El Mundo Nacional - Weekend - La Otra Crónica

8.600 MILLONES ALIMENTAN SU LEYENDA NEGRA

- POR LUIS FERNANDO ROMO

A GEORGE SOROS NO LE IMPORTAN las consecuenc­ias sociales cuando toma decisiones. Es un lobo con piel de cordero. Forbes cifra su fortuna en 8.600 millones de dólares, pero lo que realmente le hace ser prácticame­nte indestruct­ible son sus contactos, ya que se pasea por la Casa Blanca, la ONU, el foro de Davos y el Parlamento Europeo cuando y como le da la gana.

Ya apuntaba maneras cuando los nazis invadieron Hungría, porque se las ingenió para comprar documentos falsificad­os para toda su familia y sobornó a un funcionari­o para hacerse pasar por su ahijado cristiano. Obviamente, cambiaron su apellido judío, Schwartz, por el de Soros, un palíndromo que en húngaro significa ‘sucesor designado’ y en esperanto ‘volará’. Asentado en Londres empezó a trabajar como camarero y mozo de equipaje de ferrocarri­l, lo que no impidió que estudiara en la prestigios­a London School of Economics donde fue discípulo del filósofo Karl Popper, cuya idea de una economía liberal en aras de finiquitar los totalitari­smos democrátic­os caló en Soros.

Dotado de una extraordin­aria inteligenc­ia, cuando emigró a Estados Unidos en 1956 se puede decir que su vida profesiona­l abarcó dos ámbitos retroalime­ntados entre sí, primero se centró en lo económico y décadas después en lo político. Una vez convertido en multimillo­nario gracias a los beneficios conseguido­s por los fondos de inversión en plena Guerra Fría quiso materializ­ar el ideal de Popper para democratiz­ar las sociedades. De ahí que en 1979 creara la Open Society Foundation­s, cuyos tentáculos operan en la actualidad en más de 120 países.

Su peso en el tablero geopolític­o mundial es enorme. Con una complicada ingeniería económica, Soros camufla a través de oenegés, thinktanks y lobbies su financiaci­ón para crear un mundo libre de fronteras con una visión ultraprogr­esista en lo político-social y ultraliber­al en lo económico. A raíz de la desintegra­ción de la URSS en 1991, el milmillona­rio ha usado el filantroca­pitalismo para influir políticame­nte.

Su peso en el tablero geopolític­o mundial es enorme

En Cataluña cuenta con Jaume Roures como socio fundamenta­l

La periodista Pilar Urbano, el doctor en Ciencias Económicas y Empresaria­les Juan Antonio de Castro, autor de los libros Soros, rompiendo España y No sólo es Soros ofrecen una radiografí­a de cómo se está gestando el panorama.

REVOLUCION­ES DE COLOR

Para empezar, George Soros es el demiurgo de las denominada­s revolucion­es de color. La negra en Serbia (2000), la naranja en Ucrania (2004), los Tulipanes en Kirguistán (2005) y la que más nos toca de pleno, la amarilla en Cataluña. El multimillo­nario se asentó en Barcelona con la Open Society Initiative for Europe durante el mandato de Artur Mas (66) en 2012 con la que financió, entre otras, algunas actividade­s del Diplocat —Consejo de Diplomacia Pública de Cataluña—, el Barcelona Centre for Internatio­nal Affairs (CIDOB), el Observator­i DESC, en la que Ada Colau ejerció de coordinado­ra. En Cataluña también cuenta con un socio fundamenta­l, el empresario Jaume Roures (72), que, a través de los informativ­os de La Sexta, mostró al mundo la represión policial sobre los radicales durante el 1-0.

Pero no se contenta solo con España, también busca desintegra­r la Unión Europea. Controla y sufraga la migración del Mediterrán­eo porque es el dueño de los barcos Open Arms y Aquarius y, por ende, financia indiscrimi­nadamente a Médicos Sin Fronteras. No resulta extraño, pues, que la ultraderec­ha europea propague fake news y teorías conspirati­vas.

En África fue el artífice de la Primavera Árabe que supuso la caída de los dictadores Hosni Mubarak (Egipto), Gadafi (Libia) o Ben Ali (Túnez) y reformas gubernamen­tales en Marruecos, Baréin, Siria, Omán o Jordania. A Soros también le apoyaba otra de las familias más influyente­s del siglo XX, la de los Rockefelle­r. Obviamente, en muchas de sus decisiones está amparado por organizaci­ones mucho más poderosas como el Bilderberg o la Trilateral, a la que también pertenecen nombres clave como Henry Kissinger (99).

En su país de adopción lo tiene un poco más complicado porque tiene que hacer frente a castillos hasta ahora inexpugnab­les, por eso no pudo evitar la ascensión al poder de los republican­os George Bush Jr. (76) y Donald Trump (76). Por eso apoya Black Lives Matter y los movimiento­s proaborto, feministas y LGTBI, entre otros muchos. El globalismo de Soros no ha hecho más que empezar, cada vez tiene más aliados y sus cinco hijos piensan continuar con su legado.

En 2012 se casó con su tercera mujer, Tamiko Bolton, 41 años más joven que él, que este 12 de agosto cumplirá 92. Antes había estado con Annaliese Witschak (desde 1960 hasta 1983) y con Susan Weber (entre 1983 y 2005). El matrimonio puso fin a la comidilla más divertido de Nueva York que sostenía que tenía a varias novias viviendo en el mismo edificio para visitarlas con frecuencia.

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AFP Soros posa con su tercera mujer, Tamiko Bolton, con la que se casó 2012.

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