El Mundo Nacional - Weekend - La Otra Crónica

ARMIE HAMMER MEZCLAR LAS PERVERSION­ES DE UN RICACHÓN CON UNA VIOLACIÓN

Es lo que pasa en el documental sobre el actor y su familia, que ya ha sido criticado por la única de las víctimas que le ha denunciado.

- POR ALBERTO REY

Como dice Gloria Allred, la abogada de la denunciant­e, hay confusión entre la perversión y el delito

ASÍ DE MAL SE PLANTEA House of

Hammer, la serie documental que, partiendo de los ya famosos mensajes filtrados de Armie Hammer, mezcla churras con merinas, falsa meritocrac­ia con elitismo consentido y a una más que plausible víctima de violencia sexual con señoritas a las que debería caérseles la cara de vergüenza. Una de ellas, antes de relatar su (presunto, muy presunto) infierno, se presenta como fundadora de una app para vete tú a saber qué. La serie no especifica la inserción publicitar­ia porque pobre chica, con lo mal que lo ha pasado no le vamos ahora a quitar la oportunida­d de promociona­r su negocio. La otra testiga de las guarradas de Hammer, la que no llegó a verlo cara a cara, cierra su intervenci­ón en House of Hammer enseñando sus obras de arte, collages inspirados por su traumática experienci­a online.

Por el camino, además de a la chica que relata cuatro horas de violación, nos dejamos la tremenda historia que se abre en cuanto indagas un poquito en quién es Armie Hammer. ¿Y quién es Armie Hammer? Pues además de una estrella de cine fallida, el último eslabón de una saga familiar de hombres millonario­s, malcriados, despóticos y salvajes. A Armie le dio por tratar fatal a las mujeres (ojo: no confundir con maltratar, que nos conocemos) y montarse una versión del sexo BDSM que tiene que ver con el BDSM lo mismo que sus ruinosas películas con ganar dinero. Pero ahí estaban ellas, la de la app y la del arte, fantaseand­o con hacer de aquel “chico malo de Hollywood” su pasaporte a una vida mejor. Quién es nadie para juzgarlas por haber visto una oportunida­d así. ¿Si a ti te entra una estrella no le das cancha? Pues claro que se la das. Y claro que intentas no darte cuenta de que es un cretino, un sociópata y un señor que confunde el bondage con atarte a las bravas y el sexo duro con putearte porque sí.

“Yo creía que era amor”, dice la chica de la app (Courtney Vucekovich se llama) en

House of Hammer una persona, una cosa, una colección de orificios, un perfil de Instagram con el que intercambi­ar mensajes guarros.

Que levante la mano quien pueda desvelar, como en esas comedias de parejas pijas que se estilan ahora, sus mensajes privados. Que dé un paso adelante quién esté dispuesto a que otros curioseen en su Instagram, su WhatsApp, su Telegram o su [inserte aquí la última app de mensajería discreta y supuestame­nte segura]. Veo manos levantadas, veo pasos adelante. Pero también veo una enorme hipocresía y bastante confusión entre, como dice Gloria Allred en House of Hammer, la perversión sexual y el delito. Allred, mediática abogada que representa a la mujer presuntame­nte violada por Armie Hammer (Effie se llama), es la que en la serie utiliza la terminolog­ía “chico malo de Hollywood” para referirse al actor. Evidenteme­nte, una bestia de los tribunales como ella se apoyará todo lo que pueda en las declaracio­nes de Courtney Vucekovich y la chica de los collages (Julia Morrison se llama), si eso le sirve para ganar su juicio. El centro del proceso paralelo, el mediático, no son cuatro (CUATRO) horas de violación, sino un nombre famoso y un montón de documentos sin validez ninguna. House of Hammer aglutina muchos de esos documentos en una narración infantilme­nte morbosa y moralmente perturbado­ra. Porque cuando la hipocresía y el puritanism­o entran jaleados por la puerta principal, la justicia, la decencia y la cordura salen discretame­nte por la de atrás. Ambas puertas las abre la misma gente: gente como los hombres de la familia Hammer. Y las memas que, consumidas por una cultura de la celebridad y la exposición que ha perdido los papeles, los pierden ellas también. Ojalá les vaya bien a Courtney con su app y a Julia con sus collages. Pero sobre todo ojalá le vaya bien a Effie.

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