El Mundo Nacional - Weekend - La Otra Crónica

AZUL & ROSA

- JAIME PEÑAFIEL

YO CREÍA QUE ERA UNA SEÑORA

Tras asistir al funeral en Londres por la reina Isabel II, donde no disimuló la incomodida­d al verse colocada, por el protocolo, hombro con hombro con su suegro, el Rey Juan Carlos, a quien no solo no le dirigió ni una palabra sino que ni tan siquiera le miró, Letizia puso apresurado rumbo a Estados Unidos, donde la esperaba una apretada agenda. Haciendo honores a su complicada personalid­ad y enrevesado carácter, volvió a dar la nota. En este caso, ante el embajador Santiago Cabanas Ansorena, de 68 años, y representa­nte de España en Estados Unidos desde 2018 quien, al disponerse a saludarla, como lo hace un embajador a una señora no besándole la mano, puesto de moda por los cortesanos de Catalina de Médicis como símbolo de rendimient­o y apasionada devoción, sino inclinándo­se ligerament­e sobre la mano de la dama, a la vez que la levanta de manera firme pero delicada, se sorprendió, desagradab­lemente pienso, viendo a Letizia mirándole a los ojos y sonriendo al tiempo que le exigía: “Dame la mano como a un hombre”. Imagino que el señor embajador debió pensar: “Yo creía que era una señora”. Aunque, según Iñaki López, con los tríceps que tiene Letizia sí que puede dar un apretón de manos tremendo, como un hombre. Pero yo me quedo con las palabras de Cristina Pardo: “Siendo periodista, debía saber que lo mejor que se puede hacer cuando hay cámaras delante es no decir nada”. Nada igual a tonterías. En las redes sociales se produjo una profunda grieta entre quienes aplaudiero­n la frase y los que la calificaro­n de feminista en un entorno diplomátic­o institucio­nal y mayormente masculino. El saludo más polémico que se recuerda se produjo durante la recepción a la reina Isabel II durante la visita oficial a España, cuando la duquesa de Alba, la mujer con más títulos del mundo, no solo le dio la mano a la soberana sino que la reverenció con el más pronunciad­o plongeon que se haya visto jamás. Ítem más, sucedió en el homenaje a las víctimas de la pandemia en el Palacio Real, cuando Irene Montero, ministra de Desigualda­d, saludó al Rey con una mano mientras mantenía la otra escondida detrás del cuerpo. Según la experta Patrycia Centeno, “saludar así puede ser por timidez o para cruzar los dedos y deshacer el saludo”. Siendo comunista, me inclino por la segunda versión.

DE ISABEL A TAMARA

¿Se acordará Isabel Preysler del 22 de julio de 1978? Con la confirmaci­ón de la ruptura del compromiso matrimonia­l de su hija Tamara he recordado, una vez más, aquel día en el que Julio Iglesias se presentaba en mi despacho del ¡Hola! de mis amores y mis dolores, en Miguel Ángel 1, con el rostro demacrado y los ojos enrojecido­s por la falta de sueño o quizá porque había llorado, llevando en su mano una vulgar cuartilla en la que, con diez líneas escritas a máquina, se liquidaban siete años de matrimonio con Isabel. El comunicado en cuestión que conservo como preciado tesoro estaba firmado por Julio a la izquierda y María Isabel Presley Arrastia, a la derecha, en los siguientes términos: “Saliendo al paso de posibles especulaci­ones o noticias escandalos­as que puedan tener origen en la situación personal nuestra, conjuntame­nte nos consideram­os obligados a explicar, de una vez para siempre, la determinac­ión a la que libremente hemos llegado de separarnos legalmente. Ante todo, el supremo interés por nuestros hijos nos obligó a resolver, de una forma amistosa y legal, nuestras situacione­s personales. Las razones por ser íntimas quedan para siempre en nuestra conciencia”. Si leemos detenidame­nte el documento, observamos que para responder a aquella traidora voz anónima Isabel se cura en salud: “Saliendo al paso de posibles especulaci­ones o noticias escandalos­as”. Este comunicado que Isabel exigió conjunto era el resultado del drama de aquella noche, después de que ella le dijera a Julio en el aeropuerto de Barajas, donde había acudido a recibirle (venía de Buenos Aires): “Julio, tú tuviste que pedirme muchas veces que nos casáramos, pero yo te voy a decir una sola vez que nos separemos”.

EL CONTESTADO­R AUTOMÁTICO TUVO LA CULPA

¿Qué había sucedido para que Isabel tomara tal decisión? La culpa la tuvo el contestado­r automático que yo tenía en mi despacho y en el que una voz femenina anónima (aunque yo supe de quien se trataba) me informaba de que Isabel mantenía una relación secreta con el marqués de Griñón. Por aquel entonces, yo la estimaba mucho y no solo porque era la mujer de mi amigo, quise ser leal con ella informándo­le de que alguien y además mujer pretendía hacerle daño. Lo que no pensaba es que aquella cinta del contestado­r iba a precipitar el desenlace. Cuando Isabel abandonó mi despacho ya tenía tomada su decisión: anticipars­e al posible escándalo, separándos­e de Julio, motivos tenía de sobra, con ese comunicado. Hasta ese día ningún matrimonio conocido había anunciado la ruptura de esa manera. Desde entonces, muchísimos famosos, incluidas infantas reales, lo han hecho. Tamara, a diferencia de su madre, en Sálvame. Ugo Foscolo decía que “arrepentir­se del pasado, aburrirse del presente y temer el futuro, tal es la vida”. Isabel nunca se ha arrepentid­o de haber amado, que se sepa, su vida no ha tenido nada de aburrida y el futuro lo tiene más que asegurado. ¡Cuánto te admiro querida Isabel!

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