El Mundo Nacional - Weekend - La Otra Crónica
ÍÑIGO ONIEVA NI SE HA IDO DE FIESTA, NI DARÁ EXCLUSIVAS NI LE HAN DESPEDIDO DE SU TRABAJO
Hablamos con el entorno del ex de Tamara, que emprende ya acciones contra quienes publican falsedades de él. Encerrado desde la ruptura, sus jefes le apoyan y jura que no va a hablar por dinero.
SÓLO FALTAN CARTELES POR MADRID CON la cara de Íñigo Onieva y la palabra Wanted como si se tratara de un pistolero del lejano Oeste en busca y captura. Sin duda es el hombre del momento, y todo el mundo espera que dé (aún más) explicaciones sobre el tema de conversación del mes, la ruptura de su compromiso matrimonial con Tamara Falcó, que ejerce hoy de dejada de España. Sin embargo, las informaciones sobre la localización y el devenir profesional del joven son en su mayoría falsas para generar expectación y perjudicar su imagen, como hemos podido confirmar. Cierto es que Íñigo está oculto en una casa de paradero desconocido en Madrid, pero no en la residencia de su familia en La Moraleja, como se ha publicado, desde que estallara en mil pedazos su relación con la hija de Isabel Preysler, que ha echado gasolina al asunto insistiendo en lo mal que se ha portado su ex con ella. En efecto, Onieva quedó en evidencia por su infidelidad con el vídeo de marras que filtró alguien de su entorno que ha traicionado su confianza, “pero no ha matado a nadie y ni él ni su familia se merecen este acoso mediático”, sostiene alguien de su entorno directo que ha hablado con LOC en exclusiva. Los Onieva se han puesto en manos de una persona relevante en el mundo de la comunicación que le está echando una mano en la gestión de esta crisis reputacional. “Íñigo ha cometido un error como tanta otra gente a la que no se le da esta relevancia. Se le ha linchado públicamente por ser el prometido de Tamara Falcó. Se ha equivocado, sí, pero no merece este escarnio. El primero que está arrepentido y triste es él, vive en una noria emocional”, sostiene nuestra fuente, a la que le falta añadir que los Falcó Preysler (la familia de Tamara ha hablado) no son las voces más autorizadas para condenar algo así. Íñigo permanece encerrado desde el día que salió de la casa que compartía con Tamara en el barrio madrileño de Justicia y de la que una empresa de mudanzas sacó sus pertenencias esta semana. Él no apareció por allí para no ser perseguido por la prensa, apostada en la puerta del que fuera su domicilio desde hace días. “No aparece porque está pensando cómo afrontar lo que le ha pasado y no quiere reaccionar en caliente, pero pronto volverá a su normalidad. Le preocupa mucho su familia, de la que también están diciendo muchas mentiras, porque ni son unos tirados ni buscan la fama. Teme su indefensión ante las cámaras. Ellos no tienen la experiencia con los medios de la familia Preysler, que los manejan desde hace siglos”. Hay que recordar que la madre de Íñigo, Carolina Molas, es ceo de una empresa familiar de distribución de electrodomésticos que va bastante bien y su padre un ejecutivo del Grupo Barceló en México. “No son millonarios pero desde luego no necesitan la fama”. El silencio de Íñigo, sostiene esta fuente, “es necesario, no premeditado. Quiere poner distancia para ver con perspectiva todo lo ocurrido y actuar con coherencia. No piensa en cobrar por romper su silencio y por supuesto no va a dar ninguna exclusiva, no quiere levantar ninguna sospecha de que pedirá dinero por hablar. Quiere volver a su vida de antes de conocer a Tamara. Jamás hablará mal de ella, es un caballero. Aún la quiere y está destrozado”. El entorno de Onieva le defiende diciendo que el joven mintió sobre el vídeo aduciendo que era de 2019 porque “estaba abrumado y no sabía cómo reaccionar”. Íñigo niega rotundamente haber celebrado una “despedida de casado” en el local madrileño Lo imposible el pasado sábado, un garito donde se accede con invitación personal e intrasferible en el que sí que ha estado en el pasado pero no tras su ruptura,
“La Policía no le ha informado de una banda que venda más vídeos suyos”
“ni mucho menos para festejar nada. Va a exigir ejercer su derecho de rectificación a la revista que lo publicó, dado que no ha salido de su residencia actual y lo puede demostrar. Les ha mandado un burofax”. Por otra parte, ni los dueños de Lula Club ni los de los restaurantes Tatel y Toto, donde Íñigo trabaja como relaciones públicas, han emitido un comunicado confirmando su rescisión de contrato. Este suplemento ha contactado con ambas compañías y han preferido no pronunciarse, “ya que se trata de un asunto de índole personal de su trabajador y prefieren que toda la información que emitan no la retuerzan determinados medios”, dice el entorno de Íñigo, que a su vez explica: “Él ahora está trabajando de forma remota, con la normalidad que le permite esta situación, complicada para cualquier persona. Él tiene el total apoyo de sus socios de Lula Club y de los socios de Mabel Capital (propietarios de Tatel y Toto) para continuar desarrollando su labor de la manera que le resulte más eficaz, dadas las circunstancias”. Con respecto a Lula, es un proyecto de ocio que se creó durante la pandemia. “Cada uno de sus socios [entre los que Íñigo no se encuentra, pues en el registro mercantil de la sociedad no aparece] tienen divididas sus funciones entre la operativa, la dirección artística y el equipo comercial, e Íñigo es el director creativo, es decir, el responsable de dirigir todo lo relacionado con el marketing y la comunicación del club”. En Mabel Capital, por su parte, Íñigo “lidera el desarrollo de ciertas áreas de negocio y contenidos de los proyectos de restauración del grupo, a nivel nacional e internacional”. Entre las preocupaciones de Íñigo “no está ahora mismo encontrar al amigo traidor que ha filtrado vídeos. De momento, la Policía no le ha contactado para informarle si hay una banda criminal organizada intentando comercial con más vídeos privados suyos”. Sólo queda esperar que Íñigo Onieva, el más buscado, vuelva a su vida. Y ese día está cerca.