El Mundo Primera Edición - La Lectura
“Donizetti va más allá de la pirotecnia”
El tenor Javier Camarena descubre el lado más desconocido del compositor italiano en su última grabación, ‘Signor Gaetano’, donde sale al rescate de arias olvidadas con el maestro Riccardo Frizza
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De todos los lugares posibles para vivir después de la pandemia, Javier Camarena (Veracruz, 1976) eligió Málaga. Por la gente, la comida y el clima, enumera de corrido, pero también por esa eme en esdrújula que hermana sus «mágicos atardeceres», dice, con los de su México natal. «Aquí añoro menos cosas que en Zúrich», asegura el tenor. «En todas partes vas dejando amigos, pero ahora siento que por fin puedo echar raíces». Su último disco, Signor Gaetano, que se publica hoy mismo, es también un viaje a las profundidades, concretamente a las catacumbas sonoras del Donizetti más desconocido y casi inédito, a su paso por Bérgamo, que fue capital del belcanto y también el lugar donde se diagnosticó el primer contagio oficial de covid en Europa.
¿De dónde le nacen las ganas de este disco?
PREGUNTA.
RESPUESTA. Este proyecto lleva gestándose a fuego lento más de cinco años. Quería saldar una cuenta pendiente, pues ningún otro compositor me ha influido y marcado tanto como Donizetti. El primer papel completo que canté fue el de Nemorino de L’elisir d’amore. Luego, en 2004, gané el concurso Carlo Morelli con dos de sus arias más emblemáticas, Come uno spirto angélico y Ah! mes amis. Y, al poco, debuté en el Palacio de Bellas Artes con La fille du régiment.
P. La grabación viene a demostrar que Donizetti sigue siendo un desconocido.
R. Su legado no se reduce a un puñado de óperas maravillosas que, sin embargo, no le hacen justicia. Donizetti va mucho más allá de la pirotecnia. En el disco canto de L’elisir d’amore, Don Pasquale y Roberto Devereux, pero también rescato del baúl otras arias, apenas grabadas, de Betly, Maria de Rudenz o Il giovedì grasso. Nadie puede negar la influencia de Rossini en esta música, pero sin olvidar que Donizetti logró confeccionar una línea melódica única que emana directamente de las
y que, además, se canta sin esfuerzo. Como una suerte de virtuosismo orgánico, que te sale muy de dentro.
P. Donizetti fue un compositor puente entre Rossini y Verdi, entre el belcanto y el romanticismo, que hizo evolucionar las voces como pocos. ¿Cuánto le debe la tesitura de tenor?
R. Fue a finales del siglo XVIII que la voz de tenor acabó de asentarse y se consagró en la ópera seria. Casi al mismo tiempo, la ópera cómica había adquirido un carácter cada vez más sentimental, lo que también influyó en una tesitura, que no sólo podía ser heroica y dramática, sino que exigía más flexibilidad. En la zona Bérgamo nacieron algunos de los mejores cantantes de esta época, como Rubini, y fue allí donde Donizetti encontró un laboratorio de pruebas para crear un estilo propio: desde el rossiniano Il giovedì grasso hasta Caterina Cornaro, en la que el personaje de tenor tiene un sesgo diferente.
P. ¿Cómo ha sido el trabajo con el director y especialista Riccardo Frizza?
R. He aprendido mucho, no sólo en lo que se refiere al estilo, sino también a unos tempi más lentos, que generan una atmósfera ciertamente ensoñadora. Grabamos todas las tomas en el Teatro Donizetti de Bérgamo, un monumento a la memoria del compositor, por lo que todo suena auemociones téntico, gracias en parte a los instrumentos de época de la orquesta Gli Originali, cuya afinación a 432 hercios me resulta mucho más cómoda para cantar. P. Hace dos años sufrió una hemorragia en una de las cuerdas vocales. No solo se curó, sino que capitaneó en Instagram una campaña contra el tabú de las afonías. ¿Por usted y por todos sus compañeros? R. Si ya es doloroso para un cantante perder la voz, aún lo es más saberse juzgado por su entorno. A diferencia de los deportistas, nuestras lesiones vienen marcadas por el estigma. Como si hubiéramos pecado o hecho algo mal. Hay que plantarle cara a ese silencio.