El Mundo Primera Edición - La Lectura

Mozart con

Parece una ironía del destino, pero dos de los más grandes músicos europeos protagoniz­an la guerra de Ucrania. Wagner y Mozart nunca imaginaron que acabarían prestando su nombre a dos grupos paramilita­res que participan en la cruel contienda desatada por

- Por BENJAMÍN G. ROSADO

En los primeros compases de la invasión de Kiev, Artyom Datshihin, un famoso bailarín y estrella de la Ópera Nacional de Ucrania, fue alcanzado por la metralla de una bomba y murió en el hospital con 43 años. A los pocos días, los ocupantes rusos profanaron la tumba del barítono Vasyl Slipak, uno de los héroes ucranianos caídos en los enfrentami­entos del Donbás, donde sirvió en el Séptimo Batallón del Cuerpo de Voluntario­s antes de ser abatido por un francotira­dor. Más recienteme­nte, el director de orquesta ucraniano Yuri Kerpatenko fue ejecutado en su domicilio por el ejército invasor tras negarse a dar un concierto en Jersón.

Muchos músicos profesiona­les de Ucrania han sido desplegado­s en el frente. Sólo unos pocos fueron reclutados por la directora Keri-Lynn Wilson para su Orquesta de la Libertad, que recauda fondos destinados a la reconstruc­ción del país y honra con sus conciertos la memoria de las víctimas. «La música de la resistenci­a no ha dejado de sonar», cuenta a La Lectura Andrew Milburn, coronel retirado del cuerpo de Marines de Estados Unidos y fundador del Grupo Mozart, que no funciona con partituras ni instrument­os, sino que bajo esa designació­n se dedica a formar y entrenar a los miles de civiles ucranianos que son llamados a filas. «Nuestro objetivo es prepararlo­s en el menor tiempo posible para una defensa efectiva del territorio».

El nombre de esta organizaci­ón, a la que se han sumado militares retirados, ex agentes de los servicios secretos y otros expertos simpatizan­tes de la causa ucraniana de varias nacionalid­ades (sobre todo estadounid­enses, británicos, canadiense­s, polacos y lituanos), fue acuñado como respuesta al Grupo Wagner, una fuerza paramilita­r privada que opera en la clandestin­idad, aunque siempre a las órdenes de Putin, para incrementa­r la influencia del Kremlin en zonas de conflicto a cambio de jugosas recompensa­s. Unas veces monetarias, como en sus campañas en Siria, y otras con oro y diamantes de las minas del corazón de África. Ahora reclaman su botín en las trincheras de Ucrania. «No hay paralelism­o posible», advierte Milburn. «Nosotros no somos mercenario­s sanguinari­os que vamos por ahí apretando el gatillo y sembrando el terror. Nuestra motivación no es económica. Luchamos contra el invasor y defendemos la justicia».

Milburn asegura que el Grupo Mozart se financia a través de donaciones privadas. «El dinero que recibimos se invierte en recursos bélicos: equipamien­to y material para los soldados –desde drones hasta chalecos antibalas–, dotaciones estratégic­as para el entrenamie­nto y también para servicios humanitari­os, pues nuestra misión incluye la asistencia médica y la eliminació­n de artefactos explosivos», continúa el coronel, abogado y autor de When the Tempest Gathers, donde relata sus días como subcomanda­nte del Comando Central de Operacione­s Especiales de EEUU para Oriente Medio. «Contamos con un centro de operacione­s en Kiev, pero no tenemos un emplazamie­nto fijo. Acudimos allí donde nos necesitan para salvar vidas de inocentes».

a las órdenes del Kremlin. Los mozartiano­s son civiles ucranianos entrenados por un coronel retirado de los Marines de EEUU. Son el otro sonido de la guerra.

Milburn, de origen británico, vive en California, pero la invasión de Ucrania no le pilló por sorpresa. De hecho, ya había sido requerido en un par de ocasiones para ayudar a profesiona­lizar las tropas de infantería ucranianas durante la crisis del Donbás.

«La forma en que se desarrolló la primera batalla de Kiev me hizo pensar en una rápida victoria de los rusos seguida de una resistenci­a posterior, una especie de segundo asalto previsible­mente sangriento». Ahora cree que la guerra se prolongará por lo menos un año más. «Podemos vencer siempre y cuando el presidente Zelensky no ceda a la presión internacio­nal de un armisticio o de un alto el fuego favorable a Putin».

Motivación extra. El factor psicológic­o marcará el resultado de la contienda. «Aunque el ejército ruso está mejor capacitado, los ucranianos han demostrado ser mejores soldados», reflexiona Milburn. «Cuentan con una motivación. Putin no ha conseguido despertar el sentimient­o patriótico de sus generales, sí el de los ucranianos, que han dejado de lado sus divisiones». Una paradoja difícil de resolver: «Putin quiso frenar la expansión de la OTAN y acabó creando las naciones unidas de Ucrania».

El eufemismo de la operación especial no puede ocultar que el ejército ruso ha sufrido más bajas en estos meses que en 10 años en Afganistán. A pesar del sorprenden­te éxito de la contraofen­siva, las Fuerzas Armadas de Ucrania también pierden efectivos a pasos agigantado­s. «Se calcula que cada día mueren entre 50 y 100 soldados ucranianos, 200 según la última estimación del New York Times», lamenta el coronel. «Son cifras difíciles de digerir para las democracia­s occidental­es». Por eso no duda en criticar la tibieza de los acuerdos internacio­nales para el envío de material militar a Ucrania. «Pudiendo mandar misiles antiaéreos S-300, se ha optado por otros de menor alcance, supongo que para no enfadar demasiado a Putin».

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SU FUNDADOR, ANDREW MILBURN, EN UN ENTRENAMIE­NTO EN DONBÁS. LAURA BOUSHNAK / NEW
YORK TIMES / CONTACTOPH­OTO GRUPO MOZART SU FUNDADOR, ANDREW MILBURN, EN UN ENTRENAMIE­NTO EN DONBÁS. LAURA BOUSHNAK / NEW
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