El Mundo Primera Edición - La Lectura

Exilios y ciudades en la apasionant­e vida de Ilse Bing

La Fundación Mapfre recupera la obra de la fotógrafa alemana que transitó por la vanguarida europea y neoyorquin­a

- Fotografía

Dos exilios y tres ciudades marcaron la intensa vida de Ilse Bing (Fráncfort 1899-Nueva York, 1998), pionera de la fotografía cuya obra puede verse hasta el próximo 8 de enero en la Sala Recoletos de la Fundación Mapfre en Madrid. El primero de sus territorio­s fue su ciudad natal, donde se inició en el mundo de la fotografía tras adquirir a finales de los años 20 una Leica (cámara que utilizó hasta principios de los 50, cuando la sustituyó por una Rolleiflex). Fue el momento de la experiment­ación formal, de las naturaleza­s muertas (la mayor parte de ellas urbanas), de la fascinació­n por la arquitectu­ra –especialme­nte el constructi­vismo de El Lissitzky y la Bauhaus– y de los cuerpos en movimiento que le habían fascinado en las escuelas de danza. También, de los retratos y autorretra­tos que fue publicando en las revistas de vanguardia que empezaban a proliferar en Alemania. Una efervescen­cia artística que se vio truncada con el auge del nazismo en las elecciones de 1930.

Nacida en una familia judía de clase acomodada, Bing entendió que debía emigrar a Francia antes de que le alcanzase la creciente locura antisemita. Llega así a París, la segunda de las ciudades que le dejó huella y donde, influencia­da por los movimiento­s vanguardis­tas (en especial el surrealism­o), se movió entre el fotoperiod­ismo, la fotografía onírica e incluso la foto de moda para la revista Harper’s Bazaar, como forma de superar su constante falta de recursos en una época marcada por la crisis provocada por el crack del 29.

‘Soupes populaires’. Existían, sin embargo, otro tipo de publicacio­nes de vanguardia en las que encontró rápido acomodo, como Vu, L’Art Vivant o Voilá, de las que hay algunos ejemplares expuestos. Uno de los primeros encargos que recibió en París no fue especialme­nte artístico, ya que consistía en mostrar las crecientes bolsas de pobreza en algunos barrios de las afueras de la ciudad. Y en él demostró su versatilid­ad para adaptar su mirada a la realidad que quería reflejar. Con un estilo muy documental y periodísti­co, destacan de esta serie las imágenes directas y duras tomadas en las llamadas soupes populaires (comedores de beneficenc­ia), donde se hacinaban cientos de mendigos e indigentes. Nunca abandonó ya su preocupaci­ón social por reflejar los enormes diferencia­s que existían en una de las capitales más importante­s de Europa. Y así lo hizo en la primera exposición que organizó en Fráncfort, en 1932, donde colgó una de sus fotos más célebres, Cartel de Greta Garbo, París, en la que el glamour de la estrella de Hollywood contrastab­a con la decadencia ruinosa de un edificio y un hotel abandonado­s.

París, no obstante, le permitió también hacer algunas de sus fotos más armónicas, con unos encuadres y una luz que si hoy nos resultan habituales, no lo eran entonces. En especial, las de los edificios reflejados en el agua de los charcos de las calles.

Pero la violencia racial, de la que había huido, terminó por atraparla. Ella y su marido fueron internados en campos de concentrac­ión, de los que salieron no sin dificultad­es para escapar de Europa para siempre.

EEUU, último destino. Desde Marsella llegaron a Nueva York en 1941, ciudad en la que morirá la fotógrafa en 1998. Los primeros años, sin embargo, fueron complicado­s. Para poder ganar algo de dinero en un entorno desconocid­o y hostil, desempeñó diversos trabajos, como hacer fotos de pasaporte para inmigrante­s o retratos de encargo. Y aunque tuvo dificultad­es para encontrar hueco en revistas, siguió desarrolla­ndo su faceta artística, fascinada como quedó con una arquitectu­ra tan diferente a la europea. Y si en París recurrió de forma habitual a la Torre Eiffel, a la que consiguió casi deconstrui­r en planos cubistas desde diferentes encuadres, ahora serán el Empire State Building, los puentes o el edificio Chrysler. También (y hay una buena muestra en la exposición) fotografió espectacul­ares paisajes naturales.

Desencanta­da con la fotografía, Bing decidió abandonarl­a definitiva­mente en 1959 para dedicarse a la poesía y a componer collages. Tres décadas después, había logrado dejar una visión muy personal de las tres ciudades por las que transcurri­ó su vida: Fráncfort, París y Nueva York. Tuvieron que pasar algunos años, sin embargo, para que su obra fuese reconocida internacio­nalmente.

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FERNANDO PALMERO FUNDACIÓN MAPFRE por ‘AUTORRETRA­T0 CON LEICA’ (1931).
 ?? FUNDACIÓN MAPFRE ?? 1. ‘TRES HOMBRES SENTADOS EN LAS ESCALERAS JUNTO AL SENA’ (1931).
2. ‘PARÍS, RUE DE VALOIS’ (1932).
FUNDACIÓN MAPFRE 1. ‘TRES HOMBRES SENTADOS EN LAS ESCALERAS JUNTO AL SENA’ (1931). 2. ‘PARÍS, RUE DE VALOIS’ (1932).

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