El Mundo Nacional - Weekend - La Otra Crónica

EMMANUELLE LA PELÍCULA QUE DESTROZÓ A SYLVIA KRISTEL, QUE DEJÓ DE IR AL BAÑO DE LOS AVIONES POR TEMOR A SER VIOLADA

- POR EDURNE URRETA

EMMANUELLE Y SU POLVO EN EL AVIÓN, la butaca de mimbre y el collar de perlas. Tres imágenes grabadas en la retina de toda una generación, la de finales de los 70, que recibió su educación sentimenta­l de la mano de Sylvia Kristel y unas escenas de sexo que hoy, lejos de un subidón de líbido, nos provocaría­n, como mucho, una sonrisa. Aquella película softcore sobre las experienci­as sexuales de una joven francesa en Tailandia batió todos los récords desde su estreno, en 1974: permaneció 12 años en cartel en un cine de los Campos Elíseos de París, la vieron 350 millones de espectador­es y provocó la peregrinac­ión de miles de españoles a Perpiñán y a Biarritz porque la censura no permitió su estreno en nuestro país.

Han pasado casi 50 años y Emmanuelle ha anunciado su regreso en una versión renovada, actualizad­a y se supone que con más y mejor sexo. La francesa Léa Seydoux será la encargada de tomar el relevo a Sylvia Kristel en este remake del clásico del destape que dirigió Just Jaeckin y que ahora lo hará Audrey Diwan (León de Oro en Venecia con El Acontecimi­ento).

Seydoux no lo va a tener fácil para hacernos olvidar a Kristel, que fue elevada a categoría de icono pero que quedó tan marcada por el personaje que nunca pudo quitárselo de encima. Murió de cáncer, totalmente arruinada y alcoholiza­da a los 60 años, después de protagoniz­ar tres secuelas más de Emmanuelle y otro medio centenar de películas,

El fenómeno de finales de los 70 tendrá una versión renovada con Léa Seydoux en el papel de Sylvia Kristel. La película la convirtió en un icono del erotismo pero acabó arruinada y alcoholiza­da. El productor Enrique Herreros recuerda en LOC a su amiga: “Era una persona deliciosa”.

la mayoría de corte erótico. La gente pagaba por verla desnuda y los directores buscaban cualquier excusa para quitarle la ropa. La locura por Emmanuelle generó todo un reguero de versiones, unas 80, más o menos cutres, y Kristel participó en algunas de esas cintas que hoy se pueden considerar de culto. Hubo hasta una Emmanuelle negra, con Laura Gemser, una actriz que no era negra, sino exótica (tenía sangre indonesia y holandesa) que también quedó marcada por el personaje.

La película original ha envejecido mal pero sigue teniendo fans y muchos se preguntan si es necesario hacer una nueva versión. Uno de ellos es el productor Enrique Herreros que, a sus 93 años, recuerda con voz cascada pero una lucidez extraordin­aria a su “gran amiga Sylvia”, “una persona deliciosa… tímida y con un gran sentido del humor”. Herreros, al igual que su padre, –el otro Enrique Herreros, pintor, cartelista, cineasta e inventor de Sara Montiel– es una institució­n en el cine español. Lo atestiguan las paredes de su despacho madrileño de Chamberí, atiborrada­s de fotos de grandes estrellas con las que trabajó en Los Angeles y en Madrid. En una de ellas aparece junto a su querida Sylvia, a quien conoció en 1978. “Hacer una nueva versión de Emmanuelle me parece una temeridad. En el 74 estaba muy bien pero a estas alturas… la gente se va a reír”, sentencia a LOC el productor.

Conoció a Sylvia Kristel en un hotel de Río de Janeiro. Herreros

se coló en el ascensor en el que la estrella subía a su habitación para invitarla a participar en el programa Dos por dos, que presentaba­n Mercedes Milá e Isabel Tenaille y él coordinaba. A ella le hizo gracia cómo la había abordado y accedió. Se hicieron amigos, se llamaban y se veían si coincidían en Los Angeles. La relación se estrechó más cuando a Herreros le eligieron como responsabl­e de la promoción mundial de Amor al primer mordisco, una comedia en la que el bronceado George Hamilton hacía de Drácula. “El primer viaje lo hizo Hamilton solo y no funcionó, por eso un ejecutivo de Hollywood me propuso que me encargara yo. Acepté, pero le dije que tenía que acompañarn­os otro personaje con más fuerza. Se lo propuse a Sylvia y me dijo que sí. Hicimos la gira mundial con ella. Ahí es cuando la conocí de verdad. Eso sí, George y ella se liaron y las noches se las reservaba a Drácula”, cuenta con humor.

En aquella gira descubrió que la actriz jamás iba al baño en los aviones. La escena del polvo aéreo se había convertido en la fantasía sexual de la época y hubo alguno que se creyó que podía reproducir­lo en el primer avión en el que se la encontró. “Recuerdo un vuelo de 12 horas con escala en Anchorage, Alaska. La pobre salió corriendo al baño de la terminal porque se estaba orinando. Se negaba a ir a los lavabos de los aviones”, señala Herreros.

No fue el único trauma que le dejó Emmanuelle. Kristel no supo o no pudo gestionar bien la enorme fama que alcanzó y cayó en relaciones tóxicas que le arrastraro­n al alcohol y a la cocaína. “No sabía elegir marido”, relata el productor, que fue testigo de la desastrosa vida amorosa de la estrella.

RELACIONES DESTRUCTIV­AS

Kristel era proclive a las relaciones destructiv­as. Tal vez por su infancia, que no fue fácil. Tuvo una educación estricta, en un internado católico, y una traumática experienci­a: a los 9 años sufrió abusos sexuales por parte de un cliente del hotel que regentaban sus padres en Utrecht (Países Bajos), donde vivían. A los 15 su padre, Jean-Nicholas, abandonó a su familia y se marchó con otra mujer. La separación le afectó mucho, como relata en sus memorias, Desnuda, publicadas en 2006. La ausencia del padre le llevó a entablar relaciones con hombres mucho mayores que ella.

El primero fue el escritor belga Hugo Claus, que le sacaba 24 años. Ella tenía 21 y empezaba a hacer sus pinitos en el cine holandés cuando se conocieron. Se casaron y tuvieron un hijo, Arthur (47), que es actor como su madre.

Claus animó a su mujer a rodar Emmanuelle sin saber que les cambiaría la vida. El rodaje no fue agradable. En la biografía Kristel llegó a confesar que se sentía violada, que odiaba rodar las escenas de sexo y que era frígida. Además, cobró un sueldo irrisorio por el trabajo.

Tras divorciars­e del escritor en 1978 conoció al actor Ian McShane, diez años mayor que ella, con quien se mudó a Los Angeles tras dejar a Arthur en manos de su madre en Holanda. Las drogas y la ginebra se convirtier­on en habituales en la vida de la pareja y ella acabó enganchada a la cocaína y al alcohol.

Sus posteriore­s relaciones la hundieron aún más. Otra de sus parejas le sacó hasta las entretelas. Le vació cuentas y acabó vendiéndol­o todo, incluidas su villa de Saint-Tropez y su ático parisino. “No me queda nada”, confesó. A la ruina se unió un cáncer de garganta –fumaba desde los 11 años– que superó, pero el tumor volvió a aparecer en 2012, en el pulmón. En octubre de ese mismo año murió en su pisito de Ámsterdam. Tenía 60 años, pero hacía mucho que había dicho adiós a Emmanuelle y a su trono de mimbre.

Alguno creyó que podía reproducir la famosa escena del avión con ella

El rodaje no fue agradable y confesó que se sentía violada

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AFP Sylvia Kristel, rodeada de fotógrafos y de curiosos, posa delante del Hotel Carlton de Cannes durante la celebració­n del festival de cine en 1977.
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EM Una de las famosas escenas de ‘Emmanuelle’, en el avión.

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