El Mundo Primera Edición - La Lectura
Entre la crítica a la realidad y el mundo de los sueños
Coinciden dos rarezas literarias del narrador Patricio Pron, una ácida y certera reflexión sobre la actualidad del sector literario y un juguetón volumen de sueños
parece prohibirlo, síntoma de cómo la novedad devora cualquier criterio pausado.
El escritor parte de esta premisa para desarrollar una breve y contundente reflexión sobre las problemáticas del mercado cultural, y sobre todo del libro, en nuestro tiempo. Uno de sus puntos de partida es ese triunfo de una velocidad absoluta, indecente al obligar a lectores y a críticos a seguir una senda imposible, al desbordar la oferta a la demanda y exigirse unos resultados quiméricos, perfectos para ahondar en el vaciado del pensamiento crítico, derrotado por la rebaja de calidad en unas estanterías desbordadas. creciente analfabetismo funcional, o la bookishness, tendencia consistente en apostar por la lectura no por afición, sino por postureo. Quizá por eso muchos libreros sobreviven con encargos de obras a kilo, idóneas para decorar. ¿El mundo al revés? No, sólo una consecuencia de cómo la industria se ha amoldado para sobrevivir al espíritu del presente.
Toda esta pesadilla puede evitarse si se retorna a una lentitud coherente, donde las palabras recuperen su sentido original, aunque ese aire no parece asomar en la atmósfera. La última esperanza fue la pandemia, cuando se recobró la venta de libros de fondo por el confinamiento.
En esas casas donde las ventanas eran el acceso a la calle no existió la noche y los sueños adquirieron otro calado. Para la mayoría de escritores dos temas son los más espinosos. Hacer reír con palabras impresas y lo onírico, que suele tildarse de recurso barato para salir del paso. Pron resuelve el dilema con
donde retoma una tradición antigua como el mismo mundo, la de los libros de sueños, recopilaciones de tramas cuando reposamos con los ojos cerrados para abandonar lo tangible y encajar los engranajes antes del despertar. El hecho de ofrecernos un repertorio de su bagaje en estas lides puede constituir para quien los lea una oportunidad para jugar a interpretar a su protagonista, feliz al experimentar otro tipo de narrativa inconsciente, pues cuando dormimos la narrativa no se ajusta a las estructuras canónicas y fluye libre.
Conseguir ajustar ese mecanismo no era, ni mucho menos, coser y cantar. Para lograrlo, Pron reparte su baraja de modo preciso con el fin de hilvanar con mayor solvencia las redundancias oníricas, como las cuatro y media de la tarde como hora omnipresente, dislates geográficos en compañía de amigos del mundillo, íncubos con proliferación de animales más bien maltratados, confusiones léxicas, apariciones papales o retornos al pasado en situaciones imprevistas. Esto último un clásico para cualquier ser humano, pues los sueños se forjan con todas las materias pensadas, pisadas o padecidas.
No, no pienses en un conejo blanco y Traumbuch son obras complementarias. La primera exhibe a Pron en el necesario papel intelectual de intervenir en la esfera pública de su profesión. La segunda apunta a no perder comba con fórmulas poco comerciales entre lo sofisticado y lo popular. De este modo filtra una sutil crítica a ese apego enfermizo del hoy con falsas revoluciones.