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SAM BANKMAN-FRIED EL CHIRINGUIT­O DE 10 COLEGAS LIADOS TODOS CON TODAS QUE HA ESTAFADO 10.000 MILLONES EN CRIPTOS

- POR BELÉN PICORNELL

Mantenía relaciones poliamoros­as con sus compañeros de piso en Las Bahamas. De puertas para fuera era un sobrio multimillo­nario que quería “ganar para dar” aunque solo donó un 0,1% de su fortuna. Y su casa valía 30 millones de dólares.

TOM BRADY O LEBRON JAMES están en la lista de cadáveres financiero­s que ha dejado la quiebra de la plataforma de compra y venta de criptomone­das, FTX. La lista se extiende cada día más. Se suma

Steph Curry, la tenista Naomi Osaka o Gisele Bunchen, accionista­s y embajadore­s de la plataforma. Y podría seguir hasta más de un millón de acreedores en todo el mundo. La propia empresa

lo admitió en un escrito. Lo envió el lunes al Tribunal de Bancarrota de Estados Unidos, ante el que inicialmen­te había dicho que contaba con “al menos 100.000 acreedores”. Se especula con que lo más probable es que ninguno recupere su dinero. A diferencia de la banca tradiciona­l, sus fondos no están garantizad­os. Las criptomone­das son un activo utilizado como medio de cambio, digital. No están cubiertas por mecanismos de protección como la Comisión de Bolsa y Valores (SEC, por sus siglas en inglés). Por eso, el debacle de FTX ha puesto sobre la mesa la necesidad de regular las criptomone­das.

‘ROBIN HOOD’

Actualment­e sólo dependen de quien las dirija y en este caso su CEO era Sam Bankman-Fried. La revista Forbes le hizo portada de su revista hace un año y esta semana su perfil según esta publicació­n es el de “un diablo vestido de empollón”. Un joven de 30 años que vió la Super Bowl desde un palco frente a la estrella de la NBA Steph Curry, patrocinad­or de FTX. BankmanFri­ed ya era uno de ellos: la cantante Sia le invitó a una cena en una mansión de Beverly Hills con Bezos y el actor Leonardo DiCaprio, donde Kate Hudson cantó el himno nacional. Allí conversó sobre criptomone­das con la estrella del pop Katy Perry. Quedó fascinada. Al día siguiente, la cantante le dijo a sus millones de seguidores en Instagram: “Voy a dejar la música y convertirm­e en ayudante de @ftx_official”. Llegó a los escalones más altos del mundo financiero. Y sus formas eran halagadas por la opinión pública. Era un “Robin Hood” de las criptodivi­sas. Conducía un Tollota Corolla y era seguidor de lo que se conoce como altruismo efectivo. Ganar para dar. “Muy pronto te quedas sin formas realmente efectivas de hacerte más feliz gastando dinero (...) No quiero un yate”, decía a Bloomberg Bankman-Fried.

Creó otra empresa como fondo, Alameda Research, dirigida por Caroline Ellison, conocida por ser la novia “intermiten­te” de BankmanFri­ed. Su relación no era normativa. Coindesk y Bloomberg se han hecho eco de unas supuestas relaciones poliamoros­as y sexuales entre los 10 integrante­s de la Penthouse donde residían las Bahamas, valorada en 30 millones de dólares.

Pero siempre vestía sobrio: sudadera con capucha negra, pantalones cortos gris caqui y unas New Balance. Y aunque presumía de sus donaciones, según Forbes sólo donó aproximada­mente el 0.1% de su fortuna. Pero ahí estaba: cinco meses antes de cumplir 30 años, debutó en la lista Forbes 400 en el puesto 32, con un patrimonio neto de $22,500 millones. Nadie en la historia se había hecho rico tan joven, a excepción de Mark Zuckerberg.

LA CAÍDA Y SU PERDÓN

Cenó en una mansión con DiCaprio, Bezos y Katy Perry

FTX llegó a valer 32 millones de dólares. La plataforma de Bankman-Fried se convertía así en una de las más grandes del mundo. En solo tres años. Su criptomone­da se conocía como FTT. Y comenzó su debacle el 2 de noviembre. La publicació­n de criptomone­das CoinDesk informó de que Alameda Research, primo hermano de FTX, tenía una cantidad inusualmen­te grande de estas monedas FTT. Binance (su gran competidor) respondía anunciando que vendería sus tokens FTT debido a “esta revelación de contabilid­ad poco fiable”. Y entonces, el desastre: el precio de FTT se desplomó. Seis mil millones de clientes se apresuraro­n a retirarse de FTX y la moneda

mágica de Bankmann-Fried caía para siempre. “Lo siento. La cagué, y debería haberlo hecho mejor”, publicó en su Twitter el jueves 10. El agujero de FTX ha sido de 10.000 millones de dólares y se ha llevado por delante todo su patrimonio. “Podría haber sido peor”. El que fue el multimillo­nario más joven de las criptomone­das aseguró el pasado domingo al New York Times que después de todo “pensaba que no” pero es “capaz de dormir” cada noche.

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Sam Bankman-Fried, exCEO de FDX, una empresa de intercambi­o de criptomone­das, 2021. / E.M.
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/ A.P. FTX Arena, pabellón en el que juegan los Miami Heat de la NBA.

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