A medida que crecen las protestas y las fuerzas de seguridad se ven más presionadas, se teme que Irán pueda pedir refuerzos, incluso, a Putin
economía de la nación con severas sanciones.
El país del Golfo Pérsico se sumió en la crisis, y todas las esperanzas sobre la recuperación económica y la apertura política que podría haber en el futuro se disolvieron en cuestión de horas.
La economía se contrajo y la moneda entró en caída libre, avivando la inflación. Los esfuerzos del gobierno para frenar los daños fracasaron, mientras que la corrupción prosperó. La política de Trump culminó con el asesinato del general más famoso de Irán, Qassem Soleimani, en enero de 2020.
Le siguió un ataque con misiles iraníes contra bases estadounidenses en Irak, junto con el desastroso derribo del vuelo 752 por parte del CGRI.
La posterior toma de posesión de Raisi tras las elecciones de 2021 supuso la consolidación del poder por parte de los partidarios de la línea dura política y religiosa de Irán en todos los resortes del Estado.
Ante la ira y las protestas de la población en su país y la presión sin precedentes de Washington, el clero y los servicios de seguridad de Teherán se pusieron en pie de guerra, sin admitir críticas ni oposición, persiguiendo incluso a los disidentes exiliados en Francia y atrayéndolos de vuelta a Irán para que se enfrentaran a la soga.
La República Islámica también se ha acercado más a la órbita de Rusia tras la invasión de Ucrania por parte de Vladimir Putin este año, mientras que los lazos económicos con Europa, que en su día fue su mayor socio comercial, se han reducido.
A medida que crecen las protestas y las fuerzas de seguridad se ven más presionadas, se teme que Irán pueda pedir refuerzos a algunos de sus aliados en la región. Los dirigentes del país han invertido décadas y considerables recursos en el desarrollo de apoderados en Líbano, Siria e Irak, que podrían ser movilizados para ayudar a sofocar esta última turbulencia.
Los informes en las redes sociales muestran que las protestas continúan en docenas de pueblos y ciudades, con gente concentrándose en las calles hasta bien entrada la noche. Sindicatos, universidades y escuelas han prometido su apoyo a los manifestantes y a la familia de Amini, al igual que celebridades y figuras del deporte.
En Teherán, donde las autoridades han inundado los principales espacios públicos con fuerzas de seguridad para impedir las concentraciones, muchas personas salen en coche para crear atascos en las calles y hacer sonar sus bocinas en señal de apoyo.
Estas protestas son diferentes de las convulsiones que Irán ha presenciado en el pasado, no sólo porque están lideradas por mujeres, sino porque los marchas trascienden las líneas de clase y etnia.
La muerte de Amini provocó una reacción especialmente fuerte en la región kurda del país, que limita con Irak y Turquía y alberga a una comunidad que ha sido marginada por los responsables de Teherán durante décadas.
En los próximos días o meses sabremos si los manifestantes tendrán éxito en sus intentos de dar un nuevo rumbo al país. O si se convertirán en otra dolorosa entrada en una letanía de «por».
Golnar es corresponsal de Bloomberg Businessweek.
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