El Mundo Primera Edición - Weekend - La Otra Crónica

JOSELITO LOS MILES DE DÓLARES QUE LE ROBARON Y LE LLEVARON A DELINQUIR

Tuvo otros ingresos además de las películas. En América cantó para Fidel Castro y llegó a dar varios conciertos al día por los que recibía 5.000 dólares. La avaricia de los adultos le dejó sin nada.

- POR LUIS F. ROMO

SI ESPAÑA FUERA HONESTA, JOSELITO (79) no formaría parte de la familia del olvido. Con cuatro añitos cantaba con tanto ángel que Luis Mariano se convirtió en su padrino artístico llevándole al París de Balzac y Mistinguet­t, donde aún conserva su hueco en el Olimpo de los consagrado­s. Nada más regresar a España, el avispado productor Cesáreo González empezó a frotarse las manos. Había encontrado una mina.

Aquel niño que abandonó con su familia su pueblecito natal de Beas de Segura (Jaén) porque el único alimento eran los bocados que daban al aire no tardaría en demostrar que de los sueños también se vive. Atrás dejaba los cantes en tabernas a cambio de unas monedas.

Cesáreo le firmó su primer contrato a través de su empresa Suevia Films. La primera película fue la inolvidabl­e El pequeño

ruiseñor (1956), que de un plumazo tiñó de colores un país afín al régimen que tan bien controlaba González, en cuya cantera figuraban María Félix, Sara Montiel y el trío Lola Flores, Carmen Sevilla y Paquita Rico, cuyos egos eran tan descomunal­es que El balcón de la luna

(1962) se convirtió en la primera y única película de la historia en poner los nombres de las tres estrellas en forma de aspas. De esta manera, todas y ninguna destacaban al mismo tiempo.

Joselito (José Jiménez Fernández) cobró 25.000 pesetas. Pero tal fue el éxito con la canción Campanera que, por su segundo filme, La saeta del ruiseñor (1957) se embolsó tres millones de pesetas más un porcentaje de taquilla. Jubiló a su padre y montó negocios para sus hermanos. A cambio, a Joselito le robaron la infancia. Mientras sus amigos jugaban con cochecitos él conducía su propio Mercedes, que Cesáreo le había regalado. Obviamente, la Guardia Civil le pilló. Aquel fue el primero de sus problemas con la ley.

No importaba. Joselito fue el primer niño prodigio made in

Spain. Luego llegaron Marisol y Rocío Dúrcal. En Hollywood ya habían alcanzado la mayoría de edad Elizabeth Taylor, Mickey Rooney, Roddy McDowall y Jackie Coogan, el churumbel que alcanzó la cumbre gracias al hacedor de estrellas Charles Chaplin en El chico (1921) y cuyos padres dilapidaro­n su fortuna de cuatro millones de dólares. Para proteger la integridad de los niños prodigio se creó la Ley Coogan (1939). En nuestro país imperaba un libre albedrío del que se beneficiab­an unos pocos.

ESTRELLA MUNDIAL

Tal fue el fenómeno de Joselito que Cesáreo González ganó 1.000 millones de pesetas tras descontar impuestos por el contrato de diez películas. Al otro lado del Atlántico cantó para Fidel Castro y el Che Guevara y en Estados Unidos se lo rifaban. Cada día hacía cuatro o cinco espectácul­os a 5.000 dólares por función, actuó dos veces en El show

de Ed Sullivan, se codeaba con Sinatra y Dean Martin e incluso Lyndon B. Johnson le recibió en la Casa Blanca, donde le regaló un rifle, quizás un guiño a la auténtica pasión de tirador de nuestro protagonis­ta que defendió el campeonato de España y de Europa de tiro de pichón.

Con esta afición vivió una pesadilla en Angola tras ser acusado de mercenario. En el viejo continente, Charles Aznavour le admiraba, Pasolini incluyó el tema Violín gitano en una de las escenas de la inconmensu­rable Anna Magnani en Mamma Roma

(1962) y el Papa Juan XXIII le recibió en audiencia.

Al actor le manejaron como a una marioneta hasta que de sus labios dejaron de oírse las notas de Doce cascabeles y El emigrante. Cuando quiso darse cuenta, lo había perdido todo. No por mala cabeza, sino por la ambición de otros.

En su adolescenc­ia le obnubilaro­n dos jovencitas actrices. Se carteó con Marisol y María Mahor, su compañera en El pequeño coronel (1960), le dio calabazas.

VIDA FAMILIAR

Quien cayó rendida a sus brazos fue Chonette Laurent, que saboreó las mieles como una de las componente­s de la tribu de Alberto Closas y Amparo Soler Leal en

La gran familia (1962) y con quien se casó en secreto en 1966. Tuvieron dos hijos, Isaac y Eva, ajenos al falso oropel del séptimo arte. Tras su divorcio 12 años después, (re)encontró a su amor verdadero, su amiga de la infancia Marifé Gabaldón, por aquel entonces maestra de escuela.

Son el uno para el otro. Viven tranquilam­ente en Utiel (Valencia) donde el pequeño ruiseñor cantó por primera vez a nivel profesiona­l para recaudar fondos para los más necesitado­s. Allí se quedó mientras su familia proseguía viaje a Valencia. En Utiel tuvo un plato caliente y vestimenta. Aún estaba por llegar Luis Mariano.

Hace dos semanas la localidad valenciana le dio su mejor premio. Una calle. Y desde hace un tiempo está en negociacio­nes para realizar un biopic sobre unas andanzas quijotesca­s que le han proporcion­ado su nicho como patrimonio cultural. Y sí, estuvo en la cárcel por tráfico de drogas, pero… ¿por qué este país se afana en destruir a los mitos? Joselito fue uno de nuestros mejores embajadore­s.

Lo perdió todo. No por su mala cabeza sino por la ambición de otros

Vive en Utiel junto a su amiga de la infancia y su amor Marifé Gabaldón

 ?? EFE ?? Joselito en el Tanatorio de la Paz de Madrid, donde fueron incinerado­s los restos mortales de Rocío Dúrcal.
Fotograma de la cinta ‘Saeta del Ruiseñor’ en el que aparece Joselito cantando, dirigida por Antonio del Amo.
EFE Joselito en el Tanatorio de la Paz de Madrid, donde fueron incinerado­s los restos mortales de Rocío Dúrcal. Fotograma de la cinta ‘Saeta del Ruiseñor’ en el que aparece Joselito cantando, dirigida por Antonio del Amo.
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