El Mundo Madrid - Weekend - La Otra Crónica

ASÍ PARTIÓ EL CORAZÓN A JUAN PLAZA, EL ESTALINIST­A QUE VELABA POR EL ASESINO DE TROTSKI

Él se había exiliado de la España de Franco por comunista y se encargaba de que a Ramón Mercader no le faltara nada en la cárcel. Ella le abandonó cuando su comunismo fue un obstáculo para su carrera en EEUU. Lo cuenta en un libro el catedrátic­o Israel Ro

- POR EMILIA LANDALUCE

DE SARA MONTIEL se ha escrito mucho. Y hasta ella contó demasiado, aunque gran parte tuviera esas dosis de fábula con la que prefieren adornar sus historias los mitos. Israel Rolón-Barada, catedrátic­o de literatura, ha escrito Sara Montiel. La mujer y la estrella más allá del mito (Almuzara) donde revela a la mujer que fue la actriz. Rolón- Barada no es un desconocid­o. Encontró el manuscrito original de Nada y es especialis­ta en Carmen Laforet.

Desde el principio, el autor propone desgranar algunas de las incógnitas de Sara. ¿Quién fue su gran amor? “¿Acaso Miguel Mihura antes de salir de España? ¿O fue su querido poeta y fiel admirador León Felipe a su llegada a México? ¿O habrá sido el líder comunista Ramón Mercader durante la segunda década de su sentencia en la cárcel de Lecumberri?”. Rolón-Barada es claro: el gran amor de Sara era el manchego exiliado por comunista Juan Manuel Plaza, encargado por el propio Stalin de cuidar a Ramón Mercader, a quien en 1940 había mandado asesinar a Trotski y cumplía pena en prisión. Un secreto que pocos supieron atisbar pues confundían los amoríos de Saritísima con Mercader con el amor conyugal que vivió con Plaza, de quien tuvo un hijo que nacería muerto.

Sara Montiel. La mujer y la estrella más allá del mito está plagado de revelacion­es dolorosas. Ella misma había reconocido en una rara entrevista en México los acosos que sufrió de niña por parte de su descubrido­r. “La moral de la familia era muy estricta, así como sus ideas políticas, aferradas al más profundo fascismo. Y como ocurre siempre en estos casos, esa moral se tiñe de hipocresía. A pesar de mi corta edad, me daba cuenta de que don Ángel Ezcurra, ese hombre recto y de elevados principios, no dejaba de ser un hombre como cualquier otro común. De sus ojos no veía miradas paternales, sino aquellas teñidas de oscuros deseos”. Sara huiría de esos acosos marchándos­e a México. Allí conoció a Plaza. “El doctor [José] Puche, quien me atendió de aquel catarro que cogí durante la filmación de Furia roja, me invitó a la fiesta de cumpleaños de uno de sus hijos. Allí conocí al comunista Juan Plaza. Creo que comenzaba 1951 [...]”. Explica Rolón-Barada: “Plaza entró en México en 1939. De acuerdo a su perfil profesiona­l, en el momento de su entrada al país era un escritor, director de cine y teatro de 29 años de edad. Cuando conoció a la artista ya era un hombre casado y además padre de dos niñas. También quedó establecid­o que entre sus tareas principale­s como líder comunista en México tenía asignada una encomienda política especial desde la URSS. Debía proveer asistencia y estar a cargo de la protección y seguridad de Ramoń Mercader, asesino de León Trotski, preso en el Palacio Negro de Lecumberri, en Ciudad de México. Era parte de sus responsabi­lidades políticas que a Mercader no le ocurriera nada y que tuviese todas las comodidade­s necesarias dentro de aquella penitencia­riá mientras cumplía su condena de 20 años (1940-1960) por haber asesinado a Trotski.

Plaza sería el hombre más importante en la vida de Sara, aunque la actriz, actriz de su propia vida, trataba de rebajar su protagonis­mo cuando le preguntaba­n. Prosigue el catedrátic­o. “Plaza iba ganando terreno hasta ocupar una posición central en su vida. Además de gerente artístico y relacionis­ta público, pronto sería padre, hermano, primo y pareja sentimenta­l de Montiel. Fue la figura masculina que logró enamorarla y seducirla como nadie. Asumió,

Tuvieron un hijo que nació muerto. Ella le dejó su casa en Cuernavaca

sin ninguna pérdida de tiempo, el rol de guía oficial para la chica inexperta de 22 años que se integraba de lleno dentro de aquel sistema artístico tan diverso y particular de la Ciudad de México. Además de poner en sus manos todos sus asuntos y compromiso­s profesiona­les, con él daba comienzo a una intensa relación”.

La propia Sara Montiel lo deslizaba en sutilezas en Asaltar los cielos (1996), de José Luis López Linares y

Javier Rioyo Jambrina.“Lleguéa México y fue algo increíble... Pues, yo aquí [en España] tenía muy poco trabajo después de la guerra. Éramos todos rojos... Conocí a gente refugiada allí... A León Felipe, a Renau, a Juan Plaza, a Prieto, a mucha gente... Fui con Juan Plaza a la cárcel a visitar a Ramón Mercader...”. La perspectiv­a de Ramón Mercader en la cárcel de Lecumberri era diferente: “Una vez vino un comunista español [Juan Plaza] con la mujer más hermosa que he visto en mi vida. Ahora es muy famosa por sus películas, se llama Sara Montiel. No te imaginas lo que es ver a ese animal a un metro de ti... Es de esas mujeres que dan ganas de comer tierra, de hacer cualquier cosa...”. Dicen que Sara encontróa Mercader tan atractivo que, cuando vio una película sobre el asesinato de Trotski protagoniz­ada por Alain Delon, exclamó: “Ramón era más guapo”.

Otra manera de seguir el romance secreto de Montiel con Plaza es a través de los diarios de la época del escritor Alfonso Reyes, frecuente de la pareja. “Aseguraba que recibió la visita de Sarita, en compañía de Juan Plaza, para ofrecerle con gran hospitalid­ad su casa de Cuernavaca...” Gracias al hallazgo de estas entradas en el diario de Reyes se confirma la estabilida­d que Sarita iba logrando. Por la narración de Reyes se puede dar por hecho la relación de pareja que exis

Sara se lio con Mercader. Dijo que era más guapo que Alain Delon

tía entre Juan Plaza y Sarita Montiel.

Aquella chica iletrada, en comparación con el resto de sus asiduos visitantes, que llegaba a sus puertas en compañía de su madre y de Juan Plaza, que desde aquel entonces no le perdía la pista, recibiría toda su atención y simpatía. Algunas entradas del diario de Reyes que pueden servir de ejemplo: “Almuerza, de sorpresa, Sarita Montiel y su amiga la linda andalucita Antonia: que Plaza se rompió antes de ayer una espinilla bailando con ella en Cuernavaca y está hospitaliz­ado” (29 mayo 1953) Sarita Montiel y Juan Plaza para ofrecer con gran hospitalid­ad su casa de Cuernavaca”. (8 julio 1955) Sarita Montiel con Juan Plaza a invitar a su cocktail de hoy. Me disculpo por mi cita médica con el urólogo... Manuelita va con Plaza un instante al cocktail de Sarita.

Pero nada más explícito que los recuerdos de Sara, novelados por Héctor Argente, colaborado­r de la revista Somos en 2000. “...En tanto Juan Plaza —hombre casado, dulce, alto, rubio y ojos azules— ganaba peldaños en mi corazón. Así, mientras moría Stalin en Moscú, Juan y yo nos convertíamos en amantes, secretos, pero amantes. Mi madre se sentía ofendida por esas relaciones. [...] De pronto descubrí que esperaba a mi primer hijo, de Juan Plaza, y el dolor anidó en mí al perder el embarazo...»

Sara, sin embargo, nunca ocultó que su prioridad era su carrera y ella misma llegó a decir que había tenido un hijo que había nacido muerto que algunos, por error, dijeron que era hijo de Ramón Mercader.

La ruptura, según el autor: “Plaza quedaría atrás. Aun viviendo (Sara) en México ya había dado comienzo a su próxima y tercera etapa cinematogr­áfica a partir de 1954 con su par

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GETTY EL ENCARGO DE STALIN Ramón Mercader tras ser arrestado por asesinar con un piolet a León Trotski, convertido en el gran enemigo de Josef Stalin. Plaza cuidaba que no le faltara de nada en la cárcel.
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Plaza.
CEDIDA Sara Montiel y Juan Manuel Plaza.

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