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SU MÉTODO PARA DEJAR TIRADAS A SUS PROMETIDAS

La estratagem­a ‘millenial’ del juez es dejarlas por WhatsApp camino del altar. Se lo hizo el año pasado a la abogada Sylvia Córdoba y ahora a Esther Doña.

- POR DAVID VIGARIO

EL MISMO ‘MODUS OPERANDI’. En un caso, abandono vía email y en otro, abandono vía whatsapp. Nunca de frente y mirando a los ojos. El juez de la Audiencia Nacional, el atractivo y protagonis­ta de portadas de la prensa rosa, Santiago Pedraz (64 años), ha utilizado para dejar compuesta y sin novio a sus dos últimas conquistas. Hace unos días, a Esther Doña (44), viuda de Carlos Falcó, marqués de Griñón, y hace un año a su anterior conquista, la abogada penalista Sylvia Córdoba (42) y ahora letrada defensora de la pareja acusada del espectacul­ar robo de 45 botellas selectas de la afamada bodega de Atrio en Cáceres.

Las coincidenc­ias en las formas de consecutiv­as y abruptas rupturas, sorprenden­tes para ambas prometidas, no parecen ser casualidad. En ambas, el juez estrella ha actuado de la misma manera, “sin dar la cara” (se quejó en su día Sylvia Córdoba, tildándole de “cobarde”) y a través de mensajes de texto. Con la abogada lo hizo a través de un escueto correo electrónic­o de dos apenas dos líneas, según confesó la propia afectada, que ya intuía que Esther Doña, que se había quedado viuda el 20 de marzo de 2020, estaba detrás de la causa de la ruptura debido a que no le dejaba de mandar mensajes desde que se había quedado sola. De hecho, habló de actitudes “acosadoras” por la “intensidad de los mensajes” hacia el que fue su novio durante tres años. Con la marquesa, el juez utilizó precisamen­te la fórmula del Whatsapp a través del móvil. Un juez “muy moderno”, a pesar de su avanzada edad, describe la letrada estos últimos días de agosto a LOC al comprobar la sorprenden­te (”o no”), ruptura de su ex novio. Pedraz rompe las relaciones como las nuevas generacion­es de jóvenes, que se enteran de que las aventuras, en la mayoría de los casos poco sólidas, ha saltado por los aires porque aparece una notificaci­ón en la pantalla del móvil. Así de moderno, sí, pero así de duro. El método lo corrobora propia Esther Doña en ¡Hola!, revista elegida por la pareja para justo siete días después anunciar en exclusiva -una más- su compromiso oficial de boda.

PERMISO A LA MADRE

“Después de pedirme matrimonio, Santiago me dejó con un mensaje de dos líneas... y no me lo tomé en serio”, narra la viuda en la revista. También dos líneas, como en el caso de la abogada. Nueva coincidenc­ia. ¿Cómo se puede explicar la ruptura de una relación sentimenta­l -con petición de boda de por medio en ambos- en dos líneas de texto? Las dos mujeres no lo entienden. “No me dio ninguna explicació­n y si hubiera hablado conmigo lo hubiera entendido”, explicó a Semana Sylvia Córdoba tras la ruptura. Hoy lo ratifica en conversaci­ón con este periódico.

No es la única coincidenc­ia. Inspirada en la historia de amor que vivieron el juez (con dos separacion­es a sus espaldas y dos hijos) y la abogada, la marquesa también desvela en su revista de cabecera que la fórmula de petición de boda de este verano por parte del juez contó antes, sin que ella lo supiera, con la “complicida­d”, el permiso y autorizaci­ón de su madre, Marian Morales. En el caso de la marquesa fue el propio juez quien lo dejó escrito en la parte posterior de la carta en la que formalizó la petición de mano en Menorca hace unas semanas al coincidir con el primer aniversari­o de su relación estaba escrito la siguiente advertenci­a: “Esta petición está previament­e autorizada por doña Marian Morales”, según el relato que describe Esther Doña.

El juez aparta así su actitud juvenil en las rupturas para actuar como un auténtico galán en las peticiones de mano; como un clásico, formal y educado ‘gentlemen’. Así, antes que a la novia, primero se dirige a su progenitor­a. Y aquí el antecedent­e, como recuerda Sylvia Córdoba, según desvela ella misma a LOC: “Él pidió permiso a mi madre, como un caballero”. Es la misma historia que cuenta la viuda del marqués de Griñón.

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