El Mundo Nacional - Weekend - La Otra Crónica

LA BRUTAL PRESIÓN DE LA MUJER CUYO CÉSPED PISAN PIQUÉ, BENZEMA... POR DAVID VIGARIO

La hierba del Camp Nou o el Bernabéu crece en una finca de Cáceres. La dueña de Tapiz Verde, que se formó con el gurú mundial del césped, asegura que es un negocio “muy duro”.

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“ES UN NEGOCIO MUY DURO, SE SUFRE una presión tremenda”. Móvil en mano, María Cremades (43 años, Plasencia), no para de dar vueltas y vueltas mientras pisa con mimo pero sobre todo con pena el maltrecho césped del estadio Santiago Bernabéu en el arranque de esta temporada. Todavía sigue sin encontrar una explicació­n coherente. “El césped viene de Extremadur­a y le ha costado aclimatars­e”, explicó Emilio Butragueño, director de Relaciones Externas del Real Madrid tras las quejas públicas del portero Thibaut Courtois tras el partido de Champions ante el Leipzig el 15 de septiembre. Se trataba de la primera crisis de reputación a la que se ha enfrentado en su gloriosa trayectori­a la reina del césped, diez años de éxito y continuo crecimient­o al frente de la empresa familiar, Tapiz Verde (30 empleados), la primera productora de tepes que hay en el mercado para campos de fútbol. Solo este verano pasado, María venía de implantar su producto en 16 campos de España (Camp Nou, San Mamés, Ciudad de Valencia, Nuevo Mirandilla de Cádiz…) y en buena parte de Europa (Bélgica, Ciudad Deportiva del Milán, Lisboa, Oportuno, Madeira…). El año pasado otros 17. Ni un solo problema. Pero de repente, la angustia, la presión, las críticas… sobre todo en redes sociales. El 22 de agosto, uno tras otro, 20 camiones partieron desde la finca La Herguijuel­a, en las faldas del Parque Nacional de Monfragüe (Cáceres). Es un paraje idílico rodeado a ambos lados por los ríos Tiétar y Tajo. Los cultivos tienen una capacidad de producción de hasta 100 hectáreas de césped (100 campos de fútbol). La cosecha se produce entre 9 y 12 meses después de la siembra y siempre por la noche para que la temperatur­a del césped esté por debajo de los 25 grados. “Se trata de un producto delicado y perecedero, un ser vivo, con todo lo que ello conlleva”, explica María. En la explotació­n cuenta incluso con un taller mecánico. Ya camino de Madrid, el transporte va cargado de 8.000 metros cuadrados de tepes que van envueltos en 25 rollos. Viajan a una temperatur­a de entre 0 y 3 grados en el interior de los vehículos frigorífic­os. “Todo lo hemos hecho igual, como siempre, aunque en agosto hemos llegado a tener 44 grados de temperatur­a en la finca”, confiesa a LOC, aunque no cree que sea la razón fundamenta­l de la mala evolución del césped. “No se observó ningún síntoma previo; no estuvo bajo de calor, ni la hoja estaba marchitada, ni la planta dejó de crecer, que son las caracterís­ticas que te pueden dar un aviso”. Todo había seguido el sistema habitual, que incluye sistemas punteros, con sensores de temperatur­a, drenaje, riego, sales, control de malas hierbas, siega, niveles de altura y hasta selección de semillas (“cien por cien limpias”, explica) que trae periódicam­ente desde Oregón (EEUU). Incluso ha incorporad­o a su equipo a un nutricioni­sta italiano, Camillo de Beni, encargado de controlar y medir la temperatur­a del tepe, el nivel del agua… El verano pasado, el Real Madrid ya había recurrido a ella con un excelente resultado. El césped fue una alfombra, un vergel. los años 80, con campos embarrados, en los que el balón ni botaba, o el área pequeña de los porteros en la que solo había tierra. Era otro fútbol. Hoy esas condicione­s han pasado a la historia y las repercusio­nes por el estado del césped, también. ¡Que se lo pregunten a ella!

Aunque su bisabuelo ya se dedicaba a la importació­n y distribuci­ón de maquinaria en España, el origen de la empresa se sitúa en 1989, cuando su padre, Miguel, agricultor e ingeniero de montes ya jubilado, decidió dejar de sembrar en la finca maíz, tabaco y espárrago y pasar a cultivar césped natural. Siempre inquieto, había descubiert­o el nuevo Dorado en uno de sus numerosos viajes a Estados Unidos, en concreto a Arizona, donde en una finca similar a la suya comprobó cómo el césped tenía gran salida comercial. Y se trajo a España la técnica pionera con tremendo éxito, no sólo para el fútbol. Incorporó máquinas de cosecha de Big Rolls y extendedor­as de rollos para facilitar el manejo. También serviría para los campos de golf (entre sus clientes está Puerta de Hierro, Valderrama, La Moraleja…) o los jardines municipale­s de Madrid. Elogiada por su trayectori­a en el sector, a María, que estudió Derecho y Empresaria­les en Madrid y se había casado a los 25 con un empleado de Banca en Madrid, su padre le pidió ayuda durante la anterior crisis económica y su vida dio un vuelco. En 2012, tras la jubilación de su padre, se puso al frente de la empresa y lo primero que hizo fue formarse. Primero un máster en Málaga sobre diseño de terrenos deportivos. Luego, levantó el teléfono y llamó al mismísimo Paul Burguess, el gurú mundial de los céspedes, el gran head groundsman (jefe del terreno de juego) que revolucion­ó las técnicas de implantaci­ón de césped y por entonces trabajaba en el Real Madrid (luego ficharía por el Mónaco). Con el inglés pasó un año completo de prácticas. Atrás quedan esas imágenes de

La empresa ha sido criticada tras las quejas públicas de Courtois sobre el césped del partido contra el Leipzig

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CEDIDA María Cremades, con varios rollos de su césped, que alfombra decenas de campos de fútbol de España y Europa.
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EM Cremades, en el campo de la Real Sociedad.

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