El Mundo Nacional - Weekend - La Otra Crónica
HOMBRES G MÁS DE MODA (Y MENOS RICOS DE LO QUE DEBERÍAN) 40 AÑOS DESPUÉS
El tirón de la película ‘Voy a pasármelo bien’ pone en valor a una banda con más escuchas en Spotify que Supertrump y que sigue moviendo masas de fans, pero no tanto de dinero.
HOMBRES G ES DE LOS POCOS, POR NO decir el único, grupo de pop español que no cansa al público; al contrario, incorporan más miembros cada año a su masa de fans y trascienden independientemente de que toquen con El Canto del Loco hace años o con Taburete hoy.
Es verdad que en sus conciertos ahora hay más chicas dinosaurio que cocodrilo, pero el caso es que llenan allá donde van tanto de xennials como de millenials. Por eso no extraña que la película Voy a pasármelo bien, de reciente estreno, vaya viento en popa. A día de hoy ha superado el millón y medio de euros de recaudación y la han visto más de 250.000 espectadores. Va camino de ser un taquillazo al puro estilo de la franquicia Padre no hay más que uno de Santiago Segura.
David Serrano, su director, artífice de otros éxitos en el pasado como Días de Fútbol y El otro lado de la cama, aún se muestra precavido, pero a la vez alucinado con el feedback que está teniendo su musical, basado en la historia de su vida. “Sí, cuento mi primer amor. Mi pasión por Hombres G. Mis amigos de entonces. Esta película nace como un encargo, pero se trata de mi proyecto más personal”, apunta.
Hace un par de años, el productor Enrique López Lavigne le comentó que había adquirido los derechos audiovisuales de las canciones de Hombres G. Había llegado a un acuerdo con David Summers. “En su momento me ofrecieron hacer algo sobre la banda en el teatro, pero no pudo ser. Sin embargo, cuando hablé con Lavigne se me ocurrió el guión. Laila, la novia del protagonista, existe. Es una mujer que hoy vive en Valencia. Ayer me escribió un email muy bonito diciéndome que le había encantado la película”, desliza el realizador.
Serrano da con el secreto de la inmortalidad de Hombres G cuatro décadas después de su fundación. “Siempre han sido muy fieles a sí mismos. No han cambiado su manera de hacer música por las modas y esa honestidad el público la valora. Han hecho rock clásico inspirado en los 60 y eso les hace envejecer mejor. Su normalidad les hace menos impostados y su sonido no suena tan antiguo como el de otros grupos de los 80. Además, tienen algo simpático en las letras. No han buscado el éxito porque sí, su obsesión es hacer su música, no conseguir la fama”.
Lleva razón Serrano en que los Hombres G se tiran menos el pisto del que debieran. Tienen ocho millones mensuales de oyentes en Spotify cuando, por ejemplo, grupos como Supertrump tienen siete y Mecano cuatro. Estuvieron separados desde 1993 a 2002, llevan más tiempo juntos en esta segunda etapa que la primera, pero este año, por ejemplo, antes del tirón de la película, han dado más de 20 conciertos en España, incluso han colgado el ‘no hay entradas’ en Milán hace dos semanas. Últimamente han hecho dos giras en EEUU tocando en más de 20 sitios. Fueron el primer grupo español en llenar el estadio Vicente Calderón y con U2, el grupo más popular que mantiene su formación original desde el principio.
Llama la atención que con la relevancia que tienen, el grado de conocimiento del público y su categoría musical no hayan hecho tanto dinero como otros artistas. Es imposible contabilizar lo que se lle- van por derechos de autor e interpretación (la mayoría de canciones han sido compuestas por David Summers), ya que depende de los contratos y no hay unos estándares estipulados. El hecho de que se autoediten a sí mismos a través de su discográfica La calabaza amarilla y no tener manager para llevar ellos mismos su carrera es posible que les perjudique a nivel comunicacional, y en consecuencia, económico.
Eso sí, son coproductores de Voy a pasármelo bien y han participado en todo el proceso del filme.
Su patrimonio inmobiliario, en general, es modesto en comparación con otras estrellas de la música. Residencia actual y alguna herencia, y por supuesto no viven en La Finca ni nada parecido, sino en sus barrios de toda la vida. La empresa de referencia de los cuatro es La Calabaza Amarilla, fundada en el año 2010. A través de ella gestionan las actuaciones del grupo. En 2019 facturaron 2.310.000 euros, aunque cerraron en negativo y en 2020 les pasó factura la pandemia, como a todos. Tal y como publicó El Confidencial, su precio de contratación entra dentro de lo razonable: 60.000 euros , según un contrato de licitación de su discográfica firmado por la presidencia de la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes en 2019. Este digital avanzaba el truco de los Hombres G para que no haya enfrentamientos entre ellos por el negocio. Los amigos de la infancia tienen invertida una cantidad económica proporcional en sus propias empresas: Samer Music (David Summers), Mundos Pequeños Actividades Artísticas (Rafa Gutiérrez), Moli-Mole SL (Javi Molina) y El Piloto Marciano (Dani Mezquita). El secreto de su armonía.
En lo personal, los cuatro están emparejados y tienen hijos. Summers tiene mellizos ya mayores de su primer matrimonio con Marta Madruga, de la que se separó hace unos años y hoy está con una
Han hecho una gira en EEUU de 20 conciertos y hace dos semanas tocaron en Milán. Cobran 60.000 por actuación
inglesa. Mezquita se divorció de la madre de sus dos hijos mayores y tiene una niña con su segunda mujer. Javi Molina y Rafa Gutiérrez también son felices padres de familia. El primero tiene un conocido bar en Madrid, Pop & Roll.