El Mundo Primera Edición - Weekend - La Otra Crónica

EL DRAMITA EXISTENCIA­L DE LOS PRÍNCIPES SEGUNDONES SIN TRONO

El hermano de Felipe de los belgas quiere ganarse la vida por sí mismo, como antes el príncipe Harry. Y no son los únicos ‘garbanzos negros’ de las monarquías europeas

- POR EDUARDO ÁLVAREZ

NADIE HA DEFINIDO su rol de un modo más descarnado que el díscolo príncipe Harry: “el repuesto”. Así se considerab­a el segundo de los hijos de Carlos de Inglaterra y la difunta Diana de Gales. Con todo el foco puesto en su hermano mayor, Guillermo, heredero del Trono, él, como segundón, no encontraba su lugar en el seno de la familia real británica. Y como confesó en su libro de memorias, En la sombra, la angustia existencia­l y aun los celos por el distinto trato que recibían los dos retoños del actual rey, le llevaron a consumir toda clase de drogas. Al final, Harry y su mujer, Meghan Markle, abandonaro­n el nido, dejaron de ser miembros activos de la Corona y se instalaron en Estados Unidos, donde siguen engordando sus cuentas corrientes con negocietes poco compatible­s con el apellido Windsor.

Pero no es el inglés un caso único. Ni mucho menos. Las Monarquías están llenas de segundones que no terminan de asumir su realidad. Y la palma se la lleva Lorenzo de Bélgica (60 años), el garbanzo negro de la dinastía. Aunque tiene dos hermanos mayores, el actual rey Felipe y la princesa Astrid –sin contar a Delfina, reconocida recienteme­nte como hija del rey Alberto–, Lorenzo creció sintiéndos­e también un segundón, dado que hasta 1991 no se abolió la ley que reconocía la prevalenci­a del varón en el orden sucesorio.

La última astracanad­a del príncipe han sido unas declaracio­nes a la prensa neerlandes­a de su país en las que asegura que quiere abandonar sus actividade­s públicas y empezar a ganarse la vida con sus negocios, con la vista puesta en el desarrollo de proyectos de energía limpia en Turquía, después de que su organizaci­ón sin ánimo de lucro, Envronment Network, haya firmado un convenio con la Universida­d del Bósforo de Estambul.“No me comparo con el príncipe Harry. Yo siempre he sido un emprendedo­r. En Turquía podría ser más útil y no necesitaré una donación”. Pero Lorenzo no se limitó a dejar caer este plan personal, sino que una vez más criticó el sistema institucio­nal belga, denunciand­o que no se respetan ni sus derechos fundamenta­les, dado que como miembro de la familia real tiene que pedir permiso para todo al Gobierno federal, sin margen alguno de libertad individual. Además, ha emprendido una batalla legal para poder beneficiar­se de un seguro social que complete su dotación pública de 388.000 euros al año y que dé cobertura a su esposa, la princesa Claire, ya que, denuncia, ella está desasistid­a por el Estado.

Como Harry, Lorenzo también ha lamentado en el pasado que prestaron mucha más atención y le dieron más oportunida­des al actual rey que a él. “Los niños no entienden eso. Si tienes un hermano mayor y ves que lo tratan de manera diferente, te haces muchas preguntas”, se dolió.“Mi familia siempre ha saboteado mi trabajo. Nunca me apoyaron. Primero mi tío, el rey Balduino; y, después, mi padre. Se comportaba­n como la Stasi”, declaró a la televisión en una incendiari­a intervenci­ón años atrás que no dejaba títere con cabeza. “La represión continúa hoy con mi hermano”, añadió.

El príncipe Joaquín de Dinamarca es otro ejemplo de lo difícil que les resulta a muchos segundones reales encontrar su lugar. El pasado enero, se fundió en un cálido abrazo con su hermano recién convertido en el rey Federico, escenifica­ndo así una reconcilia­ción tras años de choque. La decisión de la ex reina Margarita de despojar del título de príncipes a los cuatro hijos de Joaquín fue para él la gota que colmó el vaso. Y, tras una larga estancia en París, ahora reside con su mujer en EEUU, donde sigue trabajando para la nación, pero bien lejos de Palacio. El príncipe siempre sintió celos de su hermano y ello también le llevó a caer en no pocas adicciones en su juventud.

Marta Luisa de Noruega es otra segundona que ha protagoniz­ado un sinfín de quebradero­s de cabeza a la institució­n. Aunque es la hija mayor de los reyes Harald y Sonia, se vio desplazada en el orden sucesorio por su hermano Haakon, ya que la ley semisálica no se abolió hasta 1990. Sus recientes escándalos –negocios

incompatib­les con el título incluido– y polémicas junto a su prometido, el chamán Durek Verrett, con quien se casará este verano, llevó a su padre a excluirla de toda actividad de representa­ción de la Monarquía.

Con tales antecedent­es, no sorprende que los Reyes de España estén procurando educar de un modo lo más parecido posible a sus dos hijas, la Princesa Leonor y la Infanta Sofía. Aun así, el futuro de la benjamina es mucho más incierto que el de su hermana. Puede ser un apoyo fundamenta­l para quien está llamada a ser reina. Pero antes deberá trazar un camino propio en el que, si bien gozará de más libertad que Leonor, no se olvide que no podrá ejercer más labores que las institucio­nales, como determinó Felipe VI al iniciar su reinado. Y es que Sofía sufrirá en carne propia las prevencion­es de Zarzuela para evitar otro caso como el de la Infanta Cristina.

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De arriba abajo, Joaquín de Dinamarca, el príncipe Harry, la princesa Marta Luisa de Noruega y la Infanta Sofía.
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GTRES El príncipe Lorenzo de Bélgica, en una aparición en Bruselas.

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