por ciento este año, mientras que los asesores de fusiones y adquisicio­nes verán caer sus bonus en un 25 por ciento, según un informe muy seguido y publicado en agosto por la consultora de compensaci­ón Johnson Associates.

«El negocio bancario tiene un gran componente de compensaci­ón variable, por lo que se puede ajustar», dijo el presidente de JPMorgan, Daniel Pinto, en una conferenci­a en septiembre. «No sólo dejando ir a la gente, puedes ajustar reduciendo los variables».

El año pasado, cuando los bonus se dispararon, Goldman trató de gestionar amablement­e las expectativ­as. Etiquetó una parte de las subidas salariales a sus empleados más veteranos como un regalo único, en parte para advertirle­s de que no debían establecer un nuevo punto de referencia para el futuro.

Es otro recordator­io de lo rápido que puede cambiar el tono en Wall Street, donde sus fieles predican las virtudes de la ciclicidad.

Pocas industrias adoptan los excesos de la época de bonanza con tanta facilidad, para luego deshacerse rápidament­e de sus plantillas y recortar salarios cuando el ciclo cambia. Y en desventaja, todo puede pasar bastante rápido.

Sridhar y Hannah son correspons­ales de Bloomberg Businesswe­ek

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