El Mundo Nacional - Weekend - La Otra Crónica
DUQUES DE SORIA 50 AÑOS DE AMOR ENTRE EL MÉDICO Y LA INFANTA QUE PENSABAN QUE QUEDARÍA SOLTERA
El doctor Zurita se enamoró de la Infanta cuando todos asumían que por ser ciega no tendría familia. Superó los recelos y medio siglo después es su mejor apoyo
EL DÍA QUE LOS CONDES DE BARCELONA casaron a su hija Pilar, respiraron tranquilos. Con la boda de su primogénita con Luis Gómez-Acebo daban por cerrada la etapa de emparentar con buenas familias. No lo habían hecho mal: Juanito se había casado con Sofía de Grecia y pese a las reticencias iniciales, habían visto que el vizconde de la Torre quería a su hija. Además, la Infanta Margarita estaba feliz al lado de sus padres, por lo que no se iban a enfrentar a la soledad total que llega a muchos matrimonios cuando los hijos crecen. Margarita era ciega, así que nadie se preocupó por casarla, asumiendo que una discapacidad hacía imposible su salida de casa. Pero la ceguera que tenía desde que nació nunca fue un impedimento para la hija pequeña de los Barcelona, que era puericultora y en aquellos días sola en Estoril se formaba como fisioterapeuta. La tranquilidad estaba instalada en Villa Giralda. Hasta que Margarita empezó a hablar de un chico apellidado Zurita. Se habían conocido en una cena en casa de Faina Ussía, cuñada del joven –médico, primero de su promoción y becado en el colegio San Clemente de los Españoles para hacer el doctorado– y pasaron toda la velada hablando. Comenzó un noviazgo que la Corte del conde de Barcelona en Estoril veía con recelo. ¿Cómo un chico tan brillante quería casarse con una joven ciega? Pensaban que la ambición estaba detrás. Pero el noviazgo continuó. Margarita se entristecía por los recelos, pero veía los méritos de su novio, que estudió Braille para poder enviarle cartas y que sólo ella las leyera. “Ya tendremos toda una vida para demostrar la verdad”, le animaba Carlos Zurita cuando las dudas abrumaban a Margot. Dos años de discreto noviazgo antes de la esperada petición. Margarita, la hija ciega de los Barcelona, se iba a casar. Los tiempos políticos –con Don Juan enfrentado a Franco y con tensiones con su hijo Juanito– y la personalidad de los novios obligaron a que el enlace fuera mucho más discreto que el de sus hermanos mayores. Carlos Zurita y Margarita de Borbón se casaron el 12 de octubre de 1972 en Estoril. El próximo miércuerdo coles se cumple medio siglo de una boda que, como predijo el duque de Soria, demuestra la verdad de un matrimonio estable. En este medio siglo juntos ha habido pocas polémicas en torno a la pareja. Tras la boda, Margarita y Carlos se marcharon un semestre a Buenos Aires, donde él iba a hacer unos cursos de formación y donde concibieron a su primer hijo. Volvieron a España para el nacimiento del niño, Alfonso, bautizado así en rede Alfonsito, el hermano muerto por un accidente con un arma jugando con Don Juan Carlos. Después completaron su familia con María. Todos vivieron –y viven en la actualidad– en un piso de 500 metros de la calle Jorge Juan. Grande y en un buen barrio, pero nada ostentoso. Sólo algunos libros de la biblioteca, forrados con escudos de ancestros de Margarita, dan cuenta de que la vivienda es de una Infanta de España. En este medio siglo, Carlos continuó hasta la jubilación con su carrera de médico y junto a su mujer erigieron la Fundación Duques de Soria, una referencia en hispanismo, que pone en contacto a estudiantes e investigadores del español al rededor del mundo. Margot es el punto de encuentro entre los Borbones. Por su carácter afable todos los sobrinos la quieren. Uno de los momentos más delicados de su vida lo vivió en 2020. Tras la muerte de su hermana Pilar, llegó la pandemia, el encierro y la partida a Abu Dhabi de Don Juan Carlos. Sólo han coincidido una vez en estos dos años, aunque Margarita habla casi a diario con su hermano. La Infanta ha heredado los problemas de movilidad de su madre y hace años que asumió los desplazamientos en silla de ruedas. Una silla siempre empujada por su marido, su principal apoyo, quien le lee los libros que le interesan y acompaña a todo lo que le pide, también le deja libertad para que, en verano, Doña Margarita se marche a Estoril una semana con amigas. Carlos Zurita, del que todos recelaban, se ha mantenido en este medio siglo firme en la promesa que le hizo a Don Juan cuando, el día que se conocieron, le preguntó: “¿Tú la quieres de verdad?”.
Zurita aprendió Braille para poder mandar cartas a su entonces novia