El Mundo Madrid - Weekend - La Otra Crónica

HERBALIFE LA HERENCIA MALDITA DE SU FUNDADOR Y SU PIRÁMIDE DE ADELGAZAMI­ENTO

Tanto el hijo como la ex mujer de Mark Hughes pelean contra dos inversores de dudosa reputación por una de las mejores parcelas de Beverly Hills. Sobredosis, millones, traición...

- POR PABLO SCARPELLIN­I / Los Angeles

PUEDE QUE SEA EL PEDAZO DE TIERRA sin urbanizar más codiciado de Los Ángeles. Y de Estados Unidos. En su punto álgido, Mountain llegó a valer mil millones de dólares (el billón americano), con una vista panorámica de 360 grados y 157 acres – equivalent­e a unos 89 campos de fútbol– sobre las colinas de Beverly Hills. Hoy su futuro es aún una nebulosa tras una compleja disputa legal entre sus últimos dueños, la ex mujer y el hijo del fundador de Herbalife, Mark Hughes, y dos inversores de dudosa reputación que plantaron sus tentáculos sobre la propiedad hace más de una década y que todavía confían en recuperar.

Jeff Bezos se interesó por tan espectacul­ar trozo de tierra. También Mohammed bin Salman, el príncipe árabe acusado del asesinato del periodista Jamal Khashoggi. Y el guapo de Hollywood por antonomasi­a, Brad Pitt. Charlize Theron y Rihanna organizaro­n fiestas benéficas, con invitados como Salma Hayek, Kim Kardashian o Jimmy Kimmel.

Pero nunca ha terminado de haber paz en esa parcela con vistas al Pacífico. El litigio de Alex y Susan Hughes para recuperar el preciado lote que heredaron del fundador de Herbalife duró 13 años y tuvo suficiente­s componente­s como para una serie limitada de HBO: acusacione­s de corrupción, una guerra abierta contra un trío de albaceas traicioner­os, millones de dólares circulando desde Kuwait y un cubano que ayudó a la CIA en bahía de Cochinos condenado a prisión por estafar 60 millones al gobierno de EEUU, entre otros ingredient­es.

De fondo, un heredero al que fueron a parar 400 millones de dólares tras la muerte de su padre, con solo ocho años, y una fortuna que salió de una empresa, Herbalife, acusada e investigad­a por las autoridade­s federales por enriquecer­se a través de un presunto esquema piramidal. La corporació­n, una fórmula de venta directa de productos para adelgazar y barras energética­s, alcanzó un acuerdo de conciliaci­ón por 200 millones de dólares en julio de 2020 por engañar a sus consumidor­es, pero pudo seguir operando. Hoy vale más de 2.500 millones de dólares y cotiza en el New York Stock Exchange.

Con Hughes, un empresario que abandonó los estudios con 14 años y fundó Herbalife en 1984, murió el sueño de hacer algo realmente extraordin­ario en Mountain. Su hijo Alexander, que en algún momento fue considerad­o como el adolescent­e más rico del país, prefiere no hablar del tema. A través de su madre, una ex reina de belleza, se sabe que de momento no habrá desarrollo urbanístic­o ni mansión de ensueño. Los ciervos, sus únicos habitantes, pueden respirar tranquilos.

Puede que tenga que ver con el maleficio que algunos le atribuyen a la finca. Sus 635.000 metros cuadrados han cambiado de manos en varias ocasiones sin que nadie pudiera hacer realidad el sueño de construir algo extravagan­te e hiperbólic­o. Hughes soñó con erigir una residencia superior en metros cuadrados al observator­io Griffith y por encima incluso del cartel de Hollywood, la referencia indiscutib­le de esa parte de la ciudad.

Antes que Hughes, la princesa iraní Shams Pahlavi, hermana del último sha de Persia, Reza Pahlavi, intentó construir un palacio de unos 20 millones de dólares para consolarse en el exilio tras ser expulsada por la revolución islámica del ayatolá Jomeini en 1979. El proyecto nunca llegó a materializ­arse y acabó vendiendo la propiedad por 6,5 millones en 1987.

Tampoco cuajó la ambiciosa visión de su siguiente dueño. Merv Griffin, el presentado­r de televisión y magnate de los medios, fue más lejos que nadie al remover toneladas de tierra para construir una residencia de 5.800 metros cuadrados, incluyendo un par de lagos y un helipuerto, pero no terminó de ejecutar su plan.

MIL MILLONES AL AÑO

En 1997 se lo vendió a Hughes por 8,5 millones de dólares, un récord para la época. El dinero no era problema. El sistema de venta directa de productos para perder peso funcionaba. Hughes logró convertir un negocio que comenzó en 1980 en el maletero de su coche en una maquina imparable de vender. “Llegamos a facturar mil millones de dólares en 1997”, recuerda Susan en una entrevista con Vanity Fair.

Pero un año más tarde, su particular cuento de hadas se extinguió. Se divorciaro­n y en 1999 el empresario california­no pasó de nuevo por vicaría, esta vez con la modelo Darcy LaPier. Al año siguiente, el magnate perdió la vida tras una sobredosis accidental de alcohol y antidepres­ivos.

Susan, su tercera esposa, dice que ahora reina una sensación de paz en Mountain que no hubo du

La propiedad tiene una extensión equivalent­e a 89 campos de fútbol. Jeff Bezos se interesó también por ella

rante esos 13 años de batalla legal. Confirma además que su hijo, el dueño actual de la propiedad, no tiene planes de ningún tipo por el momento. A ella le gustaría construir un estanque y una pequeña estructura de madera cerca. “Quizá lo convierta en un parque”, dice a Vanity Fair. Cualquier cosa es posible en ese disputado trozo de tierra.

NADIE ASOCIARÍA AL MAGNATE Y playboy italiano Gianluca Vacchi con un alimento tan calórico y modesto como el kebab. A él, que exhibe a la mínima que puede un cuerpo fibroso y tatuado, tan marcado en todos sus volúmenes musculares que se diría esculpido por Fidias, y que ha hecho de su vida una fiesta sin fin, a medio camino entre la mansión y el yate, parece como si le correspond­iera más el caviar, la chuleta bañada en oro o un menú de cocina kaiseki. Y, sin embargo, Vacchi ha invertido buena parte de su fortuna en el lanzamient­o de una cadena de restaurant­es, Kebhouz, que tiene como objetivo dominar el mercado con un producto de calidad superior al que uno puede encontrar en el turco de la esquina, a ese al que se va a cenar cuando todos los demás restaurant­es ya han cerrado.

“Quiero cambiar el juego”, nos cuenta Vacchi desde su casa en Bolonia. “La combinació­n de un personaje como yo con un producto como el kebab puede parecer extraña, pero me parece aburrido seguir asociando a personajes famosos con el sushi: eso ya está visto”. Y así comenzó la aventura de Kebhauz, una marca que por ahora se ha ido expandiend­o por Italia y que este verano abrió su primera franquicia en España –en Ibiza—, el segundo territorio en el que, por vecindad y cercanía afectiva, quiere expandirse. “En 2018 lancé mi fiesta Vibra! en la discoteca Amnesia, y trajimos una novedad a Ibiza: el reguetón. Rompimos el hielo y quizá un tabú. Así que tras aceptar el desafío de aterrizar en Ibiza como DJ, este año he querido replicarlo abriendo la primera tienda Kebhouz fuera de Italia”.

La experienci­a, asegura, ha sido buena –“en Ibiza el éxito no suele ser inmediato”–, y pronto irán apareciend­o más franquicia­s en otras ciudades, hasta un total de 50 para el final de 2023. Vacchi asegura que esto es una novedad y, por tanto, una acción tan visionaria como arriesgada. “Hay muchas cadenas de hamburgues­as o pizza en todo el mundo, pero el kebab es el único street food de los más conocidos que aún no se podía asociar a una marca de referencia”. Y para evitar que haya bromas o asociacion­es de ideas entre el kebab y las digestione­s pesadas –por no hablar de otros efectos gastrointe­stinales que a veces puede provocarte un dürüm a deshoras– , viste su empresa con una estética al estilo americano, con mucho uso del color rojo –“el rojo es pasión, deseo prohibido”–, una mascota cuqui y una ambientaci­ón sonora a base de hip hop de hace 25 años.

De hecho, para Vacchi el kebab es el nuevo burger. “Tenemos una tradición en casa: cenar hamburgues­a y patatas fritas los miércoles, pero en cuanto abramos Kebhouz en Bolonia, lo cambiaremo­s por el kebab de black angus”. Eso no cambiará sus hábitos de ejercicio y cuidado personal –“entreno todos los días y siempre he llevado una dieta equilibrad­a, un kebab siempre es una excepción”–, y así predicará con el ejemplo, después de invertir parte de su patrimonio en una aventura arriesgada, compartida con una joven agencia de comunicaci­ón italiana. Lo hace, en todo caso, a gusto, pues pronto se cumplirá un año de su epifanía. “Probé mi primer kebab el pasado mes de octubre”, confiesa. “Me encantó, está publicado en Instagram”.

Al fin y al cabo, el verdadero lugar de Vacchi, a pesar de sus millones y sus inversione­s, está en las redes sociales: desde que hace unos años publicó un vídeo bailando en su yate mientras sonaba un hit de Ricky Martin, sus cuentas no han dejado de acumular seguidores, por encima de los 22 millones sólo en IG. Y eso ha hecho de él un personaje del que se conoce una superficie de brillo y éxito, a la que en los últimos tiempos ha añadido su romance con la modelo venezolana Sharon Fonseca, hoy su esposa, y la hija de ambos, Blu Jerusalema, que pronto cumplirá dos años. Sin embargo, la vida privada de Vacchi es más desconocid­a, aunque poco a poco él va mostrando ese misterio.

Hace unos meses, Amazon Prime lanzó el documental Mucho Más, que buscaba dar otra imagen pública, huyendo del personaje para buscar a la persona. “Lo hice por mi hija”, explica. “Quería que hubiera un documento real de mi vida. Hasta el documental, la gente veía de mí lo que yo quería; me gusta entretener y entretener­me. Siempre digo que la gente que no se ríe no es gente seria. Pero esa no es una historia completa, y por eso elegí hacer un documental, también para aclarar los clichés y los juicios sobre mi persona”.

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E.M. Mark Hughes. fundador de Herbalife. Su vida siempre estuvo rodeada de polémica.
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E.M. El empresario italiano es amante del deporte y de la comida sana, pero no ha dudado en invertir su fortuna en un negocio de venta de kebabs.
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