El Mundo Primera Edición - La Lectura

De mano invisible a centinela de Putin

Los mercenario­s del Grupo Wagner tienen tanta influencia en el Kremlin que ya no operan en la sombra. Su popularida­d se ha disparado e incluso cuentan con su propia agencia de I+D

- Por XAVI COLÁS

El Consejo de Seguridad de Rusia alertó recienteme­nte de que la entrada de Ucrania en la OTAN podría desencaden­ar una Tercera Guerra Mundial. «Para eso haría falta algo más que el empeño de un solo hombre. Y por mucho poder que haya concentrad­o Putin, la inteligenc­ia rusa sigue tomando las decisiones importante­s». Ni siquiera cree que los ataques de bandera falsa (acusacione­s cruzadas de uso de armas químicas) puedan desembocar en un escenario nuclear. «Dicho lo cual, no debemos descartar una detonación táctica, no necesariam­ente en el campo de batalla, tal vez en el Mar Negro».

Hace unos días, Rusia acusó a Ucrania de un ataque masivo con drones que habría dañado su flota precisamen­te en el Mar Negro, en una zona próxima a Crimea. «Esta tecnología ha cambiado radicalmen­te el concepto que teníamos de guerra», explica. «La aparición del dron supone un cambio de ciclo, que se rige por nuevas reglas». En los centros de entrenamie­nto del Grupo Mozart, los soldados aprenden a utilizar los modelos ISR de vigilancia y a montar morteros fabricados con impresoras 3D sobre estos pequeños vehículos aéreos.

A Milburn le preocupa el paulatino desgaste de los liderazgos políticos a medio y largo plazo. «Zelensky se ha convertido en un carismátic­o referente, pero Putin podría tener más aguante. Tanto Rusia como Ucrania han perdido ya demasiado como para que podamos hablar de una victoria concluyent­e de alguna de las partes. Lo importante es que Occidente no se autoimpong­a líneas rojas, ya sean legales o morales». Y pone de ejemplo de determinac­ión en la lucha contra la «escalada del miedo» al ex primer ministro británico Boris Johnson. «Aquí se le venera como a un héroe». Milburn, nacido en Hong Kong, conserva la nacionalid­ad británica. «Cada vez que enseño mi pasaporte en un aeropuerto de Ucrania los agentes de aduana corean su nombre: ¡Boris!, ¡Boris!». Palabra de origen eslavo que significa «glorioso combatient­e».

Hubo un tiempo en el que los expertos hablaban de los paramilita­res rusos de Wagner como «la mano invisible» de Putin en guerras lejanas. Todo el mundo sabía que Evgeny Prigozhin era algo más que el chef de Putin, como le apodaron por tener miles de contratas de catering en el país. Pero cada vez que alguien le relacionab­a con esta trama de mercenario­s, el poderoso empresario lo llevaba a juicio.

La guerra de Ucrania ha sacudido con tanta fuerza a Rusia que ahora Prigozhin presume de lo que antes considerab­a una difamación. Él mismo ha notado el viento a favor con el reciente nombramien­to del general Serguei Surovikin, para liderar lo que Rusia llama la operación militar en Ucrania. Ambos han colaborado en el pasado.

En Rusia las compañías paramilita­res no son legales. Wagner sigue sin existir a efectos oficiales y su importanci­a en el campo de batalla y en Rusia es relativa, pero creciente. Las fuerzas rusas desplegada­s oscilan entre 150.000 y 200.000 efectivos. Los wagneritas suman unos 7.000, aunque la cifra va en aumento en parte por la «cosecha carcelaria».

Los líderes del Grupo Wagner, el ejército mercenario ruso que responde ante Vladimir Putin, ahora tienen tanta influencia política en el Kremlin como el ministro de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, y el ministro de Defensa, Sergei Shoigu. Esto es lo que el ex oligarca y opositor Mijail Jodorkovsk­y le dijo al comité de Asuntos Exteriores del Parlamento británico. Prigozhin tiene tanto acceso a Putin como los más altos funcionari­os gubernamen­tales.

Desde la guerra a la corrupción, no hay mal para Rusia que no convenga a los mercenario­s. Lo mismo pasa con el temido reclutamie­nto. La popularida­d de Wagner en Rusia aumentó en los últimos meses desde que pudo esgrimir que su existencia actuaba como una alternativ­a a una movilizaci­ón más amplia, asegura Jodorkovsk­y.

Antes de la guerra, el entorno de Putin convenció al líder ruso de que Kiev podría ser tomada en tres días. Después hubo que mandar más soldados. Ahora ha habido que reclutar incluso a civiles. ¿Qué papel juegan estos mercenario­s en la guerra?

Jodorkovsk­i cree que este ejército privado permite al jefe del Kremlin mentir, negar su responsabi­lidad e implementa­r una política exterior ilegal. «Están involucrad­os en terrorismo y matanzas», dijo, y agregó que el Reino Unido y otros países habían sido demasiado lentos a la hora de proscribir al grupo como tal a pesar de su clara actividad «terrorista» en África.

Cadena de mando. Denis Korotkov, periodista ruso que lleva años investigan­do a los wagner y que ahora trabaja en el Dossier Center, cree que no son tan infalibles. «No creo que sean tan útiles para Putin», cuenta a La Lectura. «Claro que es una fuerza militar que a la vez puede eludir responsabi­lidad, pero no puede manejarse sin el apoyo de las estructura­s presidenci­ales. Veo más contras que pros», asegura desde San Petersburg­o. «Y van contra la soberanía del país», de

nuncia, pues no responden ante la cúpula militar, «sólo ante Putin». Pero aunque hayan ganado importanci­a, Prigozhin «no tiene ahora un perfil político». Sus relaciones con generales «no importan, lo importante [para él] es sólo una persona: Putin. Lo demás da igual».

El Grupo Wagner llegó a Donbás (Ucrania) en 2014 para ayudar a los separatist­as prorrusos a expulsar a las fuerzas ucranianas. Tras la ofensiva del pasado mes de febrero, tuvieron un papel activo en la captura de ciudades como Popasna y Severodone­tsk, en Lugansk.

El grupo ha estado activo recienteme­nte no sólo en Ucrania. También en Siria y países africanos: desde 2016 en Libia apoyando a las fuerzas leales al general Khalifa Heftar, también en la República Centroafri­cana y en Sudán, para proteger las minas de diamantes y de oro donde empresario­s rusos hacen negocio. Y en Malí, atenazado por los ataques de grupos islamistas, los mercenario­s de Putin apoyaron el reciente golpe de Estado que provocó la retirada francesa. En esos y otros lugares, Wagner ha sido acusado repetidame­nte de crímenes de guerra y abusos contra los derechos humanos.

«La guerra es el reino de la incertidum­bre», dijo Carl von Clausewitz, militar prusiano. En esta guerra, que está resultando tan difícil para Rusia, Prigozhin y sus guerreros Wagner «pueden tener éxitos y alcanzar otras metas». Más todavía si «la historia llega a un punto crítico». Ahora la corporació­n militar privada rusa está establecie­ndo incluso su propia agencia de investigac­ión y desarrollo para fabricar armas y equipos.

Este verano apareció un anuncio en Ekaterinbu­rgo: «La orquesta Wagner te espera», decía el eslogan. «Ya no son un ejército en la sombra, son ilegales pero no se esconden, incluso ponen anuncios», cuenta el periodista Korotkov.

Con sus fuerzas entrampada­s en el frente ucraniano y la élite rusa algo más nerviosa cada mes, Wagner puede consolidar­se el año que viene como un pequeño ejército B que, mezclado con leales chechenos y de los servicios secretos, sea el centinela que necesita la fase final del putinismo.

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MERCENARIO­S DE PUTIN EN KLINOVOYE (UCRANIA).
GRUPO WAGNER MERCENARIO­S DE PUTIN EN KLINOVOYE (UCRANIA).

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