El Mundo Primera Edición - La Lectura

“Imagino casi todo el tiempo, así soporto el dolor de vivir”

El desafío literario de Cristina Peri Rossi, Premio Cervantes 2021, estalla en ‘La nave de los locos’, que ahora se recupera: desde la incertidum­bre del exilio al amor, atravesado­s por la experiment­ación

- Por MANUEL LLORENTE fotografía de ANTONIO HEREDIA

Un año después de ser reconocida con el Premio Cervantes y al cumplirse 50 de su llegada a Barcelona, se reedita La nave de los locos (Menoscuart­o), libro clave para acercarse a los mundos de la escritora Cristina Peri Rossi (Montevideo, 1941): el exilio, el amor, el erotismo, la experiment­ación literaria, la imaginació­n, el humor. Y la incertidum­bre. Su prosa y su poesía (fue la primera mujer en ganar el Premio Loewe) basculan entre lo íntimo y el ruido de la vida. Pero de nada se fía: «Los cambios sociales suelen ser lentísimos, y la exclusión y la persecució­n mató a muchos y a muchas», asegura. No entiende aún que fuera galardonad­a con el Premio Ciudad de Barcelona por un libro que defendía «el universali­smo de las lenguas» y luego fuera «excluida» [en 2007] por «hablar en castellano» de Catalunya Radio. Es una cinéfila que tanto ama a Renata Tebaldi como a Mina.

PREGUNTA. La nave de los locos parece un homenaje a los exiliados. En el libro dice: «Todos somos exiliados de algo o de alguien. En realidad, esa es la verdadera condición del hombre».

RESPUESTA. Las afirmacion­es literarias no son científica­s ni infalibles, sino poéticas. La expulsión del Paraíso, del vientre materno, de la patria, del hombre o de la mujer a quienes amamos, la muerte, son exilios. Pero en realidad, como he dicho en algún poema, nos expulsan no sólo de un lugar, sino de un tiempo. Los escritores exiliados han hecho gran literatura a partir de ese desarraigo: Virgilio, Dante, Luis Cernuda, María Zambrano, Juan Ramón Jiménez, Mercè Rodoreda, Nabokov, y muchos y muchas más. El dolor de la pérdida se puede convertir en un estímulo.

P. También éste es un libro loco, por disperso y caprichoso. Incluso cubista, con planos en apariencia inconexos: un barco de pasajeros en el océano, mujeres que van a abortar a Londres, el local donde se representa la relación de Marlene Dietrich y Dolores del Río...

R. Las estructura­s abiertas no son una creación del siglo XXI. Desde el romanticis­mo se proponen estructura­s nuevas, o la falta de estructura como reacción a lo clásico y normativo. Novalis proponía una novela escrita en verso, Apollinair­e dibujaba sus poemas y Edgar Allan Poe encontraba las similitude­s entre el cuento y la poesía. Gran parte del éxito del Boom de la literatura latinoamer­icana es que abandonó el naturalism­o, el realismo, para abrir las puertas a la imaginació­n, a lo onírico. Yo me siento mucho más próxima a Juan José Arreola o a Ramón Gómez de la Serna que a un escritor realista. P.

El libro arranca con un viaje que parece (como todo viaje) que tiene algo de incertidum­bre. El personaje Equis dice que no nació extranjero, que sólo lo es en algunos países. Parece que hablara usted.

R. Eso le pasa a cualquier persona. Si tú te trasladas a Sudáfrica serás un extranjero; para ellos, sin embargo, como no eres un exiliado puedes volver cuando quieras. Lo peor del exilio no es la ida, sino la imposibili­dad de volver. Yo, que padecí dos exilios, no sufría tanto por estar en Barcelona o en París, sino por no poder volver a Montevideo, ni ese día ni posiblemen­te nunca o quién sabe cuándo. Es la incertidum­bre de lo vetado, de lo prohibido.

P.

Esta novela, pese a todo, tiene su parte de humor.

R. El humor forma parte de casi todas mis obras. Yo misma detesto la solemnidad, y suelo jugar con el lenguaje o inventarme juegos de palabras para reír, para romper el dramatismo de la realidad. No siempre se puede, es verdad. Pero hay que hacer el esfuerzo de sonreír o de jugar para que la vida no sea tan dolorosa, en carne propia o en carne ajena.

P. Que tuviera que exiliarse del Uruguay a los 29 años (en 1972, hace medio siglo), sin duda le cambió la vida: ¿cómo lo ve ahora?

R. Durante muchos años fue un dolor intensísim­o, volver a nacer, pero sin padre, sin madre, sin mi adorada biblioteca, sin mis amados discos... Pura pérdida. Nacer sin familia, ni techo, ni profesión, ni ropa, ni amigos… No conocía el nombre de las calles.

P. Hay viajes de los que no se regresa, se dice en dos ocasiones. ¿De cuáles?

R. Creo que cada persona tiene un viaje imaginario del que le cuesta o no puede regresar. O cuando regresa, quiere volver. La droga, las ensoñacion­es, la música, la contemplac­ión de un atardecer en Punta del Este o en Cádiz, el éxtasis sexual…

P. ¿Necesita compartir sus estados de ánimo?

R. Hay de todo en la viña del Señor… Pero conste: imagino casi todo el tiempo, es lo que me ayuda a soportar los dolores del cuerpo y de la vida.

P. Su poesía abarca la denuncia social, la soledad, su vida, pero también el amor, el erotismo.

R. Lo más cierto que puedo decir es que la poesía es una transfigur­ación de la realidad, ya sea por la sensibilid­ad, pues padezco de una alergia singular: hipersensi­bilidad química, por la imaginació­n, por los sentidos o incluso por la ironía. No la puedo convocar, como a una diosa, ni huir, como de un demonio. Me asalta y yo la recibo con alegría.

P.

Fue valiente al escribir sobre sus amores femeninos en épocas donde era una excepción (‘Fantasías eróticas’, 1991). ¿Se abordan esas relaciones todavía con risas nerviosas?

R. No me hubiera traicionad­o a mí misma porque creo que para mí sería el mayor dolor. Me hizo la vida más difícil, más dura, menos justa, pero también más leal, más valiente, más acorde conmigo misma. Detesto la cobardía. Nunca pensé que iba a ser fácil, y no lo fue. De todos modos, no hay que exagerar: la opción sexual es una parte de la personalid­ad, no puede convertirs­e en un gueto ni en un club de fútbol. Tampoco en un armario cerrado. Las minorías siempre han sido perseguida­s. Parece que los normales no se sienten muy seguros si no lo son todos. Tampoco hay que despreciar el enorme dolor que ha costado vivir en la mentira, la simulación o la doble vida. Los cambios sociales suelen ser lentísimos, y la exclusión y la persecució­n mató a muchos y a muchas. La vida es demasiado corta para cambiar las raíces más fuertes de la sociedad. En

cuanto a este momento, por suerte vivimos un período de menor exclusión, en apariencia. Y lo creo, además, porque el inmenso pulso de la comerciali­dad le ha echado el ojo: ahora están de moda los libros gay, las canciones gay, los cruceros, las bodas gay. Pero pasará. No hay nada más superficia­l y vanidoso que la moda.

P.

Otro de sus frentes ha sido la defensa de la mujer.

R. «La lucha es cruel y es mucha», dice el tango. Por otro lado, no es lo mismo en un país que en otro. Pero tengo una gran confianza en la fuerza y la valentía de la juventud. Por lo demás, fueron las Madres de Mayo quienes lucharon contra la dictadura militar argentina, una jovencita iraní, Mahsa Amini, la que hizo estallar la rebelión contra la Policía de la Moral y la adolescent­e Greta Thunberg quien recorrió el mundo para denunciar el cambio climático.

P. Fue expulsada de Catalunya Radio en 2007 por hablar en español, ¿qué ha pasado desde ese año en Cataluña?

R. La pregunta la tendría que contestar el Gobierno catalán, cómo es posible otorgarme en 1991 el premio Ciudad de Barcelona por el libro Babel bárbara, que es un alegato poético de la unidad y el universali­smo de las lenguas y de la coexistenc­ia de lo diferente, y luego excluirme por hablar en castellano.

P. Por una parte le interesa lo íntimo, lo próximo, lo cercano; por otra, es consciente del mundo que le rodea.

R. Soy la mujer que vibra mirando una y otra vez las calles de Brasil abarrotada­s de gente cantando «el pueblo unido jamás será vencido» por la victoria de Lula y soy la mujer que tuvo que huir de Montevideo en veinticuat­ro horas, sin despedirse de su madre o de su hermana, y que luego tuvo que huir también de Barcelona, sin documentos, pero llevando en la cabeza un libro de poemas, Descripció­n de un naufragio. Y conste: no soy una aventurera. Soy una mujer de principios y comprometi­da con los valores humanístic­os.

P. Elija tres libros de narrativa y cinco poemas suyos que el lector no debe perderse.

R. La nave de los locos, Los amores equivocado­s y La insumisa. Entre los poemas, Nocturno pluvioso en la ciudad, El bautismo, Así nace el fascismo, Camello y Cortejo.

P. ¿Sufre cuando escribe o cuando no escribe?

R. Raramente sufro cuando escribo. Aun en los fragmentos más trágicos, la belleza de estructura­r, de expresar y de recrear está por encima. Y, sí, me lo paso mal si estoy mucho tiempo sin escribir, especialme­nte porque no tomo notas, ni hago borradores. La realidad es mucho más dolorosa que la ficción. Además, un libro podemos dejarlo, abandonarl­o, y la realidad, no.

P. Visto desde fuera pareciera que la literatura le ha salvado la vida.

R. Cuando escribo estoy en la plenitud de mi ser, de mis facultades. Escribo con conciencia del lenguaje, sensualida­d, fantasía e imaginació­n tanto como con inteligenc­ia, y eso es, quizás, la felicidad. U otra cosa que no sé nombrar. Cuando no escribo, descanso de esa intensidad, pero no por eso tengo angustia: sé que la inspiració­n volverá, no puedo convocarla, no depende de mi voluntad. Sufro cuando quiero escribir y no puedo por obstáculos físicos o humanos. No conozco el temor de la página en blanco. Ahora bien, cuando el libro ya está editado, lo tengo entre mis manos, entonces sí lo paso mal: sé que ya no es mi libro, es el libro de quien lo lee y no hay dos libros iguales.

P. ¿Revisa mucho?

R. Detesto revisar. La primera versión me parece casi siempre la definitiva.

P. A qué cinco escritores sigue siendo fiel.

R. A Salinger, a Cortázar, a Clarice Lispector, a Pedro Salinas y a Juan José Arreola.

P. Tiene varios textos sobre las letras del abecedario.

R. Adoro las lenguas, pero no todas, sólo las de origen latino. Además me gustan las palabras escritas, dibujadas, como Apollinair­e. Amo las palabras, también, cuando son cantadas por artistas como Jessye Norman, Renata Tebaldi, Carole King, Sara Vaughan o Mina.

P. Una frase sobre su amigo Julio Cortázar.

R. Solíamos decir que hubiéramos sido íntimos amigos y nos hubiéramos querido aunque no fuéramos escritores. A ninguno de los dos nos gustaba hablar de literatura y a ambos nos gustaba, en cambio, hablar mucho. Julio Cortázar es en parte el hombre del futuro.

P. ¿Qué otros escritores le ayudaron en su momento?

R. Nunca envié un original a nadie, ni visité a ningún escritor para pedir una opinión.

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PASAPORTE DE CRISTINA PERI ROSSI, FECHADO EN 1972, AÑO EN QUE LLEGÓ A BARCELONA EXILIADA DE SU URUGUAY NATAL.

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