El Mundo Primera Edición - La Lectura
“EL SEXO ES BELLO CUANDO DIOS ESTÁ IMPLICADO”
A punto de cumplir los 60, Lenny Kravitz publica ‘Blue electric light’, en el que recupera canciones de adolescencia anteriores a su debut. “No entiendo el concepto de edad”
E“Mira mi mano, llena de tendones, huesos y venas... No puede ser un accidente, es una creación de Dios”
ste señor de aquí arriba cumplirá 60 años dentro de nueve días. Recientemente compartió un vídeo en el que aparecía haciendo press de banca sin camiseta y en pantalones de cuero, luciendo pectorales tonificadísimos. «No entiendo muy bien el concepto de edad», dice Lenny Kravitz (Nueva York, 1964) por teléfono. «Uno puede tener 30 años y estar destruido, o tener 80 y ser joven y vibrante. Cuando alguien llega a los 100 años, ¿se siente como una persona de 100 o como la que siempre fue? En mi caso, puedo decir es que estoy mejor de lo que he estado en toda mi vida. Mental, espiritual y físicamente me siento más joven que nunca». Último irreductible del pop-rock mestizo, Kravitz nunca ha dejado de ser un adolescente. Y no lo decimos por su particular estética de atrapasueños con tachuelas: él mismo lo pregona con orgullo en su nuevo álbum, Blue electric light (BMG), que sale al mercado el próximo viernes. «Es un disco divertido, es una celebración», lo define su autor. «Es sensual, sexual y espiritual. Y lo interesante es que en él resuenan muchos sonidos de la música que yo hacía cuando estaba en el instituto y que nunca publiqué, antes de la salida de Let love rule».
El título de su debut discográfico dio nombre también a las memorias que publicó en 2020, a comienzos de la pandemia. «Básicamente, el libro va de mi vida desde que nací hasta que salió este primer álbum», explica el músico estadounidense. «Para hacerlo, invertí mucho tiempo explorando mis años de adolescencia. En la promoción, tuve que hablar de esa etapa de mi vida, así que algo de eso se liberó dentro de mí». Una música que ha terminado impregnando el sonido de este último disco. De hecho, entre sus 12 canciones hay dos que compuso entonces: Bundle of joy y Human. Esta última es uno de los dos singles previos al lanzamiento junto con TK421, en cuyo videoclip aparece Lenny como Dios le trajo al mundo.
No hay nada de lo que avergonzarse. Al final, la energía sexual nos conecta con el Altísimo, sostiene Kravitz.
«Hay una belleza especial en la sexualidad cuando implica a Dios, a la espiritualidad, al amor», asegura. «Hace que sea completamente diferente. Y creo que es interesante que, ya se trate de mi música, la de Prince, o la de Marvin Gaye, haya una conexión real entre lo espiritual y lo sensual. Porque es algo natural».
Dios es, desde hace tiempo, un vector fundamental para entender la música de Kravitz y su lugar en el mundo. Dice que Él le habló cuando era niño, a través de su familia y de todo el amor que recibió. Y que por eso cree en Él. «Mira tu mano y piensa en todo lo que supone, lo que es y cómo funciona del modo en que funciona», propone en un momento de la conversación. «Si la contemplas como si tuvieses visión de rayos-X, verás los huesos, los tendones, las venas… Todo en nuestro cuerpo es así. Y no puede ser que ocurriera simplemente por accidente: es una creación. Supongo que al ser yo creador artístico, que es algo muy pequeño en comparación, me proporciona el entendimiento de que el universo no es un mero accidente».
Blue electric light es, una vez más, una encrucijada entre el funk, el soul, el rock y el RnB que tan bien le funciona desde It ain’t over ‘til it’s over (1991), Fly away (1998) o American woman (1999). Para él, la intersección es su lugar natural. «Mi madre era afroamericana y cheroqui, mi padre era judío ucraniano», explica. «Crecí entre diferentes culturas y sin comprender muy bien los prejuicios o las diferencias. Simplemente aceptando a las personas como personas.
Por eso hice esta declaración en mi debut: ‘Que reine el amor’ [‘Let love rule’]. Y por eso cada disco ha sido una extensión del primero; Blue electric light es la nueva vibra,
pero sigue siendo aquel álbum».
Porque, para Lenny Kravitz, los orígenes son fundamentales. Hay una historia que le gusta contar, sobre su abuelo. Éste era un inmigrante afrobahameño que llegó a Estados Unidos en la época de la segregación racial. En el transcurso de un viaje en busca de trabajo, se detuvo en Washington, que pese a ser la capital de EEUU entraba dentro de los estados del Sur donde imperaban las leyes de discriminación contra los negros como él. Hambriento después de que en ningún restaurante le quisieran atender por su color de piel, el hombre miró hacia la Casa Blanca y se prometió a sí mismo que un día entraría allí como invitado. Lo consiguió, ya cumplidos los 90, gracias a su nieto, que lo llevó consigo a una audiencia que le concedió Bill Clinton. Éste, al escuchar su historia, dejó caer alguna
lágrima y le abrió las puertas del Despacho Oval, para hacerle sentarse en su silla.
«Soy muy afortunado por haber podido aprender humildad de mi familia», celebra Kravitz. «Tuve una madre que, en su momento, fue una gran estrella televisiva [Roxie Roker]. Pero, a pesar de aparecer en un programa número 1 [The Jeffersons], que la gente vio cada semana durante 11 años, a pesar de ser un rostro muy conocido, siempre fue una persona humilde, con los pies en el suelo. Limpiaba su casa, fregaba los suelos y me enseñó a mí lo mismo, a cuidar de mi vida y de mis cosas. Lo cual fue muy importante cuando conseguí abrirme camino. Tuve mucha suerte, porque podría haberme ido por caminos muy diferentes».
Ese trasfondo se manifiesta también en su posicionamiento frente al racismo, reforzado por su participación como compositor en la película Rustin, biopic de Bayard Rustin, mentor de Martin Luther King en su lucha antirracista en favor de los derechos civiles, así como una de las primeras figuras afroamericanas homosexuales.
«Tenemos que rendirnos al amor», proclama.
«Los racistas y prejuiciosos se aferran a lo que les enseñaron. Y necesitan tener su epifanía, su momento de iluminación. Es algo entre ellos y Dios. Pero la gente debe alzarse y darse cuenta que todas esas cosas que les enseñaron son mentiras que nos separan».
Palabras que surgen de la experiencia, aunque no de la vejez, puntualiza Kravitz. «Es muy extraño esto del tiempo», musita. «Supongo que sólo puedo dar las gracias. Como decía mi abuelo, lo mejor está por llegar».
BLUE ELECTRIC LIGHT LENNY KRAVITZ
BMG. 24 de mayo.
17,99 € (CD) 35,99 € (vinilo)