El Mundo Primera Edición - Weekend Int - La Otra Crónica Int

SOLO TRES MUJERES

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El Reino Unido ha estrenado nuevo primer ministro en sustitució­n del polémico Boris Johnson. El nombramien­to ha recaído en Liz Truss, la tercera mujer, junto a Margaret Thatcher, la primera, el 4 de mayo de 1979, y Theresa May, el 13 de julio de 2016, entre los quince primeros ministros de la reina Isabel.

Aunque Thatcher fue la de mayor duración en el cargo, nada menos que ¡once años! la relación personal entre ella y la desapareci­da reina Isabel no fue fácil a pesar de que solo les separaba en edad cinco meses. A la soberana parecía divertirle el hecho de poder dejarla en evidencia. Cierto es que la Dama de hierro, como la llamaban, era una mujer de armas tomar. El carácter de ambas también las distanció. Mientras Isabel siempre hizo uso de un ingenio irónico, Margaret era de una gran frialdad, con una falta total de sentido del humor. Esta diferencia servía a la soberana para divertirse y, a veces, hasta para humillarla. Mientras que la primera ministra llegaba a las audiencias con 15 minutos de antelación de la hora fijada, a la reina le gustaba hacerla esperar otros 15. Y cuando se encontraba ante ella, tardaba minutos en invitarla para que se sentara. Dicen que, en la intimidad, Isabel gustaba imitar magníficam­ente la manera de hablar de la Dama de hierro.

años. Había una gran curiosidad en el Reino Unido por saber su contenido. Se dice que no podía faltar una barra de labios, un estuche de gafas, pañuelos de papel, los crucigrama­s que sus ayudantes recortaban cada día de los periódicos, como yo para mi gran amiga María Dolores Góngora. Y, como pudo ver alguien, galletas para sus perros. Dicen que utilizaba el bolso para señales secretas a sus ayudantes: si lo pasaba de un brazo a otro es que debían intervenir y dar por terminada la conversaci­ón con un invitado pesado o que la recepción había terminado y deseaba marcharse. Por ello, nunca se separaba de él. Quién iba a decirnos que, 48 horas después de recibir a la primera ministra en Balmoral, la casa real anunciaría su fallecimie­nto. ¡Descanse en paz!

Tuvieron que pasar casi cuatro años para que, el 19 de junio de 1976, Silvia, de quien el Gobierno sueco investigó su vida, la de su familia y sus amistades, sus tendencias y hasta sus aficiones (si se hubiera hecho lo mismo en España, quizá Letizia no sería hoy quien es), se convirtier­a en reina consorte al casarse con el hombre que conoció en tan dramáticas circunstan­cias. En un momento de la ceremonia, a la que este periodista asistió especialme­nte invitado, se le oyó decir a la novia, recordando el terrible y sangriento día en el que conoció al hombre con el que se estaba casando: “Creo que voy a llorar”.

El rey Carlos Gustavo ha declarado recienteme­nte que no piensa retirarse jamás, dejando bien claro y de forma rotunda y enérgica que no piensa abdicar nunca. “Un rey lo es de por vida”, confesaba en la rueda de prensa con motivo de su 60 cumpleaños.

Esta respuesta me ha recordado a la de la reina Margarita de Dinamarca quien, al preguntárs­ele por la misma cuestión, respondió sin vacilar: “No, en Dinamarca eso está fuera de lugar. Reina hasta la muerte.” Como así ha hecho la prima Lilibet, la gran reina Isabel de Inglaterra, quien, en uno de los últimos encuentros que tuvo con el rey de España, le dijo: “Juanito, nunca abdiques” (siempre que tu hijo y tu nuera no te echen, como le ha sucedido al gran Rey Juan Carlos I).

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