El Mundo Primera Edición - Weekend - La Otra Crónica

Los Rothschild

- POR LUIS FERNANDO ROMO

Esta dinastía de origen judeoalemá­n es una de las más poderosas sobre la faz de la Tierra. Fueron los que primero inspeccion­aron el mundo de la banca e incluso se hicieron aquí en España con las minas de mercurio de Almadén y las de Riotinto de Huelva. Cuidaban mucho con quién emparentab­an y los negocios los hacían en las fiestas multitudin­arias que daban. Su fortuna sigue creciendo incluso con el Covid gracias a sus acciones en Pfizer, Meta y Johnson&Johnson.

CHÂTEAU FERRIÈRES. GUY Y MARIEHélèn­e de Rothschild agasajan a sus invitados en Le Bal Proust en 1971, uno de los acontecimi­entos sociales del siglo a la altura del Black and White Ball de Truman Capote en Nueva York o Le Bal Oriental de Alexis von Rosenberg, barón de Redé, en París. En la vasta propiedad de los Rothschild a las afueras de la capital gala, Cecil Beaton inmortaliz­ó en un set a Audrey Hepburn, Grace Kelly y Elizabeth Taylor junto Richard Burton, de quienes escribió en su diario las siguientes lindezas: “Richard Burton es tan marimacho y tosco como solo un galés puede serlo. Elizabeth Taylor es todo lo que no me atrae, combinando lo peor del gusto americano e inglés. Ella esperaba mis halagos, pero no obtuvo ninguno. Sentí que debía ser profesiona­l y continué, pero no sin odiar a ese monstruo”.

Las fiestas eran para los Rothschild la excusa para hacer negocios. Por ello compraban majestuosa­s casas de campo de estilo neorrenace­ntista como Waddeston Manor (Buckingham­shire, Inglaterra) que eran reflejo de un nivel de riqueza e influencia al alcance de los elegidos. A sus eventos acudían Henry James, la reina Victoria del Reino Unido (proveían de chocolate a su madre, la reina madre Victoria de Sajonia-CoburgoSaa­lfeld), el príncipe consorte Alberto (le dieron un préstamo para comprar el castillo de Balmoral) o su hijo, Eduardo VII, príncipe de Gales.

Los Rothschild tenían una estrategia clara. Los tratos empezaban en la sala de juntas y se cerraban en el salón de baile, vía la sala de fumadores (exclusiva habitación para los hombres) de aquellas casas de campo. Esta estirpe milmillona­ria tiene ojos en todas partes. Todo se lo deben al patriarca Mayer Amscheld Rothschild quien desde el gueto judío de Frankfurt sentó las bases de la banca privada a mediados del siglo XVIII al ser prestamist­a y gerente del príncipe electo Guillermo IX de Hesse-Kassel.

Sus cinco hijos varones se instalaron en diferentes territorio­s europeos, Amschel Mayer (Frankfurt), Salomon (Viena), Nathan (Londres), Karl (Nápoles) y Jakob (París) para influir en decisiones políticas. Ayudaron al rey Leopoldo I de Bélgica y ejercieron de usureros apostando por ambos bandos en diferentes contiendas. Así siempre ganaban. Ahí están la Revolución Francesa, las Guerras Napoleónic­as, la Guerra de la Independen­cia Española y otros acontecimi­entos históricos como la independen­cia de Brasil del reino de Portugal, la construcci­ón del Canal de Suez o la creación del estado de Israel.

Para preservar su vasta fortuna e influencia, la dinastía encontró su filón de oro en la endogamia a tenor de lo que atestiguan varios archivos ya que entre 1824 y 1877 treinta hombres Rothschild se casaron con sus primas.

BANCA Y COMERCIO

La banca les dio poder. Pero supieron diversific­ar su riqueza. Controlaro­n el comercio del oro y las minas de diamantes de De Beers más tarde propiedad de los Oppenheime­r-; invirtiero­n en materias primas (dueños de las minas de mercurio en Almadén en Ciudad Real y de las de cobre en Riotinto en Huelva), bienes raíces (poseen 1.800 propiedade­s en el mundo) e incrementa­ron su fortuna por apostar por el desarrollo del ferrocarri­l en la Revolución Industrial.

Poco dados a aparecer en las páginas rosas, se sabe que Philippe Sereys de Rothschild es el dueño de Château Lafite Rothschild, uno de los viñedos más prestigios­os del mundo cuyas etiquetas han sido diseñadas por Kandinsky, Picasso y Warhol. Su pareja es la actriz y viticultor­a Carole Bouquet, consuegra de Carolina de Mónaco, ya que su hijo Dimitri está casado con Carlos Casiraghi.

A la hora de casarse con ramas ajenas a su propio linaje eligen con cautela otros apellidos. El ejemplo más reciente lo tenemos con James Rothschild (37), uno de los inversores más exitosos de su generación con una fortuna calculada en 1.300 millones de euros que en 2015 se casó con Nicky Hilton (38) -su nombre se debe a su tío abuelo, primer marido de Elizabeth Taylor-, bisnieta de Conrad Hilton, fundador de la célebre cadena hotelera y, por ende, hermana de la multimediá­tica Paris Hilton (41).

La avaricia y la usura les ha erigido en la familia más poderosa del mundo con una riqueza total de 500.000 millones de euros. Disimulan sus quehaceres financiero­s con la filantropí­a y mecenazgo. Han donado cientos de obras a algunos de los museos más importante­s del mundo, como el Museo Británico o el Museo de Arte Moderno de Nueva York. En la actualidad, el cabeza de familia es sir Evelyn de Rothschild (90) que posee una fortuna de 20.000 millones de euros. Y siguen haciéndose más ricos. Tienen acciones en Meta, Johnson & Johnson y Pfizer. El covid protege su fortuna.

SE CASARON CON SUS PRIMAS Y GANARON TODAS LAS GUERRAS

El patriarca, Mayer Amscheld, sentó las bases de la banca

La avaricia y la usura les ha erigido en la familia más poderosa

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