El Mundo Primera Edición - La Lectura

Marta FernándezM­uro: otra vez niña

La actriz de películas como ‘Arrebato’ y ‘Laberinto de pasiones’ aparca momentánea­mente su reciente dedicación a la literatura para protagoniz­ar ‘Los columpios’, de José Troncoso

- Por D. PRIETO

quien deja atrás al niño que fue como si abandonase un jersey viejo. Y hay quien lo lleva consigo toda la vida, cuidándole y haciéndole caso, como Marta Fernández-Muro (Madrid, 1950). A los siete años decidió que quería escribir. «Luego la vida me llevó por tantos caminos...», explica a La Lectura. «Me tropecé con el teatro. ¡Pumba! Y fue un descubrimi­ento maravillos­o. Y ese descubrimi­ento maravillos­o me ha tenido entretenid­a muchos años».

Ese entretenim­iento se ha materializ­ado en películas como Arrebato (Iván Zulueta, 1979) o Laberinto de pasiones (Pedro Almodóvar, 1982), programas de televisión como Cajón desastre (1988-1991) y otros muchos títulos que la convirtier­on en un rostro conocido y querido por su toque tierno y cómico. Aquellos comienzos, recuerda, estuvieron jalonados por una sucesión de exclamativ­os: «Uy esto, qué bonito. Uy, cuántas cosas engloba: literatura, pintura, vestuarios, decorados, música. Uy, esto tiene mucho que ver conmigo. No lo había pensado nunca y sin embargo ha venido. Y, uy, parece que me cogen. Uy, y ahora otra vez».

¿El final de una carrera?

La actriz siguió encadenand­o interjecci­ones hasta que llegó un momento en que éstas se fueron espaciando. Entonces volvió a ser aquella niña de siete años y se lanzó a escribir. Publicó dos libros de relatos (Niñas malas y Azogadas) y en 2020 su primera novela, La cabeza a pájaros (2020), en la que se atisbaban detalles de su peripecia vital real. «Tampoco la profesión me estaba dando algo que me hiciera querer seguir contra viento y marea», recuerda sobre su renacer como escritora. «Estaba prácticame­nte retirada y había encontrado una cosa que siempre había deseado hacer».

La sorpresa ha sido ver de nuevo su nombre en el reparto de un montaje teatral. Se trata de Los columpios, escrita y dirigida por José Troncoso, que se estrenó ayer en el Teatro María Guerrero del Centro Dramático Nacional, donde permanecer­á hasta el próximo día 18. El montaje gira en torno al último día de colegio de unos niños y su profesora, la señorita Mariví, a la que da vida Fernández-Muro.

«Esta etapa con Troncoso ha sido muy gratifican­te para mí, porque estoy viviendo muchas cosas», se alegra la actriz. «Unas me vienen como un redescubri­Hay

miento y otras como algo nuevo. En cualquier caso, se trata de algo muy bien contado». Con Troncoso, dice, es diferente: «Siento que no estoy tirando mi tiempo».

Y eso, en su caso, era crucial. «Soy un poco pesimista y noto que mi carrera como actriz está acabada», sentencia sin rastro de amargura. «No voy a reiniciarl­a con casi 73 años. Quiero hacerlo simplement­e por el hecho en sí, por el placer de hacer. Que, de alguna manera, es como yo empecé en el teatro y el cine».

«Yo había visto sus espectácul­os y me dije: ‘Aquí hay algo que me mueve mucho, quiero probar de este agua’. Y tuve la suerte de que él me dio de beber», sonríe.

Sobre el contenido de Los columpios, Fernández-Muro deja palabras sueltas para que cada cual se haga su mapa previo a la función: «Es infancia, es paso del tiempo, es educación».

¿Por qué es tan importante ese periodo de nuestra existencia? Es una pregunta que la propia actriz se hace a menudo. «Freud y otros muchos sostienen que la infancia es lo que te marca», plantea. «Aproximada­mente a partir de los dos años, empiezas a tener una conciencia y a partir de los seis ya estás hecho, para bien o para mal. Es una cosa tremenda».

«Vienes en blanco, como un trozo de masa de una galleta», reflexiona a continuaci­ón. «Y a partir de ahí empiezas a recibir los primeros signos en tu grupo familiar. Y empiezas incluso a aprender el lenguaje, que es lo que más nos significa, porque las palabras son todo ideas». Después, «vas poniendo capas y capas y nunca dejas de poner capas hasta el día en que ya... ¡pum!».

Fernández-Muro abunda también en otra idea del espectácul­o. «De entrada, la cultura tendría que ser educación. Y la educación no significa saber comer bien con el tenedor ni que te acerques la silla». La educación, defiende, «es tratar a todo el mundo con el mismo patrón, saludar con la misma cara a la que está con la escoba limpiando del escenario, que al director. Esto no se entiende muy bien hoy, asombra incluso. Pero asombra sobre todo al de arriba, que dice: ‘¿Qué pasa? ¿Ésta no sabe que yo soy importantí­simo?’». Eso, añade, sin perder nunca el asombro: «Entro en el Museo del Prado, veo Las meninas, siento algo muy fuerte y pienso: qué alegría ser española y poder estar viendo esto».

 ?? ?? MARTA FERNÁNDEZ-MURO, EN UN MOMENTO DE LA REPRESENTA­CIÓN DE ‘LOS COLUMPIOS’.
MARTA FERNÁNDEZ-MURO, EN UN MOMENTO DE LA REPRESENTA­CIÓN DE ‘LOS COLUMPIOS’.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain