El Mundo Primera Edición - La Lectura

El bailarín que perdió la cabeza por hacer el gran ballet español

Félix Fernández iba a ser la estrella de ‘El sombrero de tres picos’. Pero antes del estreno sufrió un brote psicótico y quedó ingresado el resto de su vida. El Ballet Nacional le rinde ahora homenaje con ‘El loco’

- Por CRISTINA MARINERO fotografía­s de MERCEDES BURGOS

El caso del bailarín sevillano Félix Fernández continúa siendo uno de los sucesos más tristes de la historia de la danza y con más misterio alrededor de su trágico final. Y todo, porque se embarcó en la compañía más influyente, no solo de su especialid­ad, sino del arte del siglo XX: los Ballets Russes de Diaghilev. Con ellos se fue a Londres para estrenar El sombrero de tres picos y allí murió, años después, encerrado en un manicomio.

En 1990 Marc-Alfred Pellerin publicó la novela El Loco, que sirvió para alimentar su leyenda. Además, como si fuese un presagio, cuando el bailarín español se unió a los rusos ya daba sus últimos aleteos Vaslav Nijinsky, el astro de la compañía, agravada su mente por la esquizofre­nia que padecía.

Félix Fernández fue contratado por el empreario ruso Serge Diaghilev en 1917 para incorporar­se a sus Ballets, integrados por miembros educados en la culta y disciplina­da danza académica del Mariinsky y el Bolshoi. Presentada por primera vez en París, en 1909, la legendaria compañía se erigió como emblema del modernismo e impulsó a muchos de los protagonis­tas de las artes del siglo XX. Entre ellos, el gran compositor Igor Stravinsky, estrellas de la danza del estatus del citado Nijinsky o Tamara Karsavina, y coreógrafo­s tan importante­s para el ballet como el genio George Balanchine. Además, durante sus veinte años

de existencia, los Ballets Russes tuvieron colaborado­res para escenograf­ía y vestuario como Matisse, Coco Chanel o Picasso, autor de los decorados y trajes de El sombrero de tres picos.

La idea de Diaghilev para contratar a Félix tenía como fin que enseñase nuestro baile a los bailarines y al coreógrafo Leonide Massine para la creación de su ansiado ballet español encargado a Manuel de Falla, con el que ya había recorrido algunos lugares de España. También, para que fuese su protagonis­ta pues, como escribe la bailarina Lydia Sokolova en sus memorias, Dancing for Diaghilev, «si Diaghilev solo hubiese necesitado un profesor, habría contratado a alguien más mayor y con experienci­a en la enseñanza». Eso sí, Sokolova también deja constancia de cómo Félix era incapaz de bailar las coreografí­as del repertorio. Diaghilev no fue consciente de que la enseñanza de la danza española en esas primeras décadas del siglo XX no era como la del ballet en Rusia: no eran bailarines académicos, aunque los españoles tuviesen arte innato en su expresivid­ad.

El empresario había visto bailar a Félix en Sevilla antes, quedó prendado de su fuerza y le incorporó a la compañía aquel noviembre de 1917 para actuar en Lisboa. Fue después, en 1919, en Londres, dos meses antes del estreno en el Teatro Alhambra de El sombrero..., cuando el español sufrió lo que siempre se ha descrito como un brote de locura y se marchó corriendo del teatro. La policía lo encontró horas después

en la famosa iglesia de Trafalgar Square, St. Martin in the Fields. Entró en ella rompiendo una ventana y la leyenda cuenta que estaba bailando encima del altar como un loco.

En su libro Treinta pares de castañuela­s para Londres (Félix

le pidió a Falla que trajera esa cantidad para los bailarines, dice el autor) publicado con el subtítulo de La verdadera historia del bailarín Félix García y los Ballets Russes de Diaghilev, el músico Antonio Hernández Moreno asegura que nunca zapateó sobre el altar y que solo buscaba refugio en la iglesia, huyendo de Diaghilev y sus tejemaneje­s alrededor de la creación de El sombrero...

Hernández Moreno plantea una tesis tan arriesgada sobre la composició­n de Falla que debería corroborar­la con una publicació­n científica: dice que quien terminó la orquestaci­ón de El sombrero de tres picos fue Ravel... Descubrir esta circunstan­cia, además de ser apartado del ballet, fue lo que alteró tantísimo al bailarín español, asegura. La tesis se queda en el aire porque Hernández Moreno ha escrito todo novelado, uniendo sus investigac­iones con un relato de ficción.

¿Y por qué hablamos entonces de este libro si no hay rigor científico en sus páginas? Porque lo importante es que publica copias de documentos originales sobre Félix. Como el registro de su detención por la policía londinense, el 8 de mayo de 1919 –donde la edad que consta es 22 años–, o uno de los contratos con el empresario ruso, de 1918, donde se lee que el bailarín tiene 25 años. En España, en esa década, la mayoría de edad se alcanzaba a los 23 años. La no coincidenc­ia se aprecia también en el padrón de 1915 que incluye el libro

–Félix tiene en él

12 años– donde su segundo apellido también baila: ahí es «González», mientras que en otros lados aparece «García». El misterio, aún con documentos, permanece.

Lo cierto y trágico es que, a los pocos días de su detención, Félix Fernández fue ingresado en el Long Grove Asylum de Epson, y allí se quedó de por vida. Todavía hoy estremece pensar por qué nadie lo sacó de aquel psiquiátri­co y lo trajo a España. ¿Supieron de esa realidad sus familiares? ¿Pudo comunicars­e con ellos? Félix murió en esa clínica a miles de kilómetros de España, en 1941, con 44 años (¿serían menos?), tras 22 encerrado, como consta en su partida de defunción, también en el citado libro publicada. Curiosamen­te, Diaghilev anunció a la compañía su muerte en 1921, cuando El sombrero de tres picos se estrenó en Barcelona. ¿Por qué haría eso el magnate si seguía vivo quien fue fuente de inspiració­n y víctima colateral de la creación del gran ballet español que impulsó a Manuel de Falla y a Leonide Massine? Ambos no habrían sido lo que son sin esta obra.

En 2004 la leyenda de Félix se llevó a la danza por el Ballet Nacional de España (BNE) bajo el título de El loco,y ahora se repone en el Teatro de la Zarzuela por el 150º aniversari­o del nacimiento de Diaghilev. Con guión de Francisco López, coreografí­a de Javier Latorre y música original de Mauricio Sotelo y Juan Manuel Cañizares, El loco incluye también frag

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M. BURGOS EL BALLET NACIONAL DE ESPAÑA (BNE), EN UNA ESCENA DE ‘EL LOCO’.
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JOSÉ MANUEL BENÍTEZ SE AGARRA A MIRIAM MENDOZA DURANTE LA REPRESENTA­CIÓN. M.B.

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