‘Tempus fugit… et revenite’

Los fondos de inversión nacieron para que el pequeño inversor pudiera acceder a los mercados siguiendo el principio de que la unión hace la fuerza y que cuantos más seamos más reiremos y mejor nos irá. Son algo así como la multipropiedad en la que los inversores (partícipes) encomiendan a un administrador (sociedad gestora) y a un controlador (entidad depositaria) buscar un beneficio (rentabilidad) mercadeando con valores mobiliarios (cartera).

No voy a explayarme sobre el éxito obtenido sino comentar sobre un modelo – acaso inverso – que se está gestando en el mundo inmobiliario y que nos devuelve al pasado.

Con los precios de compra de vivienda por encima de los máximos de 2007 y los del alquiler en franca elevación muchas personas ven vedado disponer individualmente de una residencia. En otros países como Inglaterra el fenómeno de compartir cobijo, sobre todo en el caso de estudiantes, es corriente debida su carestía y con esta idea alguna empresa española está comenzando a entrar en este segmento de negocio buscando pisos grandes, parcelándolos con ciertas comodidades e independencia con un público objetivo formado no solo por educandos sino también por trabajadores desplazados de su origen que no pueden – o no quieren – asumir el precio de un hospedaje en hotel o apartamento.

La vida está cambiando (y más que lo hará) y así como nos hemos acostumbrado a dedicar horas para desplazarnos al trabajo y comer de malas maneras en una fiambrera o en el bar de la esquina deberemos hacerlo a ejecutar el descanso de los días laborables en una morada compartida.

De todas maneras, ¿se acuerdan cuando en la mitad del siglo pasado muchas personas vivían en pensiones con habitación con derecho a baño y cocina?

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