El Mundo Primera Edición - La Lectura
Las joyas ocultas de un ‘palazzo’ veneciano
El Ca’ d’Oro, en pleno Gran Canal, es uno de los palacios más antiguos de la ciudad. Coincidiendo con su restauración, varias obras maestras del Renacimiento viajan a París por primera vez
Con sus majestuosos arcos ojivales de mármol y su elegante fachada sobre el Gran Canal, la Ca’ d’Oro está considerada como la gran joya del tardogótico veneciano. El palacio, que comenzó a construirse en 1428 sobre los restos de una edificación bizantina, se ha convertido en todo un icono de Venecia. Pero hace 128 años la Ca’ d’Oro, uno de los palacios más antiguos de la ciudad, era una auténtica ruina.
Desde la muerte en 1440 de Marino Contarini, el rico mercader que ordenó erigirlo, el palacio se dividió entre sus hijos y nietos y fue fraccionándose sucesivamente de generación en generación. A finales del siglo XIX ya se encontraba en un estado absolutamente lamentable. «El palacio se componía de numerosos apartamentos privados y estaba muy degradado. El patio no existía, estaba lleno de trasteros y almacenes», cuenta Claudia Cremoni, directora de la Ca’ d’Oro. En esa deplorable condición lo encontró Giorgio Franchetti cuando en 1894 decidió comprar el palacio.
El barón Giorgio Franchetti era hijo de un próspero industrial agrícola y de Sara Luisa Rothschild, de quien heredó la pasión por el arte y la música. Empezó adquiriendo objetos de decoración, alfombras turcas, tapices y, tras trasladarse a Florencia, a comprar obras de pintores toscanos del Renacimiento. Su mujer, la baronesa Maria Hornstein Hohenstoffeln, compartía sus aficiones artísticas. «Coleccionaba belleza para combatir la fealdad de su tiempo. De hecho, era un hombre que vivía fuera de su tiempo», señala Philippe Malgouyres, conservador del Museo del Louvre y experto en Renacimiento. Cuando Franchetti se enteró de que salía a la venta la
Ca’ d’Oro, palacio del que estaba profundamente enamorado, decidió comprarlo. «El edificio había sufrió muchas reestructuraciones. Su idea desde el principio fue devolverlo a su esplendor original y convertirlo en un museo público que albergara su colección de arte. Pero nunca se planteó vivir ahí, siempre quiso que fuera un museo», asegura Claudia Cremoni.
El arquitecto Giovanni Battista Meduna se encargó de devolver el palacio a su estilo gótico original, trabajando en estrecha relación con Franchetti, que dormía en una pequeña habitación de Ca’ d’Oro para seguir las obras. Se ocuparon primero de la fachada, después del patio y del suelo, realizado en mosaicos de mármol antiguo y siguiendo el estilo bizantino.
La columna de Franchetti.
En 1916, después de 22 años dedicado en cuerpo y alma a la Ca’ d’Oro, Franchetti decidió donarlo al estado italiano, así como gran parte de su colección de arte, que incluía un fantástico San Sebastián pintado por Andrea Mantegna para el que había creado una capilla dentro de la Ca’ d’Oro. El acuerdo establecía que el estado financiaría lo que faltaba de las obras, adquiriría el palacio adyacente (el Duodo) para destinarlo a oficinas, y enriquecería la colección de Franchetti con piezas procedentes de museos e iglesias.
En 1927, el Palacio abrió sus puertas al público como museo, pero Franchetti no llegó a verlo. El 17 de diciembre de 1922, después de años de depresión, se quitó la vida en la misma habitación de la Ca’ d’Oro en la que dormía. Sus cenizas descansan en el patio, bajo una columna con su nombre inscrito en ella. «La Ca’ d’Oro
se debería llamar en realidad Ca’ Franchetti», sentencia Philippe Malgouyres.
No se llama así, sigue siendo conocida por su nombre tradicional. Pero sí lleva el nombre de Franchetti su colección de arte. «La colección es superlativa, pero muy desconocida incluso en la propia Venecia. El palacio es tan imponente que se come las obras de arte, algunas de las cuales, además, no están muy bien colocadas», opina Malgouyres. En el centenario de la muerte de Franchetti,
la Ca’ d’Oro va a someterse a obras de rehabilitación para permitir el acceso desde el Gran Canal y la Strada Nuova, la gran avenida peatonal que queda a sus espaldas. Aunque algunas de sus salas van a seguir abiertas al público, hasta abril de 2024 no se podrá visitar de manera completa.
Varias obras maestras de la colección, incluido el San Sebastián de Mantegna, abandonan temporalmente la Ca’ d’Oro con destino París, donde se muestran en una exposición en el Hôtel de la Marine, en el espacio de la Colección Al Thani. Entre las más de 70 obras de la Ca’ d’Oro, hay piezas de Pisanello y de Gentile Bellini, pinturas de Tintoretto, Paris Bordone y Tiziano, mármoles de Tullio Lombardo, Bartolomeo Bergamasco, Jacopo Sansovino y Alessandro Vittoria, bronces de Bartolomeo Bellano, Pier Jacopo Alari Bonacolsi, Vittore Camelio y Andrea Riccio. Pero el lugar de honor lo ocupa el San Sebastián de Mantegna, una pintura excepcional que representa la obra maestra final de ese artista y que era la pieza central de la colección de Giorgio Franchetti, como ahora lo es de la Ca’ d’Oro. Por primera vez en más de un siglo, la pintura ha abandonado el palacio veneciano.
El símbolo del ‘palazzo’.
COLECCIÓN AL THANI - HÔTEL DE LA MARINE PARÍS Hasta el 26 de marzo
Ese San Sebastián es la última pintura realizada por Mantegna antes de su muerte en 1506 y se encontraba en su taller cuando falleció. Parece ser que fue encargada al artista por la familia Gonzaga, su gran protectora, y pasó por varias manos hasta que en 1893 fue adquirida por Franchetti.
«En total Mantegna hizo tres san sebastianes: uno está en Viena, otro en el Louvre y el tercero, normalmente en Venecia, se expone ahora temporalmente en la colección Al Thani en París. Será interesante cotejar el San Sebastián del Louvre y el de Venecia», aventura Malgouyres.
El San Sebastián de la colección Franchetti es intensamente expresivo y atormentado, la solemnidad clásica ha dejado paso al drama del sufrimiento. En el ángulo inferior derecho del lienzo hay una vela con una nota en latín: Nihil nisi divinum stabile est. Caetera fumus (Nada es estable salvo lo divino. El resto es humo). Mantegna tenía 75 años cuando lo pintó.