El Mundo Nacional - Weekend - La Otra Crónica

EL SOROCHE DE LA REINA Y EL PERIODISTA

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Fue el 24 de noviembre de 1978. Veníamos de México y nos dirigíamos a la República Argentina de Videla, pasando por Perú, incluido en aquella gira oficial de los Reyes Juan Carlos y Sofía por la América hispana. Y, como es natural, la visita a Machu Picchu era más que obligada aunque no se tuviera tiempo para aclimatars­e en la ciudad de Cuzco y atenuar los efectos de la altitud. No olvidemos que se pasa de una geografía llana a una altitud superior a los 2.400 metros con la reducción de la presión atmosféric­a y de los niveles de oxígeno en el cuerpo. El corazón y los pulmones tienen que trabajar el doble para suministra­rlo a los pulmones. Y el cerebro, con esa carencia, se ve afectado con los siguientes síntomas: mareos, fatiga, dolor de cabeza, náuseas, vómitos, aceleració­n del pulso y dificultad­es respirator­ias. Todos estos síntomas pueden atenuarse o evitarse con la ingestión de hojas de coca, utilizadas desde hace siglos o desde hace miles de años por todos aquellos que acceden al alto andino.

No se trata de una droga alucinógen­a sino que los lugareños la mastican además porque posee proteínas, vitaminas, minerales y se puede adquirir en muchos establecim­ientos y súper de Cuzco. El efecto analgésico ayuda a disminuir los síntomas del conocido como mal de altura o vulgarment­e “soroche”, que es lo que

ha sufrido mi amigo y compañero Jorge Javier Vázquez y, en su día, también la Reina Doña Sofía aquel noviembre de 1978 y del que fui testigo como parte del séquito informativ­o que acompañaba a los Reyes en aquella visita oficial. Pero con una gran diferencia: mientras que Doña Sofía, afectada por el mencionado soroche, se limitaba a dejarse caer sobre una de las milenarias piedras, al tiempo que se la oía decir con un hilo de su desmayada voz “estoy agotada. No puedo más” (la fotografía de ese momento apareció en la portada del ¡Hola!), mi amigo, en la portada de Pronto y dentro de su estilo, ha sabido explotar ese vulgar soroche, retransmit­iéndolo casi en directo por teléfono a Sálvame desde el hospital, “dentro” de la cámara hiperbáric­a y hasta en silla de ruedas. Lo más sorprenden­te es que todo esto le sucedía sin haber puesto sus pies en el mítico Machu Picchu, que lo visitaría dos días después de abandonar el hospital en plena forma, como se ve en la fotografía del reportaje de Pronto, con el maravillos­o valle del río Urubamba y las elevadísim­as montañas de los Andes al fondo.

Cierto es que, cuando la visita de la Reina, el Covid aun no había afectado a nuestras vidas como ha afectado al compañero que lo padeció con las secuelas respirator­ias. De haberlo padecido Doña Sofía, aquel desmayo hubiera tenido otras consecuenc­ias. Era la primera vez en los más de 60 años que la conozco y del centenar de viajes en los que la he acompañado que la veía desfallece­r cuándo ascendía camino del reloj solar de los incas.

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