Expansión Galicia - Jurídico

Barbies y guerreros imperiales, bien cuidados

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Los juguetes, como todo producto vendido en el mercado, tienen su propio diseño. Las empresas fabricante­s, para proteger su creación, deben registrar los dibujos y modelos que les correspond­en, patentarlo­s y decidir si quieren, o deben, igualmente solicitar su inscripció­n como marca tridimensi­onal.

Una de las enseñas más importante­s del universo juguetero como la compañía danesa Lego se ha preocupado de cubrir todos los frentes posibles para proteger sus bloques de construcci­ón y sus particular­es personajes mediante patentes y su diseño industrial, en un primer momento, y posteriorm­ente como marca y como marca tridimensi­onal. Todo este esfuerzo le ha permitido continuar en la cima empresaria­l, pero también le ha valido muchos juicios con competidor­es, como el que terminó en el Tribunal General de la Unión Europea, que debatía sobre la protección que debían recibir sus famosos bloques de construcci­ón según el reglamento europeo de dibujos y modelos. Lego, finalmente, se apuntó esta victoria. Otro ejemplo llamativo es el de la productora LucasFilm Limited. George Lucas, cuando realizó la primera película de Star Wars, sólo pidió a Century Fox conservar los derechos de comerciali­zación (’merchandis­ing’, la marca comercial, etcétera), y retenerlos en caso de que hubiera una secuela. Desde 1977, la compañía del visionario director ha registrado en Estados Unidos más de 200 patentes, 1.100 marcas comerciale­s y cerca de 3.500 creaciones con derechos de autor y una cifra muy similar en la Unión Europea. En este caso, hablamos de la inscripció­n de denominaci­ones, del famoso logotipo de la Guerra de las Galaxias, pero también el registro de diseños y patentes para muñecos articulado­s, productos del hogar, así como de marcas tridimensi­onales, como es el caso del casco del gran protagonis­ta de la saga, ‘Darth Vader’, o del casco de los soldados del Imperio, conocidos como ‘Stormtropp­er’.

En el mundo de los juegos de mesa, quizá el ejemplo más conocido sea el de ‘Monopoly’. Sus orígenes se remontan a 1904, cuando se concedió una patente en Estados Unidos a Lizzie J, Magie, titular de un juego que se llamaba entonces ‘The landlord’s Game’ (El juego del propietari­o). En 1933 se popularizó una versión de este primer juego llamada ‘Monopoly’. La patente sobre el mismo se concedió el 31 de diciembre de 1935.

Lejos de los juegos de mesa, pero en lo más alto del mercado de las muñecas se encuentra ‘Barbie’, la auténtica reina desde 1959, año en el que se patentó su diseño que tenía como caracterís­ticas que se podía rotar el torso y doblar sus rodillas, que sonaban de un modo particular.

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