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SUS CHOQUES, LOS DESAFÍOS Y EL MAYOR ENEMIGO DE LA REINA LETIZIA

Los 50 son una edad crucial y Letizia los cumple 15 septiembre. el La periodista Mábel Galaz que la ha seguido desde princesa cuenta su en transforma­ción reina en ‘Letizia se R’ (Esfera) que publica el 7 de septiembre.

- POR LOC

EL PRÓXIMO 15 DE SEPTIEMBRE, la reina Letizia cumple 50 años, una edad crucial para cualquiera aunque hasta tenido una vida tras extraordin­aria como la mujer del Rey Felipe. Mábel Galaz, una de las periodista­s que la han seguido desde su anuncio de compromiso y que mejo r la conocen publica Letizia Real (La Esfera), imprescind­ible para conocer mejor a una mujer fundamenta­l para la Institució­n. LOC extracta alguno de sus fragmentos más interesant­es.

—La Casa del Rey pronto comprobó la repercusió­n que cualquier aparición pública de Letizia tenía pero cuando se preguntó a Zarzuela cuál iba a ser su misión, los portavoces oficiales informaron de que no había un papel predetermi­nado para la futura Princesa de Asturias.

De momento, se iba a limitar a acompañar al príncipe. Es decir, se le asignaba un papel de secundaria, algo a lo que ella no tuvo más remedio que resignarse. (…) Se tomó muy en serio su trabajo. Alcanzar la perfección se convirtió en su reto, una excelencia que siempre ha buscado y presidido su vida. Una perfección que, en ocasiones, ha sido su mayor enemigo.

—-La relación entre suegra y nuera fue al principio buena. La reina Sofía, si por algo se ha caracteriz­ado en su papel institucio­nal es por trabajar siempre a favor de la Corona, anteponien­do en muchas ocasiones sus obligacion­es a sus sentimient­os. Ayudar a Letizia en sus primeros pasos como princesa fue una tarea que abordó con entusiasmo, aconsejand­o, enseñando, sugifue riendo... Ella nació hija de rey, fue hermana de rey, esposa de rey y quería ser madre de rey. Su papel, por tanto, no tuvo que aprenderlo, le era innato, le venía de cuna. Todo le resultaba natural. Intentar cambiar las cosas no se le pasaba por la imaginació­n. Cuando algo no le gustaba, segurament­e pensaba: es lo que toca. Letizia no era de la misma opinión. La recién llegada veía y escuchaba con atención, pero pronto comprendió que su personalid­ad nada tenía que ver con todo aquello que su suegra le mostraba.

—Letizia siempre busca la perfección en todo, también en su aspecto físico. Al comprobar los buenos resultados de su operación de nariz, decidió continuar con su remodelaci­ón y se puso en manos de especialis­tas para ir poco a poco alcanzando el cuerpo armónico que buscaba.

—Formar parte de la familia Borbón y Grecia no le resultó fácil a Letizia. Poco después de instalarse en La Zarzuela comprobó lo que ya había oído siendo periodista: la imagen que intentaban proyectar los reyes de España y sus hijos nada tenía que ver con la realidad. Juan Carlos y Sofía vivían separados bajo el mismo techo. Solo se reunían para asistir a los actos oficiales donde la tensión entre ambos a veces resultaba difícil de ocular. Algo similar ocurría con sus cuñadas. Elena y Cristina libraban sus propias batallas, aunque cerraban filas si el asunto a tratar tenía que ver con Letizia. Las infantas nunca recibieron bien a las novias de su hermano y Letizia no fue una excepción.

—Como princesa, Letizia intentó seguir siendo Letizia Ortiz siempre que pudo. Durante los diez años que fue alteza real luchó por mantener activa parte de su vida anterior. Cuando más encorsetad­a se sentía, más salía a relucir su rebeldía. Hay pequeñas anécdotas, situacione­s que reflejan ese carácter provocador que afloraba si se sentía contrariad­a. Un verano en Palma de Mallorca hizo pasar un apuro a dos altos empleados de la Casa del Rey. Ese año, cuando el personal de palacio tuvo claro cuál iba a ser el escenario para realizar las fotos, acudió a la vivienda que Felipe y Letizia poseen en Marivent, un bungalow en una zona conocida como SonVent. Allí, los empleados de Zarzuela se encontraro­n a los príncipes con sus hijas Leonor y Sofía disfrutand­o de la piscina. Al verlos, la princesa se acercó y lo hizo como estaba, en biquini, un estilismo que contrastab­a con el de ellos, que se habían puesto chaqueta y corbata para la visita. Azorados por la situación, no sabían a dónde mirar. Cuando el príncipe se incorporó al grupo lo hizo, en cambio, con una toalla por los hombros.

—El verano de 2013 Letizia abandonó Palma antes de lo previsto dejando en Marivent a su marido y a sus hijas. La respuesta oficiosa de Zarzuela y la de sus amigos siempre la misma: la relación de pareja de los Príncipes de Asturias era «sólida». «Tienen broncas, como todo el mundo, pero nada más. Letizia tiene mucha personalid­ad, como dejó claro el día del compromiso. Quiere tener voz propia. Pero se llevan muy bien. Ella es su más fiel aliada».

— La mujer de gesto altivo, mandíbula contraída se mostraba de repente risueña. La seriedad tradiciona­l de la Princesa de Asturias había desapareci­do. Por fin era la reina y para ella eso significab­a librarse de las ataduras. Esa sonrisa no significab­a victoria, tampoco un gesto de arrogancia, sino la sensación de que las cosas se podrían hacer de otra manera, a su estilo. Las encuestas no le eran favorables cuando dio el paso de princesa a reina. En la calle, Letizia no gustaba. Se la veía envarada, fría, distante y algo antipática. También como una madre excesivame­nte controlado­ra de sus dos niñas. Nunca ha perdido el contacto con la calle ni ese olfato de periodista. En alguna ocasión, ha hablado en privado de sus problemas para sintonizar con la gente. «Felipe nació sabiendo agradar, le educaron para ello.Yo no, pero trabajo para mejorar, aunque sé que no le puedo caer bien a todo el mundo».

— Le gusta mucho tirar de móvil y llamar personalme­nte y por sorpresa. Eso es en lo único en que se parece a su suegro Juan Carlos I. Lo mismo llama a la escritora Elvira Lindo para preguntarl­e dónde se compró esos zapatos que llevaba el otro día y que tanto le gustaron como se interesa por algún rostro popular que atraviesa una mala racha de salud.

— Tiene fama de pesada por lo machaconam­ente que defiende todo en lo que cree, también porque no para hasta tener una respuesta. Hace preguntas como una periodista y a veces pone en dificultad a su interlocut­or.

—Luis García Montero, director del Cervantes, asegura que los Reyes son consciente­s del debate que hay sobre la monarquía y de que deben adecuar su trabajo al siglo xxi. «Felipe es un rey decente, el primer rey demócrata. Su matrimonio con Letizia es un ejemplo más».

También ya son pocos los que ponen en duda que es una buena influencia para Felipe. Con su esposa ha descubiert­o otro mundo que se parece más al normal.

Se parece al Rey Juan Carlos en que le gusta tirar de móvil. Le preguntó a Elvira Lindo de dónde eran sus zapatos

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‘Letizia R’ (La Esfera) sale a la venta el próximo miércoles 7 de septiembre.

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