El Mundo Primera Edición - La Lectura
Cómo apropiarse de una lengua condenada a desaparecer
Recientemente reconocida con el Nacional de Narrativa, Marilar Aleixandre nos presenta una historia familiar contada desde distintas voces en una novela coral y fragmentaria
Marilar Aleixandre (Madrid, 1947) es profesora, escritora, traductora, poeta, bióloga y entomóloga. Pero, sobre todo, es una luchadora social y a eso ha dedicado su vida: a batallar contra las desigualdades, a ser firme ante la segregación por razones de género, a darle voz a quien no la tiene y a denunciar la injusticia en cualquiera de sus personificaciones.
Vive en Galicia desde 1973 y ha adoptado el gallego como su lengua literaria por convicciones humanas, aunque, quizás, también como rebeldía política. Cuando le preguntan por qué escribe en gallego responde que «la lucha para salvar la riqueza lingüística de España durante el franquismo fue un logro». Habla del poder y la jerarquía entre las lenguas y pone como ejemplo a otros escritores que han desarrollado su obra en un idioma distinto al de su lengua materna como Vladimir Nabokov o Joseph Conrad –cuyo verdadero nombre era Józef Teodor Konrad Korzienowski– que siendo ucraniano escribía en inglés.
Aleixandre tiene el ánimo combativo de quien sabe que defiende un bien preciado y con esa decisión consciente de escribir en gallego ha publicado artículos, ensayos, poemarios y libros de cuentos. Por esa determinación, además, fue integrada en 2016 en la Real Academia Galega como académica de número y su empeño le acaba de valer el Premio Nacional de Narrativa 2022 por As malas mulleres, una novela histórica enmarcada dentro de la situación carcelaria de las mujeres en el siglo XIX, que Xórdica publicará próximamente en castellano. Es la novena mujer a quien se le ha concedido este reconocimiento desde su creación en 1924, galardón que por segundo año consecutivo se le otorga a un escritor cuya obra ha sido escrita originalmente en gallego, ya que en 2021 resultó premiado Xesús Fraga.
En su corpus literario Aleixandre escribe desde y sobre lo que mejor conoce: la Galicia verdadera y la otra, con la que sueña a diario. Sobre esta última presenta su novela fragmentaria Lobos en las islas, una saga familiar desarrollada en Lobeira, un pueblo ficticio. La característica mítica enraizada dentro de la tradición fantástica de Galicia la convierte en una narración impresionista, narrada con trazos, en donde es preciso tomar un poco de distancia para poder entender la perspectiva como un cuadro inmersivo que exige usar todos los sentidos, tenerlos a flor de piel, mientras Aleixandre pasea al lector, lo lleva por las rías, por las lluvias, por el olor a pez, a roca que se balancea hacia atrás y hacia adelante en el tiempo, como lo hace en su propia narración, en estas historias que se entretejen como ese tejido ancestral de las abuelas, de quienes vinieron antes, y ahora entregan el testigo a las nuevas generaciones.
En Aleixandre se desvela un aliento clásico, poético, que impregna: «No tengo celos de tu mujer, ¿quién quiere asaltar el paraíso de chinelas de felpa y rabos de sartén que con tal constancia defiende? Yo sólo deseo escribir con mis dedos un mensaje en tu piel, una transcripción a otro código de las señales cifradas que tantas veces nos hemos enviado...». Lobos en las islas es una novela formada por pequeños relatos interconectados, que también pueden ser leídos de manera independiente, sobre los secretos que albergan las familias. Esos que siempre estuvieron allí pero que también renacen de nuevo en la cercanía de la muerte, de lo cotidianamente mágico, de una fuerza presente del más allá, un poco oscura, un poco telúrica e inmensamente poética que lo infiltra todo de interrogantes y de silencios que son «pausas líquidas, color ámbar».
El conjunto es un relato elegante, delicado, donde se puede imaginar a la autora disponiendo cuidadosamente de cada parte del libro con una pequeña pinza en una placa de Petri para luego mirarlas juntas al microscopio, como si toda esa isla de Lobeira fuera su pequeño cosmos que mueve a su antojo con unas pinzas finísimas y precisas, como una cotidianidad magnificada en una traslación perfecta de esa geografía que ha decidido amar.
La nueva editorial Arde, que la publica, es otra gran noticia. Sus tres títulos giran en torno al relato comunitario, a esas culturas que apenas asoman, que se escriben desde adentro y se plasman con su propio temperamento, como una radiografía de una tierra lejana y desconocida. Es una apuesta arriesgada que sitúa en una encrucijada donde se debe decidir qué camino tomar. Y de la mano de Arde, es casi seguro que cualquier camino estará bien.