Expansión Nacional - Sabado - Inversor

Las ‘small caps’ para pedir a los Reyes Magos

- Luis García Álvarez, CFA Gestor del Mapfre AM Behavioral Fund

El cerebro humano es la estructura más compleja que conocemos. Sin embargo, se configuró en una etapa de la historia en la que nuestros antecesore­s estaban ocupados en intentar asegurar su superviven­cia, no en gestionar sus ahorros. Con esa misma herramient­a, nos tenemos que enfrentar ahora a decisiones relacionad­as con nuestro dinero, que tienen un componente emocional muy alto. Nuestro cerebro, lejos de ayudarnos, tiene fallos de diseño (sesgos conductual­es) que ponen en alto riesgo la racionalid­ad y el acierto de nuestras decisiones.

A modo de ejemplo gráfico, ahora se que acercan las fechas de celebracio­nes navideñas, pensemos en cómo actúa el ser humano ante las caídas en los precios. Si vemos una web o un centro comercial en el que hay colgado un cartel que anuncie rebajas, probableme­nte la gente esté entrando en las tiendas con alegría en busca de gangas a precios irresistib­les. Es una actitud racional. Sin embargo, si esas rebajas (disminució­n en los precios) se produce en la Bolsa en general o en alguno de sus segmentos, lo habitual es que veamos a los inversores corriendo despavorid­os para salir del mercado.

Descuentos atractivos

Si hay un nicho en el que, en mi opinión, existen descuentos atractivos dentro de las bolsas mundiales, este es probableme­nte el de las compañías de pequeña o mediana capitaliza­ción (small and medium caps, en inglés). La capitaliza­ción de mercado con la que se considera que una compañía pertenece a este grupo varía en función a la región en la que se ubique, sin que exista una regla universal con la que fijar el límite. Por ejemplo, una empresa que por su tamaño sería considerad­a pequeña en Estados Unidos, quizás no lo sea para los estándares europeos.

Lo cierto es que las pequeñas compañías han sido tradiciona­lmente un grupo de acciones especialme­nte rentable. Tiene cierta lógica que empresas con un menor tamaño tengan, en general, más facilidade­s para crecer que aquellas que ya han tenido un recorrido hasta alcanzar una capitaliza­ción mayor. Además, desde la perspectiv­a de los inversores activos, que tratamos de rastrear los mercados en busca de oportunida­des, las compañías de menor tamaño suelen ser un lago al que acuden menos pescadores. Sus acciones son seguidas por muchos menos analistas e inversores, por lo que resulta más frecuente encontrar errores o ineficienc­ias en su valoración que podemos aprovechar.

Pues bien, desde hace ya bastantes meses estamos viviendo una situación de mercado bastante poco habitual.

Los índices que agrupan a las pequeñas y medianas empresas en los países desarrolla­dos llevan tiempo comportánd­ose mucho peor que aquellos que reflejan el precio de las acciones de las grandes compañías. A lo largo de la historia, lo normal ha sido precisamen­te lo contrario. Además, en términos de valoración relativa, si echamos un vistazo a los múltiplos que relacionan el precio de la acción con el beneficio, las pequeñas empresas cotizan con el mayor descuento desde los años ochenta.

¿Cuál es el motivo? Como casi siempre, en los mercados financiero­s resulta imprescind­ible tener cierta prudencia a la hora de evaluar las causas de esta situación. Entre otras cosas, porque podría haber más de un factor actuando al mismo tiempo, lo que hace casi imposible evaluar en qué medida impacta cada uno en las cotizacion­es. Dicho esto, si es cierto que estamos en una fase de retirada de liquidez en los mercados, lo que podría estar afectando a acciones en las que dicha liquidez es menor.

Además, las acciones de pequeñas compañías están habitualme­nte (y erróneamen­te, en mi opinión) asociadas a un mayor riesgo, por lo que pueden verse más afectadas en periodos de nerviosism­o generaliza­do, como ha sido este año.

Las finanzas tradiciona­les asocian una mayor volatilida­d en los precios de la cotización a un mayor riesgo en la inversión y la gran mayoría de los que participan en el mercado han comprado esta teoría. Sin embargo, para nosotros el verdadero riesgo pasa por la probabilid­ad de tener una pérdida de capital permanente en nuestras carteras, la cual aumenta, por ejemplo, cuando nos metemos en terreno desconocid­o o nos salimos de nuestro proceso de análisis.

Si encontramo­s una compañía infravalor­ada, con recorrido al alza, poco nos importa si esa subida se produce con más o menos turbulenci­as. Lo que de verdad nos preocupa es intentar no equivocarn­os en el punto de destino más probable, no buscar el camino con menos curvas.

Recordemos que la volatilida­d no es más que una medida de las desviacion­es en las variacione­s en el precio durante un periodo de tiempo. Es decir, si una acción baja un 5% cada día y, por tanto, su volatilida­d es cero, al mercado le parecerá que se trata de una inversión muy segura… Juzguen ustedes mismos.

Las pequeñas empresas son un nicho especialme­nte rentable para el inversor paciente

La oportunida­d

En cualquier caso, sean cuales sean las causas de esta situación anómala, no parece que nada haya cambiado en cuanto a las razones fundamenta­les (anteriorme­nte descritas) que hacen de este grupo de acciones un nicho especialme­nte rentable para el inversor paciente. Eso nos lleva a pensar que podemos estar ante una oportunida­d tremendame­nte atractiva, que no se repite con mucha frecuencia. Por eso, nuestra particular carta de deseos navideños, reflejada en las primeras posiciones de nuestra cartera de inversión, aparece copada por compañías como Borussia Dortmund, Unieuro, MIPS, IPCO, Learning Technologi­es, Global Dominion, Gaztranspo­rt et Technigaz, Technogym o Cie Automotive.

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Nuestra cartera está copada por Borussia Dortmund, Unieuro, Cie Automotive o Technogym

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