El Mundo Primera Edición - La Lectura
Los clásicos: sabios y divertidos
El filólogo Emilio del Río acerca al lector, en un ensayo entretenido y erudito, el mundo grecolotino a través de 36 personajes y sus obras
Entre la erudición y la anécdota, pero siempre con sentido del humor, Emilio del Río (Logroño, 1963) se ha convertido en un paladín de los clásicos, que recomienda leer tanto por placer como por la sabiduría que encierran. Y por su actualidad: a todo tienen respuesta. Su último libro, Locos por los clásicos (Espasa), lo demuestra.
«Durante generaciones la literatura, la pintura, la escultura, la ópera, en nuestra época el cine y el cómic, han seguido recreando los grandes temas que escribieron por vez primera los clásicos grecolatinos. No se entiende la tradición cultural occidental sin ellos. Además, nos sirven para la vida, para entendernos mejor a nosotros y al mundo que nos rodea», dice Del Río, doctor en Filología Clásica. Por su trabajo La influencia del teatro de Séneca en la literatura española d. C., escribió 1.561 epigramas (poemas de siete versos en su caso). Quevedo le debe mucho, pues no sólo lo leyó y lo tradujo, sino que lo imitó y lo publicó. Arremete contra la hipocresía pero no ataca a las personas, y su bonhomía se refleja en sus textos.
«Las cosas que hacen la vida más feliz», escribe, «son estas: una hacienda conseguida no a fuerza de trabajar, sino por herencia. Un campo no desagradecido, un fuego perenne, nunca un pleito, pocas veces las formalidades, una mente tranquila, unas fuerzas innatas, un cuerpo sano, una sencillez discreta, unos amigos del mismo carácter, unas comidas frugales, una mesa sin afectación (…) querer ser lo que se es y no preferir nada. Ni temer ni anhelar el último día».
Puesto en la tesitura de elegir tres clásicos, Emilio del Río, que tiene en Radio Nacional el espacio Verva Volant, se decanta por la poeta Safo («Inmortal Afrodita, hija de Zeus, que enredas con astucias, te imploro, no domines con penas y torturas mi pecho»), de cuya obra se conserva una ínfima parte y cuya influencia abarca desde Platón a Virginia Woolf. También por la Odisea de Homero, «mucho más que un libro maravilloso sobre las aventuras de Ulises en su viaje de regreso a Ítaca, es el viaje de la vida». Y el carpe diem de Horacio: «Sé prudente, filtra el vino y, en el breve espacio que es la vida, contén la esperanza. Mientras hablamos, el tiempo, celoso, ha escapado. Aprovecha la vida, no te preocupes del mañana».