El Mundo Primera Edición - Weekend - La Otra Crónica
DEJA DE SER LA EX DE BRUCE WILLIS Y VUELVE A ARRASAR (A LOS 61)
Fue la actriz mejor pagada del mundo pero acabó de secundaria en cintas intrascendentes. Su última película, con desnudo incluido, le ha devuelto al estrellato.
ERA UN RESURGIR con el que casi nadie contaba a estas alturas. Pero Demi Moore ha demostrado, a sus 61 años, que aún le queda gasolina en el tanque. Dennis Quaid, su compañero de reparto en The Substance, la cinta que ha supuesto su triunfal regreso al festival de Cannes, lo ha tildado de“increíble tercer acto” para la actriz que lo fue todo en los 90: la intérprete mejor pagada del mundo y una de las más veneradas dentro del star system
hollywoodiense, con títulos como Una proposición indecente, Algunos hombres buenos, Striptease o Ghost.
Más de 25 años habían pasado desde su último estreno de calado–La teniente O’Neil
en 1997– cuando Coralie Fargeat, la realizadora francesa, pensó en ella para meterse en la piel de Elizabeth Sparkle, una actriz sacudida por el clásico abandono del sistema cuando los años empiezan a dejarse notar. La crisis la empuja a probar una sustancia clandestina que le ofrece una mejor versión de sí misma, un producto revolucionario que crea un alter ego más atractivo y perfeccionado, y por ahí comienza a tomar forma una body horror
mucho en movie que ha gustado Cannes. La ovación para Moore y el resto del reparto, formado por Quaid, Margaret Qualley –que hace de la versión mejorada de la actriz–, y Gore Adams, entre otros, duró 11 minutos, y la película es candidata a la Palma de Oro del festival.
Oportunidades así no surgen todos los días. Moore, que llevaba años condenada a papeles secundarios en cintas intrascendentes, lo sabe. Era la oportunidad de “salir de mi zona de confort, de hacer algo que me hiciera mejor persona y mejor actriz”, según explicó en la rueda de prensa en Cannes posterior al pase de la cinta. Para la actriz de Nuevo México, la película de Fargeat se ocupa de “muchos temas que todos enfrentamos, de buscar validación y sentido de pertenencia. Nos lleva a los extremos y nos permite adentrarnos en ellos de una manera única”. El extremo para ella, en este caso, ha sido tener que enfrentarse a varias escenas de desnudo frontal a sus 61 años, con un nivel de “vulnerabilidad y crudeza” que conllevaron “mucha sensibilidad”por su parte y“mucha conversación sobre lo que estábamos tratando de lograr”. Eso y la transformación física que atraviesa su personaje a medida que su versión mejorada la va desplazando y condenando a un lugar muy oscuro.
El reto le llega en un momento óptimo, habiendo dejado atrás las crisis personales que la convirtieron en carnaza de la prensa rosa durante años. Hubo un momento, coincidiendo con el cambio de siglo, en que se hablaba más de sus problemas matrimoniales con Bruce Willis que de su trabajo. Fue el comienzo de un declive que se fue acrecentando con los años y su posterior relación con Ashton Kutcher, un actor 15 años menor que ella. De por medio hubo un aborto con seis meses de embarazo, múltiples acusaciones de infidelidades e ingresos en centros de rehabilitación por su adicción a los opiáceos y su destructivo estilo de vida, incluyendo un desorden alimenticio que la hizo perder peso de forma drástica. Moore tocó fondo en 2012 al colapsar en su casa de Los Ángeles y sufrir convulsiones, ingresada en un hospital. Ahora parece haber pasado página. Se refleja con claridad en su aspecto, radiante entre los fotógrafos que la inmortalizaron en la alfombra roja de Cannes. Tiene claro desde hace años que la prioridad son sus relaciones personales y no su carrera cinematográfica. Quizá por eso el aire de confianza que despide, perceptible en su gesto y su discurso. Las opiniones de terceros han dejado de tener tanto peso en su vida.“¿Qué importa lo que piensen los demás?”, dijo en un encuentro con Gwyneth Paltrow y Arianna Huffington en 2019.“Nada puede ser tan malo, digan lo que digan”.
BRUCE WILLIS
Sus adicciones le llevaron a tocar fondo en 2012 y colapsó
El año pasado Moore se volcó con su ex marido, Bruce Willis, tras conocerse que padece demencia. Ya durante la pandemia compartieron casa en Hailey, Idaho, como parte de la cuarentena junto a sus tres hijas, Rumer, Scout y Tallulah. La enfermedad les ha unido más aún, incluso con la mujer de Willis, la modelo británica Emma Heming, de 45 años, que tuvo dos hijos con el protagonista de La
sabe el jungla de cristal. Nadie tiempo que le puede quedar a la leyenda de 69 años y la meta es pasar el mayor tiempo posible en familia.
Es un nuevo giro dentro de un recorrido vital notable que comenzó en Hollywood en 1982 con una telenovela estadounidense, Hospital general,
y que fue abriéndose camino hasta dar con la que fue, ese año, la película más taquillera, Ghost. Vendrían después sus grandes éxitos en los 90 y un contrato tan histórico como multimillonario para una mujer en la época: 12,5 millones de dólares por hacer Striptease en 1996.
Fue su punto álgido, aunque la crítica destrozó la película de Andrew Bergman por no ser ni lo suficientemente divertida ni dramática ni sexy como para constituir un entretenimiento a la altura, en palabras del historiador y crítico Leonard Maltin. Sus siguientes trabajos marcaron la misma línea descendente que precedió al declive profesional y personal del que ha tardado unos cuantos años en recuperarse. The Substance
de parece la demostración que el brillo de su estrella aún perdura.