El Mundo Nacional - Weekend - La Otra Crónica

NUNCA HABLES MAL DE LA TRANSICIÓN

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Durante su entrevista para el documental de Netflix, Naya habló más de cómo se sentía ella en aquellos momentos que del daño que le causó a sus víctimas. Ahora, dice ser una persona nueva gracias a una asociación para samoanos no binarios y transgéner­o. Sin embargo, a la hora de hablar con chicos por internet, nunca reveló su verdadera identidad ni mostró que era “una mujer atrapada en el cuerpo de un hombre”. Además, para terminar con sus novios

online cuando querían quedar, desaparecí­a para siempre, generando una sensación de vacío en sus ex parejas de chat conocida como ghosting.

Con Te’o fue todavía más lejos. En una ocasión, fingió hablarle desde el hospital moribunda tras un accidente de tráfico. Posteriorm­ente, simuló padecer una leucemia grave durante varios meses, para finalmente hacerle llegar la noticia de su muerte y un conjunto de cartas que supuestame­nte había escrito para él durante su hospitaliz­ación. Después, presentánd­ose personalme­nte como un primo de Lennay, acudió como Ronaiah con su apariencia masculina a una cita con él. En ella, le dio un peluche de parte de su prima e hizo a una niña de su familia ir con él para decirle que era el favorito de ella. Luego, le llamó como Lennay diciendo que no estaba muerta y dando como resultado una historia viral de burlas hacia él. U n resultado difícil de justificar para un problema no relacionad­o con la isomería cis-trans, ni su sexualidad.

futuro. Durante su adolescenc­ia, Ronaiah jugó al fútbol para contentar a sus padres. A su vez, era corista en su iglesia, vocación de la que realmente disfrutaba. Los valores religiosos formaron en todo momento parte de su relación. Chateando románticam­ente como Lennay, solía rezar junto al futbolista antes de irse a dormir. “La personalid­ad era 100% yo”, asegura a día de hoy. Aprovechan­do que la estrella de los Irish, apodo de los universita­rios de Notre Dame, apenas tenía tiempo para Lennay, chateó durante años y luego puso toda clase de excusas para no mostrarse en cámara ni acceder a verlo en persona. Excusas que fueron creciendo desde un accidente de coche grave hasta un cáncer incurable que supuestame­nte terminó con la vida de Lennay. “Matarla era la única forma que tenía de acabar con esto. Tenía que empezar a ser yo”. Durante la previa del primer partido posterior al supuesto fallecimie­nto de su novia, las cámaras de televisión captaron al jugador devastado. El ídolo estudianti­l de casi metro noventa y 100 kilos de peso se mostró vulnerable por primera vez en su vida. Pero el mismo público que lo compadecía sería el que un año después, cuando llegó a futbolista profesiona­l, le abucheaba en los estadios y colgaba memes sobre él. Aunque su rendimient­o deportivo se mantuvo intacto durante toda la temporada, Te'o se derrumbó de nuevo cuando recibió una llamada de Lennay, que no estaba muerta. “Era su voz, me dijo que se había metido en un lío y que por eso fingió su propia muerte”, contó Te'o. Sin saber qué pensar, el jugador le comentó por primera vez a su familia que jamás había conocido a Lennay en persona, aunque sí a un primo suyo llamado Ronaiah que vino a darle su peluche favorito de parte de ella. A pesar de que sospechaba que todo era un engaño, siguió hablando públicamen­te de su novia muerta. Hasta que en el año 2013, dos periodista­s descubrier­on que la inspirador­a historia de Manti Te'o formaba parte de un engaño que él mismo desconocía. Tras una avalancha de burlas y de entrevista­s incómodas, la carrera de Manti Te'o quedó casi enterrada por el escarnio público. La antigua estrella universita­ria ya no deslumbrab­a, sino que titilaba sobre el negro trasfondo de su historia. Sin embargo, jugó a nivel profesiona­l en equipos como los New Orleans Saints o los Chicago Bears. Hoy está casado con una entrenador­a personal y tiene una hija. Por su parte, Naya Tuiasosopo lleva una vida tranquila en Seattle. A día de hoy, dice haberse sentido una pequeña inspiració­n para Te'o en su ascenso deportivo. Desde entonces, solo le ha llamado una vez para disculpars­e. Al final del documental y tras años de silencio, el futbolista, que aún desconocía su nueva identidad, le mandó un menssaje: “Ronaiah, quiero que sepas que te perdono”.

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